Oraciones Egoístas
Lectura: Santiago 4:1-10
Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Santiago 4:3.
Algunas personas ven a Dios como un agente sobrenatural que lo cambia todo y que responde a su más mínimo capricho, una especie de genio de una lámpara mágica que se halla junto a ellos para cumplir todos sus deseos.
Tomemos por ejemplo el bien intencionado aficionado al baloncesto que dijo: «Nuestro equipo está perdiendo. ¡Ora!» O el ejecutivo que sale con treinta minutos de retraso para una importante presentación de ventas y les pide a sus colegas que oren para que pueda llegar a tiempo.
Las personas que están absortas en peticiones tan centradas en sí mismas tienen una visión muy superficial de Dios y de sus propósitos redentores en el mundo. Lo ven como un Ser que existe para cumplir sus deseos y suplir sus necesidades, aliviar todo sufrimiento y hacer sus vidas lo más agradables posible. Puede que obtengan esa imagen de Dios de las novelas seculares, pero no de la Biblia.
Todo intento de manipular a un Dios soberano para que sirva a nuestros intereses egoístas lo insultan. Santiago llamó a la oración egoísta «amistad con el mundo», lo cual dijo era «enemistad con Dios» (Stg. 4:3, 4).
En los próximos días, analicemos nuestras oraciones. Si generalmente son para nuestra conveniencia, comodidad o placer, ¡es hora de cambiarlas!
El propósito de la oración no es darle órdenes a Dios
sino presentarnos para el cumplimiento del deber.
--DCE/NPD