Lectura: Mateo 25:1-13
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo….
Juan 10:9.
George Morrison, uno de los predicadores más populares de Escocia a principios del siglo XX, era conocido por un sermón titulado «La puerta siempre abierta». Y en su lecho de muerte exclamó: «Ahora está abierta para mí y pasaré por ella.» Como creyente que era, con toda seguridad entró por la puerta hacia la gloria.
Sin embargo, esa puerta no siempre estará abierta. Un día la puerta de la gracia se cerrará y los incrédulos serán echados de la presencia de Dios para siempre.
El elocuente evangelista inglés George Whitefield (1714-1770) predicó una vez sobre el texto de Mateo 25:10 que dice: «É y se cerró la puerta» (Mt. 25:10). Se escuchó a un hombre entre los asistentes que le dijo a otro: «¿Y qué? Otra puerta se abrirá.» Pero Whitefield siguió predicando y dijo: «Podría haber alguien aquí indiferente y satisfecho consigo mismo que diga: «¿Qué importa si la puerta se cierra? Otra se abrirá.» Sí, así esÉ la puerta que lleva al abismo sin fondo, ¡la puerta del infierno!»
Cuando se termine el tiempo y Dios cierre la puerta de la salvación se abrirá la puerta que lleva a la muerte, a las tinieblas y a la desesperación. Pero hoy, si confías en Jesucristo, entrarás por la puerta que aún sigue abierta y que conduce a la vida eterna.
¿Has pasado por esa puerta?
Cristo es el único camino al cielo;
todos los demás caminos conducen a la muerte.
--VCG/NPD