La Humildad Tiene Memoria Selectiva
por Charles R. Swindoll
“Olvidando ciertamente lo que queda atrás” (Filipenses 3:13) es una afirmación que nos indica que Pablo no era del tipo de persona que vive en el pasado. Él dice, en efecto: “Dejo a un lado mis propios logros así como también las ofensas que otros me han hecho. Rehúso atascarme en eso.” Esto exige humildad, especialmente cuando uno examina el pasado de Pablo. Simplemente escuche:
De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez (2 Corintios 11:24-27).
Piense en todas las personas que Pablo podría haber incluido en su lista de gente detestable. Pero Pablo no tenía una lista de esas. Con humildad, él olvidó lo que quedaba detrás. Intencionalmente descartó todos los males que le habían hecho.
El otro mejor ejemplo en el que puedo pensar es un hombre asombroso llamado José, en el libro de Génesis. Rechazado y aborrecido por sus hermanos, lo vendieron a un grupo de viajeros que iban en caravana con destino a Egipto, en donde lo vendieron de nuevo como esclavo común en el mercado de esclavos, la esposa de su jefe lo acusó falsamente, quedó olvidado en una mazmorra, y su propio padre lo consideraba muerto; sin embargo, este hombre finalmente fue promovido a un cargo de alta autoridad justo debajo del faraón. ¡Si alguien alguna vez tuvo razón para lamerse las heridas y detestar su pasado, José era el hombre!
Pero lo asombroso de la historia es esto: rehusó recordar las ofensas. Es más, cuando él y su esposa tuvieron su primer hijo, le puso por nombre Manasés, nombre hebreo que quiere decir “olvidar.” Él explica la razón por la que escogió ese nombre:
Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre” (Génesis 41:51).
Sus palabras incluyen un punto de extrema importancia. A fin de olvidar los males que se nos han hecho, Dios debe ser quien los borre.
El profeta Isaías, de Judá, lo dice de esta manera:
No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. 5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado” (Isaías 54:4-5).
El Señor Dios nos promete que podemos olvidar porque Él personalmente tomará el lugar de esos recuerdos dolorosos. Para usted que ha tenido un pasado de vergüenza, que ha perdido a su cónyuge, el Señor viviente reemplazará esos horrorosos recuerdos y en su lugar ¡se pondrá él mismo! ¡Gran promesa! Eso hace posible el olvido. Dejados a nuestras propias fuerzas, ¡ni soñarlo! Pero con la promesa de que Dios reemplazará el dolor consigo mismo: su presencia, su poder, su misma vida, podemos olvidar “lo que queda detrás.”
Traducido de una adaptación de Charles R. Swindoll, Improving Your Serve: The Art of Unselfish Living
me es una fortaleza leer estas reflexiones
a la vez un desafio en olvidar lo pasado, aunque con el poder di Dios todo es posible.
Humildad,linda palabra,pero dificil de poner en practica en nuestras vidas,es No mirar atras,es ver con ojos de perdon el presente y el futuro!