Lectura de la Biblia: Salmo 66:1-5
A mucha gente le cuesta aceptar que a Dios le interese este mundo. Muchos dan por sentado que Dios no se interesa más en su creación. Pero eso contradice la misma naturaleza de Dios; porque así como él dio vida a todas las cosas, también se interesa por todas esas cosas.
Desde el principio el único propósito de Dios ha sido darse a conocer a la humanidad. Y aunque su deseo siempre ha sido que todo ser humano co-rresponda a su amor, sin embargo, él nunca fuerza a nadie a hacerlo. Para que el amor sea sincero, éste debe nacer del corazón y no de una obligación o de un sentimiento de culpa. Dios nos guía a él por medio de su amor, pero nunca nos exige que correspondamos a ese amor. Él anhela y recibe gustoso nuestro amor, pero nunca lo exigirá.
¡Servimos a un Dios maravilloso! Tal es la seguridad que él tiene de sí mismo, de su poder y de su gracia, que confía en que tomaremos las decisiones correctas.
¿Cómo podemos estar seguros del amor de Dios? Pues una manera es meditando en su Palabra y pidiéndole que nos enseñe más de él. Una vez que lleguemos a conocer a Dios de una manera íntima, dejaremos de dudar de su soberanía y nuestro amor hacia él aumentará en una forma sorprendente.