Cuando somos libres del rencor, somos libres para que Dios ame…
C.S. Lewis
Colosenses 3:10
Como Dios ya nos ha perdonado, la única opción que tenemos es perdonar también a los que nos ofenden. Esto no quiere decir que la persona que hace daño a otra se saldrá con la suya. Dios es justo y hace justicia. Sin embargo, a muchos se les hace difícil aceptar esto, porque quisieran ver a esa persona pagar por lo que hizo. Pero guardar rencor puede ser perjudicial para nuestra salud física, mental y espiritual.
Algunas de sus consecuencias son:
• Emocionalmente somos esclavos de la persona que nos ha ofendido. El rencor puede consumirnos y luego convertirse en amargura, la cual engendra odio, resentimiento y ofuscación.
• Perdemos amistades. Cuando rehusamos perdonar a alguien se nos hace difícil amar y ser amados. Nuestra vida se caracteriza por la brusquedad y los demás lo notan.
• Perdemos la comunión con Dios. El rencor es la causa primordial de que nuestra comunión con Dios se vea impedida.
• Nos afecta la salud. Estudios médicos muestran que tras la amargura y el resentimiento siguen problemas de salud física. Por el contrario, el perdón nos hace libres para que podamos disfrutar de la vida y vivir por encima de las ataduras emocionales. Seremos libres cuando aprendamos del Señor a perdonar a los demás.