Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos … y cuando ores , no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa … Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:1,5,16-18
Cuando yo comenzaba el tercer año de estudios en el seminario, el comité de púlpito de una pequeña iglesia de Carolina del Norte me hizo una invitación para que fuera su pastor. También se me ofreció empleo como profesor de un instituto bíblico cerca de la iglesia. La iglesia me permitiría enseñar en el instituto mientras ejercía el pastorado.
Nunca había sido pastor. Aunque mis sentimientos eran variados, las abrumadoras emociones eran temor e insuficiencia. Mientras mi esposa y yo orábamos y hablábamos sobre esa oportunidad, mi lista de negativas crecía cada día. La congregación tendría que esperar siete meses por mí, y para entonces pudiera haber encontrado a algún otro pastor que le gustara más.
Yo desconocía por completo los verdaderos problemas que enfrentaba un pastor. Además, sentía que los pastores que estudiaban en el instituto bíblico no prestarían atención a un graduado del seminario sin experiencia que les enseñara homilética (preparación de sermones), predicación (exposición de sermones) y evangelización.
Yo iba de un lado a otro: «No, no puede ser la voluntad de Dios.» «Sí, debe de ser su voluntad; yo no pedí esto.» Durante varias semanas titubeó mi fe.
Me estaba agotando mental, emocional y físicamente. No podía captar con claridad la dirección del Señor.
Entonces una mañana estaba leyendo el libro de Daniel. Cuando comencé a leer el capítulo nueve, recobré la esperanza. Sabía que había encontrado una manera de conocer la voluntad de Dios y estar seguro. Si Dios aceptó el ayuno de Daniel, ¿por qué no aceptaría el mío?
Nunca antes había ayunado. Cuando recuerdo el pasado, comprendo que nunca había sentido la necesidad. Pero en aquella oportunidad yo estaba desesperado por la clara dirección de Dios.
Después de tres días de ayuno, confesando, escuchando y escudriñando la Palabra, me sentí limpio, podado, lleno y seguro de cuál era el encargo de Dios. Iría con la seguridad de su ayuda divina.
En junio del año siguiente nos trasladamos a Fruitland, Carolina del Norte, para un ministerio apasionante que siempre será un acontecimiento importante de mi vida. Porque fue el llamado a ese ministerio el que me reveló mi necesidad de practicar los principios bíblicos del ayuno.
HISTORIA
Siempre a lo largo de la historia una nueva sed de Dios ha despertado un renovado interés en el ayuno. Fue así en la vida de los santos del Antiguo Testamento tales como Moisés el legislador, David el rey, Elías el profeta y Daniel el vidente.
Reformadores tales como Juan Calvino, Martín Lutero y Juan Knox practicaron el ayuno. Así lo hicieron predicadores como Jonathan Edwards, Juan Wesley y Carlos Finney.
Hay evidencias hoy de que otra vez una nueva sed por el Espíritu está despertando la iglesia adormecida. Y una vez más hay un creciente interés en la práctica del ayuno.
DEFINICION DEL AYUNO
En primer lugar, definamos el vocablo ayuno. Es más que simple sacrificio o abstinencia, pero incluye ambos. Es abstinencia con una meta espiritual en mente. El ayuno es abstinencia de cualquier cosa que estorbe nuestra comunión con Dios.
Según las Escrituras, el ayuno puede tomar varias formas. En primer lugar, hay ayuno de alimentos, que significa abstenerse de todo alimento, ilustrado por el ayuno de Cristo después d.e su bautismo (Lc 4:2).
En segundo lugar, hay un ayuno absoluto, que significa abstenerse de beber al igual que de comer. Eso se ilustra con el ayuno de Esdras cuando se entristeció por la infidelidad del pueblo de Dios en el exilio (Esdras 10:6). Una tercera forma de ayuno indica el mutuo consentimiento de los cónyuges para abstenerse de las relaciones sexuales. Eso es lo que sugiere la exhortación de Pablo a los casados (1 Co 7:3-6).
En Mateo 6, Jesús habla de orar, dar y ayunar (vv. 1-18). Él insiste en que verifiquemos nuestros motivos. Debemos preguntarnos: ¿Por qué estoy haciendo esto? No debemos hacerlo para que Jos demás nos vean. Tenemos que orar en secreto, no en público como los hipócritas. Tenemos que dar de tal manera que nadie sepa cuánto damos. Y cuando ayunamos, debe ser algo entre nosotros y el Señor.
Orar, dar y ayunar son actos personales de adoración, y por lo tanto se deben hacer en secreto.
Debemos hacerlos por amor a Dios, no porque anhelemos la alabanza del mundo. Si hacemos esas cosas por la alabanza del mundo, entonces esa es la única bendición que recibiremos.
Cristo no dijo que debíamos conservar nuestro testimonio para nosotros mismos, sino más bien determinadas formas de adoración; en este caso orar, ayunar y dar. Eso impedirá que nos volvamos orgullosos y nos comparemos con otros creyentes.
A lo largo de las Escrituras, se menciona el ayuno como una ayuda a la oración. Antes que recibiera los Diez Mandamientos, Moisés ayunó y oró (Éx 34:28).
David ayunó para profundizar su propia relación con el Padre (Sal 69: 10). A menudo, cuando la nación de Israel estaba siendo atacada, los líderes convocaban al pueblo a ayunar y a orar, pidiéndole a Dios que interviniera en favor de ellos (2 Cr 20:3). Daniel pasó un prolongado período de ayuno y oración para entender el plan de Dios en cuanto al retorno de Israel a Jerusalén desde el cautiverio babilónico (Dn 9:3). Después de oír la advertencia de Dios por medio de Jonás, la nación de Nínive comenzo a ayunar y a orar, y Dios detuvo su juicio (Jonás 3:5).
Jesús pasó los primeros cuarenta días después de su bautismo ayunando y orando, buscando la voluntad de su Padre (Le 4:1-2). Cuando comenzó la iglesia, los creyentes ayunaban y oraban. Antes de enviar a Pablo y a Bernabé en el primer viaje misionero, ellos ayunaron y oraron (Hch 13:2-3).
A lo largo de la Biblia Dios guió a su pueblo a ayunar y a orar. Y cada vez que el pueblo ayunaba y oraba, Dios puso en acción su poder sobrenatural para hacer lo que fuera necesario a fin de satisfacer sus necesidades. Ya fuera sabiduría o la derrota de un enemigo, siempre Dios fue fiel para suplir. .
Como Dios honró tan poderosamente las oraciones de hombres y mujeres de la Biblia que ayunaron, debemos hacer del ayuno parte de nuestra vida también. Pero hay cuatro principios que debemos comprender si hemos de combinar eficazmente el medio del ayuno con nuestras oraciones.
OBEDIENCIA
Ante todo, el ayuno no anula nuestra responsabilidad de ser obedientes a Dios. No podemos ayunar y orar esperando que Dios nos bendiga cuando hay pecado conocido en nuestra vida. El ayuno no impresiona a Dios con nuestra espiritualidad hasta el punto de que Él pase por alto nuestro pecado. Por el contrario, el ayuno genuino siempre hará que examinemos nuestro corazón para estar seguros de que todo anda bien con Él.
Si Dios revela algún pecado en nuestra vida mientras
estamos ayunando, debemos resolver eso de la manera que Él exija. Eso pudiera significar una interrupción en nuestro tiempo de oración mientras arreglamos las cosas con alguien a quien hemos ofendido, o pudiera significar un compromiso a enmendar eso más tarde. La cuestión es que Dios pudiera usar el ayuno para revelar el pecado, pero no lo podemos usar nosotros para encubrir el pecado.
EL DOMINIO DE LOS APETITOS
El segundo principio es que el ayuno pone nuestros apetitos físicos bajo el control del Espíritu Santo.
Todos tenemos apetitos o instintos. El del hambre, el sexual, el de los impulsos afectivos, el de la necesidad de aprobación y muchos más. Dios nos ha dado esos instintos para que se satisfagan dentro de los términos de su Palabra. Hay veces, sin embargo, en que debemos poner a un lado la satisfacción de esos instintos para que busquemos a Dios con todo nuestro corazón. Cuando lo hacemos, llegamos al punto en que nuestro mayor deseo será la serena comunión con el Padre. Podemos hablar con Él con más sinceridad y escucharlo con mayor atención.
Esos apetitos e instintos no son malos, aunque a menudo se piensa que lo sean. Son dones de Dios.
Pero si se abusa de ellos pueden convertirse en maldiciones. Por eso es que deben mantenerse supeditados a nuestro deseo de Dios. Se nos dieron los instintos a fin de que nos sirvan. Pero cuando pierden el equilibrio, nos convertiremos en sus esclavos. Al ayunar, podemos restaurar el equilibrio que Dios se propuso originalmente.
Como pastor, aconsejo a muchas personas que son esclavas de sus instintos. El problema más común es en la esfera de la lujuria sexual. «Estoy atrapado. No puedo salvarme por mí mismo. Por favor, ayúdeme. Tengo miedo de 10 que yo pudiera hacer.» Esos son los gritos de creyentes sinceros atrapados en la red de un deseo fuera de control: la lujuria.
A menudo se requiere más que leer la Biblia para ser liberado de semejante esclavitud. Deben cambiar los patrones de pensamiento. Se tiene que renovar la mente (Ro 12:1-2). Tiene que ponerse el instinto sexual bajo la autoridad del Espíritu Santo. El ayuno es una ayuda divina para producir esa transformación.
Una tarde un joven entró llorando en mi oficina. Me contó de su larga e inútil lucha contra la lujuria. Había hecho todo lo posible por obtener la victoria, pero nada le dio resultado. Mientras conversábamos, lo exhorté a que ayunara durante tres días. Le dije que se aislara y pasara su tiempo en dos actividades. En primer lugar, no debía orar: «Oh Señor, ayúdame.» Más bien debía alabar a Dios y darle gracias por la victoria que estaba obteniendo cada momento. Sus oraciones debían ser positivas.
En segundo lugar, debía llenar su mente de las Escrituras. Debía leer pasajes que trataran específicamente sobre su problema (1 Ts 4: 1-7, Gá 5: 16-18, Col 3:5). También debía meditar en pasajes que le dieran seguridad de la presencia y del poder de Dios en su vida (Sal 57: 1, 2). Luego lo exhorté a que ayunara un día cada semana durante las tres semanas siguientes. Después de eso, le dije que hablaríamos otra vez.
Volvió un mes después. El ayuno había sido una lucha para él, sobre todo el primer día. «Cada hora sentí la tentación de rendirme – me dijo -, pero para la noche del segundo día, yo sabia que la victoria era posible.» Durante ese tiempo dijo haber experimentado absoluta liberación de la lujuria, aunque nunca cesaron las tentaciones.
Ese joven salió libre de mi oficina. Decidió seguir ayunando un día a la semana, como un recordatorio de lo que Dios había hecho por él. Ahora sus oraciones estaban llenas de alabanza y acción de gracias porque Dios lo había liberado de la esclavitud.
¿Pudieran estar sin equilibrio uno o dos instintos de su vida? A veces pudiera ganar la lucha, mientras otras veces pierde. No es necesario mantenerse en esa situación. Usted puede tener absoluta victoria si le permite a Dios que le ayude a poner todos sus instintos bajo el control del Espíritu Santo. Cuando eso ocurra, usted descubrirá la libertad que nunca pensó que fuera posible.
EL CONTRO DEL ESPIRITU SANTO
Un tercer principio es que el ayuno ayuda a poner nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones bajo el control del Espíritu Santo. El ayuno nos permite pensar con más claridad y rapidez. Como resultado, hay una nueva y constante conciencia de la presencia de Dios durante los tiempos de ayuno.
Su presencia se hace más notoria incluso en medio de nuestra rutina diaria. Durante los períodos de ayuno, nuestra mente tiene mayor agilidad para entender
las cosas del Espíritu. Eso es muy importante cuando estamos buscando su dirección para tomar una gran decisión.
AYUDA EN LA ADORACION
Un cuarto principio es que el ayuno es una formidable ayuda cuando buscamos al Señor en adoración.
¿Qué sucedería si usted y yo comenzáramos a ayunar los sábados antes de ir el domingo a la casa del Señor?
¿Qué sucedería si toda una congregación hiciera eso?
El culto de adoración sería un verdadero culto de adoración. Cuando las personas comienzan a ayunar, a orar y a buscar a Dios, y Él se convierte en la prioridad de su pensamiento, sentimiento y actividad, algo comienza a sucederles a esas personas y todos los demás que las rodean.
Cuando Jesús se refirió al ayuno, nO dijo si usted ayuna, sino cuando usted ayune. ¿Qué razones encontramos en las Escrituras para ayunar?
DISCIPLINA EL ESPIRITU
El ayuno disciplina nuestro espíritu hacia las cosas del Padre. Cuando llegó el tiempo en que Jesús tuvo que buscar dirección en cuanto a su ministerio, El pasó tiempo ayunando y orando. Durante cuarenta días y noches disciplinó su espíritu y su cuerpo a fin de buscar la voluntad de su Padre. Aunque Cristo estaba más cerca de Dios que ningún otro en la tierra, consideraba necesario andar esa segunda milla.
El sabía que el ayuno lleva la relación de uno con Dios a un punto en que se convierte en una prioridad absoluta. El ayuno nos permite disciplinarnos a nosotros mismos, y por lo tanto nos pone en una posición por medio de la cual podemos alcanzar nuestra potencialidad máxima tanto mental como espiritualmente.
Muchos creyentes no ven la necesidad del ayuno.
Pero si Cristo lo consideró necesario, entonces también será necesario para nosotros. Si hemos de alcanzar nuestra máxima potencialidad, debemos saber lo que Dios necesita decirnos individualmente. Eso requiere oración intensa. El ayuno intensifica la oración, permitiéndonos llegar a lo más profundo de nuestro espíritu hasta que podamos comprender las cosas espirituales que de otro modo no pudiéramos captar.
¿Cuántas veces hemos dicho o hemos oído decir
a otros: «Ni siquiera sé lo que estoy sintiendo. Parece que no puedo explicármelo»? El ayuno poda y desprende capa tras capa de sentimientos, actitudes y experiencias hasta, que llegamos al corazón de lo que Dios está tratando de indicarnos. El ayuno es la disciplina del espíritu.
BUSCANDO LA VOLUNTAD
Usted ha orado y leído sobre el tema, y ha hablado con consejeros, pero todavía esta inseguro.
Le sugiero lo siguiente. Pase tres días a solas postrado sobre su rostro delante de Dios, ayunando y orando en busca de dirección. Dígale que usted quiere que Él le revele mediante su Palabra 10 que usted debe hacer. Dios acepta esa clase de oración.
Mientras usted ayuna y ora, Él le aclarará los ojos, los oídos, el corazón y el espíritu. La atención de usted se volverá hacia Él y oirá de Dios como nunca antes.
Su dirección se volverá clara, y usted podrá seguir los planes de Dios con absoluta seguridad de sus bendiciones.
Daniel comprendió ese principio. Luchó por entender una profecía de Jeremías. Él sabía que había algo que Dios quería que él supiera, pero no lo entendía con claridad. Así que ayunó y oró delante del Señor. Renunció a la satisfacción de ciertos apetitos físicos a fin de averiguar lo que Dios estaba indicando.
Necesitamos preguntarnos: ¿Quiero alcanzar mi potencialidad para Dios, o estoy dispuesto a sentirme satisfecho sólo con lograr algo espiritual? ¿Deseo el aplauso y el elogio de quienes me rodean más que la alabanza de Dios? ¿Quiero satisfacer mis apetitos, o quiero cumplir la voluntad de Dios?
Si observamos nuestro programa diario, veremos que nos consumen la satisfacción de nuestros apetitos carnales más bien que los espirituales. Entonces nos apartamos de Dios y nos quejamos de que Él no nos habla. Parece como que está demasiado lejos. Si esperamos que Dios muestre su dirección y voluntad para nuestra vida, debemos ponerlo a Él en primer lugar. A menudo eso significa poner a un lado la satisfacción de nuestros apetitos físicos para que podamos concentrar nuestra atención en Él.
AYUDA EN EL ARREPENTIMIENTO
El ayuno tiene también otro propósito. A menudo el ayuno está asociado con el arrepentimiento y la confesión personal. Por ejemplo, digamos que usted tIene un habito que no puede vencer. Usted sabe que hay, una verdad que lo hará libre, pero por alguna razon no puede encontrarla. Lo ha intentado todo pero todavía no tiene la victoria.
Así que usted comienza a ayunar. Al principio es una lucha cuando Satanás ataca con todo lo que él sabe que es eficaz contra usted. Le dice: «¿De veras piensa que esto va a dar resultado? ¿Qué va a pensar tu famIlIa. Y además, se supone que no se lo digas a nadie, pero ya todos lo saben. Estás perdiendo el tiempo.»
Él sigue sin cesar, hasta que llega el momento en que Dios le revela a usted cómo ser libre. No todo ayuno será tan difícil. Pero recuerde que cuanto más cerca está usted de la victoria, tanto más se esforzará Satanás por desanimarlo.
Si ha tratado alguna vez de ayunar Y orar, Y no ha logrado ser fiel a su cometido, entonces ha sufrido semejantes ataques. Pero a menudo no reconocemos a nuestro enemigo. Nos condenamos cuando en realidad debiéramos alentarnos al saber que Satanás está lo bastante preocupado como para molestarnos. Satanás sabe que, cuando uno de los hijos de Dios se arrepiente con ayuno y oración, Dios purificará a ese hijo y derribará las fortalezas. Él sabe que cuando acudimos a Dios de esa manera, nos veremos desde una nueva perspectiva. Veremos el pecado, la iniquidad y la carnalidad en nuestro corazón como nunca antes los hemos visto. Por eso Satanás hace todo lo que puede para impedir que tomemos demasiado en serio nuestro arrepentimiento y confesión.
No hay ningún incidente en la Biblia de personas que ayunaran, oraran y se arrepintieran en que Dios no pusiera en acción su poder sobrenatural en la vida de ellos. Eso mismo sigue siendo cierto hoy. Si el cuerpo de Cristo ayunara y orara un día por semana, el poder de Dios se pondría en acción como nunca antes lo hemos visto. Se llenarían las iglesias. La gente no tendría apuro por irse de los cultos. Mediante nuestra confesión y nuestro arrepentimiento, le damos la libertad a Dios para que envíe el avivamiento que este mundo necesita tan desesperadamente.
No es necesario el ayuno cada vez que confesamos el pecado, pero sirve de señal exterior de genuino quebranto y aflicción por el pecado. Le muestra a Dios que tenemos más interés en mejorar nuestra relación con Él que en satisfacer nuestros apetitos carnales.
¿Está usted en un momento de la vida en que dice: «Quiero ser todo lo que Dios quiere que yo sea, pero no me parece que las cosas salen como debieran»? ¿Siente como si hubiera algo que lo detiene a usted? Entonces lo exhorto a que pase un día a solas con Dios ayunando y orando. Dígale a su familia cuáles son sus planes sin hacer mucho alarde por eso.
Si usted está teniendo algún tipo de problema familiar, pudiera ser una buena idea ayunar y orar con su cónyuge. Hasta pudiera incluir a toda su familia. De cualquier manera, Dios hará algo sobrenatural en la vida de usted y en la de su familia.
LA PROTECCION DE UNA NACION
Con frecuencia la Biblia menciona el ayuno por la protección de una nación. En 2 Crónicas 20, Josafat convocó a la nación de Israel a un ayuno después que supo que se acercaba un enemigo. Desesperado cayó sobre su rostro y clamó a Dios. Cuando terminó, Dios habló por medio de un profeta que estaba en la asamblea.
Dios le ordenó a J osafat que reuniera su ejército y se pusieran en marcha hacia la batalla, con el coro y la orquesta yendo delante. Usted puede imaginarse el asombro de los enemigos cuando salió primero el coro. Se asombraron tanto que se confundieron. Dios los derrotó, pero no lo hizo de una manera natural y normal. Si Dios salva a este país, lo hará a su manera.
Nos gustaría ver a Dios salvar a nuestra nación mediante el envío de un gran despertamiento espiritual, pero no sabemos cuáles son los planes de Dios.
Sin embargo, sí sabemos que Dios acepta el ayuno y la oración en favor de las naciones. Si nos preocupamos por algo y sentimos la suficiente carga, nadie tendrá que pedirnos que ayunemos. Ni siquiera será un esfuerzo.
Mi preocupación es ésta: ¿Hasta dónde llegaremos como nación antes que los cristianos al fin despierten y vean lo que está pasando? ¿Hasta dónde iremos antes que ayunemos y oremos regularmente por la liberación divina? Creo que Él está esperando por nosotros. Sin embargo, al igual que Josafat, de bemos reconocer nuestro peligro y nuestras debilidades, y entonces reconocer a nuestro Libertador.
LA REALIZACION DE LA OBRA DE DIOS
También se menciona el ayuno en las Escrituras con relación al interés de las personas por realizar la obra de Dios. Considere el ejemplo de Nehemías.
Mientras servía de copero del rey, supo la noticia de que los muros de Jerusalén estaban derribados y las puertas quemadas. Él escribió: «Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos» (Neh 1 :4). Los versículos del cinco al once son una crónica de su oración. Él ayunó y oró mientras mantuvo su carga para sí mismo.
Un día el rey le preguntó a Nehemías: «¿Por qué está triste tu rostro?» (2:2). Entonces Nehemías temió, ‘porque era impropio mostrar aflicción en la presencia del rey. Se suponía que la gente estuviera alegre para mantener al rey de buen humor.
Sin embargo, la aflicción de Nehemías era demasiado profunda para ocultarla, de modo que le habló al rey acerca de su pueblo y de su desesperada situación. Describió el estado de la ciudad y de los muros. Entonces el rey pagano le preguntó a Nehemías cómo podía ayudarlo. Aunque su oferta lo tornó por sorpresa, Nehemías le dijo cuánto deseaba regresar a Jerusalén para reedificar los muros.
El rey fue fiel a su palabra, y permitió que Nehemías volviera a Jerusalén. Pero junto con él envió todos los materiales necesarios para reparar los muros y las puertas. Luego, para dar una ayuda completa, envió una escolta de su propio ejército para custodiar a Nehemías.
Esa es una perfecta ilustración de lo que ocurre cuando el pueblo de Dios ayuna y ora por una preocupación por la obra de Dios. En la actualidad, sin embargo, a menudo tratarnos de hacer la obra de Dios con nuestras propias fuerzas. Usarnos los recursos del mundo para financiar la obra de Dios y los principios del mundo para mantener su obra. Pero Dios nos advierte que no nos conformemos a la manera en que el mundo hace las cosas. Más bien debernos emplear sus principios.
¿Qué habría sucedido si Nehemías hubiera tratado de desarrollar un plan para reedificar los muros sin esperar en Dios? ¿Dónde podría haber conseguido un esclavo todo ese dinero? Y ¿cómo habría salido de la ciudad sin ser capturado? Y aun cuando hubiera podido llegar lejos, habría corrido el riesgo de ser capturado otra vez y de ser puesto en la cárcel. En otras palabras, la obra de Dios nunca se habría hecho . .. por lo menos no por medio de Nehemías.
Me pregunto cuánto de la obra de Dios nunca se hace, o se demora, corno resultado de nuestra opinión equivocada. Cuando hacernos la obra de Dios a la manera de Dios, la hacernos en el poder de Dios.
En su poder lo imposible se vuelve realidad. Somos sencillamente instrumentos a fin de ser usados para la gloria de Dios.
Dios quiere que nos ocupemos en la salvación de las almas, porque es la responsabilidad de cada creyente.
La iglesia del Señor Jesucristo es más grande y más rica de lo que ha sido antes. Sin embargo, estarnos quedándonos cada vez más a la zaga en nuestro llamamiento a cumplir la Gran Comisión.
¿Por qué? Porque en algún punto del camino perdimos nuestra dependencia del Espíritu Santo, y hemos tratado de ganar al mundo mediante lemas ingeniosos, discursos persuasivos, emociones manipuladas y artimañas inútiles. Pero eso no da resultado.
DESPERTAMIENTO ESPIRITUAL
Creo que Dios quiere enviar un despertamientoespiritual a esta nación, pero no lo enviará hasta que Él sepa que estamos preparados. Debemos dejar de confiar en nuestra fortaleza y en nuestros recursos, y comenzar a suplicarle a Dios mediante el ayuno y la oración que nos envíe su unción. Sólo entonces estaremos
preparados para hacer su obra. Y sólo entonces Dios enviará un avivamiento a nuestro país.
Sin embargo, todavía no estamos lo bastante desesperados. Todavía tenemos la idea de que podemos tener un avivamiento sin hacer un gran sacrificio personal. Como ciudadanos y como nación tenemos que confesar y arrepentirnos de esa actitud de orgullo.
Tal autosuficiencia impide que Dios realice su obra por medio de nosotros.
Antes de las elecciones de 1980, los miembros de nuestra iglesia dedicaron un período de diez días para ayunar y orar. La idea era tener a alguien ayunando y orando veinticuatro horas al día durante esos diez días. Una pareja entendió mal el anuncio y pensó que debían ayunar durante los diez días, iy así lo hicieron! Cuando se enteraron de su error, fueron a decirme lo que había sucedido. Estaban rebosantes de alegría.
Ambos dijeron que fue la más grandiosa experiencia de su vida. Dijeron que Dios usó ese tiempo para señalar algunos pecados ocultos en la vida de ellos que habían estado afectando su matrimonio. Él purificó la vida de ellos y renovó la relación del uno con el otro. Estaban entusiasmados en hacerlo de nuevo.
Dios quiere hacer una obra sobrenatural en la vida de usted y en la de su familia. Quiere que usted tenga lo mejor de Él. Mi oración es que usted le permita a Dios que ejerza su poder por medio de la vida de usted de la manera que Él lo considere apropiado. Lo más probable es que tenga que hacer alguna clase de sacrificio; tal vez mediante la oración y el ayuno. Pero ¿hay algún precio demasiado grande cuando consideramos lo que Cristo hizo por nosotros?
(Tomado de «Trátelo con Oración» de Dr. Charles Stanley)
muy buena esplicacion,yo tenia la imprecion de que cuando alguien tenia una necesidad, se recomendaba ayunar para que Dios por medio del ayuno y la oracion respondiera mas rapido de acuerdo a su voluntad, pero me di cuenta que hay algo mas.
Got it, Thank You!!
El verdadero ayuno.
Asi dice el Senor en Isaias 58 : 6-11
El ayuno que a mi me agrada consiste en esto:
en que rompas la cadenas de la injusticiay desates los nudos que aprietanel yugo; en que dejes libre a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tirania 7en que compartas tu pan con el hambriento
y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semenjantes. 8 Entonces brillara tu luz como el amanecer y tus heridas sanaran muy pronto.
y mi gloria tte seguira. 9Entonces, si me llamas, yo te respondere; si gritas pidiendo ayuda, yo te dire: aqui estoy.’ Si haces desaparecer toda oprecion, si no insultas a otros ni les levantas calumnias, 10Si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillara en la oscuridad, tus sombraras se convertiran en luz del mediodia. 11 Yo te guiare constantemente , te dare comi- da abundante en el desierto, dare fuerza a tu cuerpo y seras como un jardin bien regado, como un mnatial al que no le falta el agua.
Esta ensenanza del Dr Charles esta muy bonito me ha servido mucho el estarlo leyendo pero quisiera compartirlo con los hermanos de mi Iglesia pero no lo puedo copiar no se como hacerle
por favor ayudeme en esta senama de ayuno para q el senor me fuerzas. la verdad nunca he ayunado hasta ahora intentare se q el senor me dara las fuezas.
El Dr. Stanley ha sido un verdadero Pastor en mi caminar con Dios.
Creo firmemente que el Espíritu guía sus prédicas y enseñanzas.Gracias.
soy un cristiano que lleva mucho tiempo de conocer de Dios y su palabra pero cuan saludable es retomar estos principios epirituales y biblicos, animo atodos para que lo hagan a mi me hacido de mucha bendicion.
en el diario caminar de mi vida rutinaria jamas pense que un hermoso siervo de dios nesesitara ayunar basada asus en señansas tiene el fluir del espiritu santo dentro de el me a encantado aprender sobre el ayuno y aber pasodo una linda hora imedia leyendo la palabra de dios que
Gracias Dr. Charles Stanley
por compartir esta mararavillosa
categoria a cerca del ayuno
me veo comprometida en volver
ayunar una vez mas me he convencido
cuan importante es el ayuno junto con la oración
estoy agradecida
DIOS le bendiga eternamente:
gracias muchas gracias
Dr