Lectura: Salmo 31:1-5, 14-20
En tu mano están mis tiempos….
Salmo 31:15.
Pete y yo somos tenores en el coro de nuestra iglesia. He llegado a apreciar su espíritu de benignidad, su espiritualidad y su amor por la música de la iglesia.
Hace un par de años, Pete estuvo hospitalizado debido a que estaba padeciendo de ciertos problemas de salud. Pasó unos días muy difíciles, pero se recuperó y regresó al coro expresando su gratitud al Señor.
Entonces Pete experimentó una ligera inflamación, por lo que le hicieron más pruebas. Su médico hizo un examen completo y descubrió un punto sospechoso en un pulmón. El médico le dijo que probablemente era maligno. Puesto que era solo un punto, lo eliminarían con cirugía.
Unos cuantos días después de recibir las noticias, Pete se encontraba de pie junto a mí en el ensayo del coro. Cuando nuestro director nos dijo que buscásemos el himno «Salvador, a Ti me entrego», escuché a Pete recobrar el aliento. Luego señaló el título y susurró: «Eso es lo que he hecho con lo que me encontraron en el pulmón.»
Pete aprendió la verdad del Salmo 31. Nuestros días están en las manos de Dios (v. 15). Cuando nos enfrentamos con un diagnóstico de cáncer o con otras malas noticias, podemos airarnos, negarlo, combatirlo o quedarnos helados por dentro. O, igual que mi amigo, podemos decirle al Señor: «En esto, y en todo, a Ti me entrego.»
Cuando la vida te ponga problemas en las manos,
pon esos problemas en manos de Dios.
--DCE/NPD