Él es el Cordero de Dios
Texto: Juan 1:15-51
Versículo clave:
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Juan 1:29
Jesús es el Cordero de Dios sacrificado por el pecado del mundo. Él da gracia y verdad a los pecadores condenados. Juan se lo señaló a la gente. De igual manera debemos hacerlo nosotros.
UN VISTAZO PRELIMINAR
Nuestras palabras son un conducto a nuestras almas. Jesús enseñó que las cosas que proceden de la boca se originan en el corazón (Mt. 15:18). En Proverbios 23:7 leemos que los pensamientos de nuestros corazones realmente nos definen. Así que podemos concluir que si le prestamos la suficiente atención a las cosas que un hombre está diciendo, obtendremos un panorama preciso de lo que está en su corazón.
Por esto debemos ver con cuidado los títulos y los nombres que Dios le da a su Hijo. Juan ya se ha referido a Jesús como el Verbo, o la verdad de parte de Dios, y como una luz brillando en la oscuridad. En la lección de hoy se nos presentan otros tres nombres para Jesús. Ellos son: el Hijo de Dios, el Cristo y el Cordero de Dios.
Cada uno de estos términos describe un aspecto de Jesús. También definen una parte de su ministerio para con nosotros en la tierra.
Jesús afirmaba ser el Hijo de Dios, lo cual trajo persecución de parte de los judíos. Los judíos pensaron que era una blasfemia que Jesús dijera que era el Hijo de Dios. No lo era, porque la afirmación de Jesús era cierta. Aquellos que no crean que Jesús no es de este mundo morirán en sus pecados. Creer que Jesús es el Hijo de Dios es esencial para nuestra salvación.
Cristo no es el apellido de Jesús. El término significa “Mesías” o “El Ungido”. Los judíos, así como otros, estaban esperando que llegara su Mesías y debido a eso interrogaron a Juan el Bautista acerca de su identidad. De manera interesante, aprendemos en Juan 4:42 que los samaritanos también estaban buscando al Mesías.
A través de los años muchos corderos habían sido muertos como ofrenda a Dios por el pecado. De vuelta a Abel, un cordero había sido usado como sacrificio animal. Ahora, el último cordero y el fundamental: el Cordero de Dios, había venido definitivamente para ser una ofrenda con el propósito de cubrirlos pecados de todos los que creyeran en Él. Juan el Bautista presentó a Jesús como este Cordero.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. El testimonio de Juan el Bautista
Juan 1:15-18
15. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
16. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la ver-dad vinieron por medio de Jesucristo.
18.A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan el Bautista está entre las personas más distinguidas delNuevo Testamento. Él es el primer profeta predicador en unosquinientos años de historia hebrea. Él era una figura de la profecía, su ministerio había sido predicho por Isaías hacía unos ochocientos años antes. La plenitud del tiempo había llegado y Juan llegó del desierto a Judea predicando arrepentimiento y el perdón de pecados y bautizando a los que daban frutos dignos de arrepentimiento.
El ministerio de Juan el Bautista no fue sencillo ni fácil. Él predicó un cambio espiritual en una sociedad centrada en cosas físicas. Los judíos en este tiempo buscaban libertad del yugo romano y los romanos sólo estaban interesados en una conquista material; pero Juan el Bautista cumplió su misión y preparó el camino para Jesús. Él preparó a la nación para que tomara una decisión bien fundada acerca de Jesús y preparó el material para que Jesús lo usara para establecer su iglesia.
Este pasaje es una clase de resumen sobre lo que Juan el Bautista tenía que decir acerca de Jesús. Juan el Bautista nació unos seis meses antes que Jesús, así que la declaración en el versículo 15 obviamente tiene el significado que Jesús es el Dios eterno. Jesús existía antes que el mundo fuera hecho y Él estuvo ahí antes que Juan el Bautista fuera milagrosamente concebido.
Juan el Bautista testificó que Jesús estaba lleno de gracia y de verdad. La gracia es el regalo de Dios. Es el proceso por medio del cual obtenemos cosas que no merecemos. A menudo se le vincula a la misericordia, la cual es el proceso por medio del cual no obtenemos lo que sí merecemos. Juan el Bautista predicó gracia primero porque si Dios nos hubiera denegado la gracia, todos pereceríamos.
La ley fue dada por Moisés para demostrarnos nuestra necesidad de un Salvador. Jesús vino para ser ese Salvador. La ley había sido tergiversada a través de los años en Israel. A menudo había sido rotundamente ignorada. Jesús vino para cumplir esa ley y hacer lo que ningún hombre podría hacer jamás. Guardó cada parte de toda la ley. Al hacerlo no sólo trajo gracia, sino también la verdad al mundo.
La gracia sin la verdad es engañosa. Puede calmarnos en el sentido que todo puede ser perdonado sin que se pague un precio; pero la verdad demanda justicia, y la justicia demanda o un sufrimiento por los pecados o un sacrificio por los pecados. Aquí es donde entra la verdad. Jesús era la verdad. Él hizo lo que Dios demandó y pagó el precio por los pecados de todos los hombres alrededor del mundo. Ese sacrificio está disponible, no a través de la ley, sino por medio de la gracia de Dios personificada en Jesús.
Jesús revela a Dios a la humanidad. Ningún hombre puede ver a Dios. Nosotros podemos ver su obra reflejada en su creación y en nuestras mentes podemos recibir un sentido de su
grandeza y su poder; pero para ver y entender a Dios, tenemos que ver a Jesús. Colosenses 1:15 declara que Jesús es la imagen del Dios invisible. La frase traducida dado a conocer, al final del versículo 18, es interesante. Es la palabra de donde proviene el término exégesis. Esto significa explicar o mostrar el camino. Jesús nos explica a Dios y nos muestra el camino de Dios. El mundo jamás tendrá sentido a menos que lo veamos a través de la Biblia, a través de la revelación de Jesucristo.
Juan el Bautista también nos presenta el término único Hijo Unigénito. Esto quiere decir que Jesús es único, el único de una clase. Creer esto es una clave para nuestra salvación. Jesús no es una gran figura religiosa entre muchas otras. Nunca ha habido otro como Él.
II. El comité investigador de Jerusalén
Juan 1:19-28
19. Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
20. Confesó, y no negó, sino confesó:Yo no soy el Cristo.
21.Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
22. Le dijeron: ¿Pues quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23. Dijo:Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24.Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
25.Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
25. Juan les respondió diciendo:Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
26. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
27. Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
La predicación de Juan el Bautista provocó una gran agitación en Judea. Eventualmente, los judíos enviaron un comité investigador compuesto de sacerdotes y levitas desde Jerusalén para ver lo que estaba sucediendo. La primera pregunta era bastante natural; le preguntaron a Juan “¿Quién eres?”
Juan sabía hacia dónde se encaminaban y contestó claramente que él no era el Mesías. Ellos comenzaron a tratar de responder su propia pregunta y sugirieron quien podría ser Juan. Ésta es una revelación interesante para los corazones de estos hombres. Ellos le hicieron una pregunta, pero ya habían tomado conclusiones sobre la respuesta que querían oír.
Ellos sugirieron que Juan podría ser Elías. Esto porque los judíos creían que Elías volvería y restauraría a Israel a su antigua gloria (Mt. 17:10-12). En un sentido espiritual, Juan cumplió la profecía, pero claro, no era Elías vuelto en la carne. Tal vez esta creencia venía del hecho que Elías era uno de los dos hombres documentados en el Antiguo Testamento, que realmente no murieron sino que fueron traspuestos al cielo. El otro hombre fue Enoc.
Cuando Juan negó ser Elías, ellos le preguntaron si era “ese profeta”. Esto se refería a que Juan no era uno de los profetas antiguo testamentarios vueltos a nacer para traer un mensaje al pueblo de Israel. Observe que a menudo nosotros pensamos sólo en términos del pasado, sin importar cuán poco probable podría ser el pasado.
Finalmente, el comité le pidió a Juan lo que debieron haber pedido desde el principio. Le pidieron que diera su testimonio en sus propias palabras. Juan contestó de una manera interesante. Él se declaró como una voz. Usted no puede ver una voz; tiene que prestarle atención a ella, y Juan era un hombre cuya personalidad estaba eclipsada por su mensaje. Juan declaró que él era el cumplimiento de la profecía en Isaías 40:1-3 y que estaba preparando el camino para el Mesías.
Los judíos estaban aún apegados a la idea de que Juan el Bautista era el Mesías y entonces le preguntaron, “¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?” Juan contestó que él bautizaba con agua, pero que había uno entre ellos a quien ellos no conocían y sin embargo, en breve les sería presentado y sería mucho más grande que el mismo Juan el Bautista. Juan declara que él no era digno de desatar la correa de los zapatos del que vendría después de él. No cabe duda que esta respuesta no satisfizo a los judíos. No recibieron la respuesta que querían y no estaban seguros de la respuesta que habían obtenido.
III. El Cordero de Dios
Juan 1:29-34
29. El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
31.Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
32. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
33.Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: sobre quien veas descender el Espíritu y que per-manece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
34.Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
A menudo nuestras preguntas serán contestadas si somos pacientes. Al día siguiente, Juan vio a Jesús venir para ser bautizado y dio el mensaje más conciso e importante que jamás haya predicado: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (versículo 29). Aquí estaba el Mesías el hombre quien también era Dios, el único Hijo unigénito de Dios quien en gracia y verdad moriría por los pecados de toda la raza humana.
Aquí estaba el hombre que vino después de Juan pero que también era antes que Juan y quien además era el preferido por encima de Juan. Juan el Bautista declara que recibió este conocimiento como una revelación de parte de Dios. Él sabía quien era Jesús, pero hasta que Jesús se hizo manifiesto al pueblo de Israel, Juan no lo reconoció como el Cordero de Dios. Juan estaba bautizando con agua para demostrar lo que haría Jesús.
El bautismo es inmersión. En la inmersión vemos la muerte, la sepultura y la resurrección. Cuando Juan bautizó a Jesús todos los que estaban ahí vieron brevemente hacia el futuro. Jesús moriría por el pecado del mundo, sería sepultado y resucitaría al tercer día. El Cordero sacrificial de Dios es el eterno Salvador de toda la humanidad.
¿Qué hubiera pasado si Juan el Bautista hubiera cometido un error? ¿Qué hubiera pasado si él hubiera estado equivocado sobre quién era Jesús? Así que no cabe duda, el Espíritu Santo descendió como paloma sobre Jesús y una voz del cielo declaró
que Jesús es el Hijo de Dios. Este testimonio celestial no deja duda alguna en cuanto a la identidad de Juan el Bautista o la de Jesús de Nazaret.
UNA PALABRA FINAL
Juan el Bautista fue un testigo. Él fue una voz en el desierto gritando un mensaje sobre la vida y el ministerio de Jesús. Juan el Bautista pudo haber tenido un gran poder político en Israel. Tal vez pudo haber liderado una revolución que cambiara el curso de la sociedad. Pudo haber sido conocido como un gran reformador en su tiempo. Pero optó por ser testigo de Jesucristo.
No hay llamamiento más grande que el de presentarles a Jesús a otros. Cualquier cosa que hagamos como hijos de Dios, tenemos que verla desde la perspectiva de que somos la voz gritando el mensaje de verdad en un desierto de pecado.
Juan predicó un mensaje completo. Él no se detuvo con la sal-vación. Jesús de hecho era el Cordero de Dios que llevaría el pecado del mundo; pero aunque el bautismo no salva las almas de los hombres, es una parte del proceso de honrar y servir al Señor. Aquellos que oyeron el mensaje de Juan no se avergonzaron de seguir la verdad a las aguas del bautismo.
Juan no bautizó hombres como un mero ritual espiritual. Él insistió que la prueba del verdadero arrepentimiento precedía el bautismo. El corto pero efectivo ministerio de Juan el Bautista es un gran ejemplo y un patrón para todos los que sir-van al Señor a través de la era eclesiástica. Haremos bien en estudiarla, imitarla y hacer lo mejor por contarle al mundo sobre nuestro maravilloso Salvador.
PARA DISCUSION
1. Cuando usted lee el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús, ¿cuál es la faceta más asombrosa del carácter de Juan? Comente razones por las cuales Juan era perfecto para preparar el camino de Jesús.
2. ¿Qué significa para usted que Jesús fuera el Cordero sacrificial de Dios?
3. ¿Qué significado tiene que Juan el Bautista fuera enviado de parte de Dios (Juan 1:6)?
4. ¿Por qué se sometió Jesús al bautismo de Juan el Bautista?
Devocionales Diarios
D —Un Cordero para el matadero, Isaías 53:7-9.
L —Los primeros discípulos de Jesús, Juan 1:35-51.
M —El ministerio de Juan el Bautista, Juan 3:26-36.
M —El testimonio que da Juan de Cristo, Lucas 3:15-17.
J —El Cordero Redentor de Dios, 1 Pedro 1:18, 19.
V —El bautismo de Jesús, Mateo 3:13-17.
S —Digno es el Cordero,Apocalipsis 5:6-12.