Él es el profeta
Texto: Juan 7:1-53
Versículo clave: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
Juan 7:37, 38
Jesús es el Gran Profeta profetizado por Moisés. Todavía Él guía y dirige a los creyentes hoy a través del ministerio del Espíritu Santo que mora en su interior.
UN VISTAZO PRELIMINAR
Este incidente tuvo lugar en el último día de la Fiesta de los Tabernáculos. Esta fiesta era tanto un recuerdo del viaje de Israel a través del desierto como un vistazo hacia delante, al reino prometido del Mesías. Durante la fiesta, los judíos vivían en tabernáculos hechos de ramas, una especie de enramada, esto con el fin de recordar que sus padres vivían en tiendas en el desierto y para que les enseñaran a sus hijos sobre el cuidado providencial de Dios por la nación en el pasado. La fiesta de los tabernáculos era una época festiva para el pueblo. El área del templo se iluminaba con grandes candelabros para recordarle al pueblo la nube de fuego. Cada día los sacerdotes sacaban agua del estanque de Siloé, lo llevaban al templo y lo vertían desde
una vasija de oro, recordándoles a los judíos la milagrosa provisión de agua de la roca documentada en Éxodo 17.
Fue en la celebración de esta fiesta, el último día de a fiesta, que Jesús se puso en pie y dio la invitación a las almas sedientas que provenían de todas partes. Así como Jesús es elPan de Vida, el verdadero maná enviado del cielo, Él también es la fuente de agua viva. Ambas ilustraciones están diseñadas para demostrarnos la necesidad de un Salvador.
Nosotros tenemos que recordar que cuando Jesús todavía estaba en la tierra, el Espíritu Santo aún no había venido como lo hizo en el día de Pentecostés. El Espíritu de Dios siempre está presente en cada rincón del mundo. Estaba presente antes del día de Pentecostés y sigue estando presente después; pero no estaba llevando a cabo su ministerio actual de hacer a Jesús real a los hombres como lo ha estado haciendo desde el día de Pentecostés. Aquí, por primera vez tenemos a Jesús enseñando sobre el poder detrás del reino espiritual en la tierra.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. Una invitación a los sedientos
Juan 7:37-39
1. En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
2. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
3. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
La invitación de Jesús tenía que ver con las necesidades másbásicas de la raza humana. Él estaba refiriéndose a la sed. Al menos nosotros podemos controlar parcialmente nuestra hambre. Podemos pasar días sin alimento por una razón o por otra, pero la sed es un impulso básico y devorador. Sólo podemos pasar unas cuantas horas sin algo de beber.
Jesús no estaba hablando sobre la sed física. Él no cambió el significado del término. Muchas personas tienen sed de muchas cosas. Algunas están sedientas de importancia. Quieren sentirse importantes, que pertenecen y que son alguien. Algunas personas se sienten ignoradas, algunas creen que necesitan más dinero, otras desean ser guapos o bonitas o tener personalidades fuertes. Todavía están las que tienen sed de que los consideren importantes. Jesús dice: «Si tienes sed, ven a verme. Encontrarás
lo que andas buscando». Jesús tiene el poder para llenarnos, sin importar lo que necesitemos.
Pero tenemos que tener cuidado de ver la verdad en el versículo 38. Aquí vemos la evidencia absoluta y segura de que tenemosque ir a Él y que nuestra sed espiritual está siendo satisfecha.
A menudo la gente ve a Jesús como un suplidor de necesidades. Jesús de hecho invita a todos a ir a Él y que su sed sea satisfecha; pero no dice “vengan y beban y yo les daré todo lo que quieran”. Hay un tipo falso de fe que enseña esto, y apela a la generación “mí”. La manera en que Jesús suple nuestras necesidades es fascinante y reveladora.
Jesús enseñó que nuestras necesidades se suplen conformerecibimos la vida eterna de parte de Él y permitimos que el Espíritu Santo traspase esa vida a otros a través de nosotros. Si le damos nuestro corazón a Jesús y permitimos que sea nuestro Señor, le serviremos, y el Espíritu Santo fluirá a través de nosotros. Nos convertimos en conducto de bendición a otros, y es en nuestro servicio para nuestro Señor primero y luego para otros, que entonces encontramos nuestras necesidades suplidas.
No es lo que fluye hacia usted lo que suple sus necesidades; lo que hará eso es lo que fluye a través suyo y alcanza a otros. Aquello por lo que usted está sediento será suyo cuando Jesús comience a obrar en y a través de su vida.
Para que no malinterpretaremos esto, Juan claramente nos dice que Jesús estaba hablando sobre el Espíritu Santo el cual recibe todo creyente cuando se convierte. En este momento, el Espíritu Santo no había aún asumido el ministerio de la edad eclesiástica, porque Jesús todavía no había sido glorificado. Juan escribió estas palabras después del día de Pentecostés y aquí está estableciendo el incidente en la perspectiva correcta. Nosotros fácilmente vemos cómo aquellos que estuvieron presentes pudieron haberse confundido, pero más adelante su confusión se desvanecería. Esto nos demuestra que los eventos futuros también nos aclararán muchos misterios de la Palabra. Cuando vemos hacia atrás en retrospectiva 20/20, claramente veremos como Dios estaba obrando en nuestras vidas.
II. Una división entre los oidores
Juan 7:40-44
40. Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta.
41. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo?
42. ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?
43. Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.
El resultado de esta invitación es el mismo hoy día como lo fue hace muchos años. El pueblo estaba dividido. Algunas de las personas querían tomarlo de inmediato, pero ninguno de ellos pusouna mano sobre Él.
Primero, algunos declararon que Jesús era el Profeta. Esto se refiere a un pasaje en Deuteronomio 18:15. Moisés había predicho que Dios enviaría un profeta y que el pueblo debía escucharlo. Jesús era ese profeta, pero no sólo era ese profeta. Los profetas eran los hombres de los tiempos antiguo testamentarios que hablaron al pueblo a favor de Dios. La respuesta que Jesús era el profeta era precisa pero incompleta.
Después, algunos querían creer que Jesús era el Cristo, el Mesías prometido. Ellos eran precisos en su suposición, pero su fe flaqueó en lo que creyeron que sabían de Jesús. Ellos sabían que Jesús vivía en Galilea. Ellos sabían que su ministerio se había originado ahí, y erróneamente pensaron que había nacido en Galilea. Ellos conocían las Escrituras que enseñaban que Jesús sería la simiente de David y que nacería en Belén; por lo tanto, tenían una pregunta acerca de la autenticidad de Jesús.
Aquí hay un ejemplo de un pequeño aprendizaje como algo peligroso. Lo que sabían era correcto, pero no sabían lo suficiente. Si hubieran preguntado, o buscado, fácilmente hubieran podido determinar que Jesús de hecho había nacido en Belén y que era de la casa y del linaje de David.
El resultado fue una división entre el pueblo. Ésta no fue una división basada en hechos; fue una división como muchas, basada en información incompleta y parcial. Si alguno de los grupos hubiera hecho un análisis exhaustivo de la verdad, o si como les sugirió Jesús a los saduceos, hubieran escudriñado las Escrituras, hubieran estado unidos en su fe en Él. Pero pusieron su sabiduría y entendimiento contra la revelación de Jesús, y se quedaron cortos.
Si usted entiende completa y totalmente la Palabra de Dios, entonces créala. Pero si no entiende todo con claridad, entonces particularmente necesita creerla. Usted puede confiar en Jesús
por encima de su propio entendimiento. Cuando nos apoyamos sólo en nuestro propio entendimiento, a lo menos estaremos confundidos y en el peor de los casos, completamente errados.
Algunas personas de esta multitud decidieron que Jesús debía ser arrestado, pero nadie pudo ponerle las manos encima. El tiempo de Jesús aún no había llegado, y la multitud fue dejada para que peleara con sus propios corazones y conciencias confundidas. Cuan mejor hubiera sido si hubieran aceptado la simple invitación de Jesús y hubieran creído en Él.
III. Impotencia entre sus enemigos
Juan 7:45-53
45. Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?
46. Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!
47. Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?
48. ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
49. Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.
50. Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos:
51. ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?
52. Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
53. Cada uno se fue a su casa.
Los principales sacerdotes y los fariseos no estaban confundidos en cuanto a su opinión de Jesús. Ellos habían decidido que era un criminal, y procuraban arrestarlo. Enviaron a sus oficiales, un tipo de fuerza policial del templo, para literalmente aprehender a Jesús y traérselos.
Nosotros sólo podemos imaginar cómo se sintieron estos principales sacerdotes cuando regresaron los oficiales que enviaron a arrestar a Jesús. Los sacerdotes exigieron saber dónde estaba Jesús y porqué los oficiales no se lo habían traído. Usted puede casi oír la respuesta de los hombres: “Bueno, es difícil decir exactamente lo que sucedió, pero cuando estábamos oyéndolo, de alguna manera nos tocó. Nos envolvimos tanto en lo que estaba
diciendo que se nos olvidó para qué fuimos enviados. Jamás habíamos oído hablar a alguien como este hombre”.
Los fariseos entonces recurrieron a un tipo antiguo de argumento. No podían contradecir lo que Jesús decía así que simplemente lo atacaron personalmente. Usaron el argumento despreciativo de que ninguno de los gobernantes ni fariseos habían creído. Era sólo la gente ignorante y maldita la que había confiado en Jesús.
Éste era un pensamiento errado. No había hombres grandes ni pequeños. Dios no hace acepción de personas. Todos los hombres perdidos necesitaban a Jesús y todos los que no creían en Él eran hombres perdidos. Era mucho mejor ser un oficial humilde que creyera en Jesús que un gran fariseo que estaba perdido.
Nicodemo, un fariseo, intervino. Él no había declarado su fe, pero sí salió en defensa de Jesús. Amonestó a estos hombres a que escucharan a Jesús antes de juzgarlo. Los fariseos con desdén le recordaron a Nicodemo que ningún profeta había salido jamás de Galilea. Los fariseos estaban obviamente equivocados sobre esto. Jonás era de Galilea. Nahum y Oseas probablemente eran de ahí también. Pero sus mentes estaban cerradas. Ellos ignoraron el hecho de que Jesús sólo fue criado en Galilea; Él había nacido en Belén. Esto pudo haberse determinado fácilmente; pero estas mentes y corazones ya estaban resueltos en dureza y rechazo.
En este encuentro vemos el poder de Dios invalidando la ignorancia humana. Dos veces hubo intentos de capturar a Jesús y dos veces fallaron esos intentos. Los enemigos de Jesús no tenían poder para llevar a cabo sus planes malévolos. Seguirían así hasta que Jesús mismo decidiera que era el tiempo de entregar su vida por los pecados del mundo.
En este medio lo único que pudo hacerse fue despedirse. Así que todos se fueron para la casa.
Hay una invitación sencilla en estos versículos, y ahí está la respuesta dada a esta invitación de parte de los corazones duros y fríos.
UNA PALABRA FINAL
¿Hay un problema en su vida? ¿Hay algo por lo cual usted está realmente sediento? Jesús tiene la respuesta, y no es obteniendo lo que usted cree que quiere. La respuesta es creer en Él y permitir que el Espíritu Santo controle su vida y sus acciones para que usted se convierta en un conducto de poder espiritual a otros. En la medida en que seguimos a Jesús y servimos a otros, todas nuestras necesidades son suplidas. Los pobres se vuelven ricos. Los impotentes se hacen poderosos. Los mansos se hacen valientes y fuertes. Los desconocidos se hacen famosos. Aún los pies de los que predican el evangelio se hacen hermosos.
Pero, entretanto procuremos ser la terminal del poder espiritual, jamás podremos entender esta gran invitación de Jesús.
Así como las personas en la fiesta, podremos recibir parte delo que Él dijo pero nos perderemos el resto. Podemos pensar que Jesús es un profeta sin permitirle que sea nuestro Salvador.Podemos comprender que Él tiene alguna semejanza con el Mesías sin ir hasta el fin en arrepentimiento y fe.
Y lamentablemente, incluso podemos comenzar a imitar a los principales sacerdotes y fariseos. En vez de comprender que Jesús podía satisfacer la propia sed espiritual de ellos, sólo buscaron maneras para rechazarlo. Los corazones más duros y las mentes más frías necesitan a Jesús. Los fariseos estaban tan espiritualmente sedientos como todos los demás.
La mente del hombre puede idear muchas razones ingeniosas de porqué Jesús debe ser rechazado, pero hay una razón convincente y absoluta para aceptarlo. Las almas de los hombres estánsedientas, y Él tiene el agua de vida que fluirá a vida eterna.
PARA DISCUSIÓN
1. ¿Qué diferencia hay si los creyentes son llenos o no del Espíritu Santo?
2. ¿Por qué estaba dividido el pueblo judío en cuanto a la identidad de Jesús?
3. ¿Está la gente aún dividida por la identidad y la persona de Cristo? ¿Por qué?
4. ¿Cómo podemos impedir que el conocimiento bíblico y las tradiciones nos inflen y cieguen de la manera en que lo hizo con los fariseos en Juan 7:48, 49? ¿Cree usted que tal orgullo y ceguera espiritual ocurre aún?
Devocionales Diarios
D — Cristo—el Gran Profeta, Deuteronomio 18:15-18 18:15-18.
L —Los incrédulos hermanos de Jesús, Juan 7:1-9.
M —Opiniones divididas sobre Jesús, Juan 7:10-13.
M —Enseñando en el templo, Juan 7:14-36.
J —Sediento de Dios, Salmos 63:1-8.
V —Oigan al Profeta, Hechos 3:22-26.
S —La promesa del Padre, Hechos 1:4-8.