Peleando Contra la Incredulidad de la Ansiedad
Por John Piper
Mateo 6:25-34
La Incredulidad Como la Raíz y la Esencia de Todo Pecado
Voy a colgar un puente entre el texto del domingo pasado con el tema de hoy de la incredulidad de la ansiedad. En Hebreos 3:12 dice, “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.” Y el versículo 14 dice, “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.”
En otras palabras, la evidencia de la que has sido hecho participante en Cristo— a la que estás unido a él en la fe de la salvación—es que mantienes esa confianza firme. La perseverancia en la fe es necesaria para la salvación. Cuando una persona es verdaderamente convertida, el corazón es transformado para que ahora la vida se viva a través de la fe. (Gálatas 2:20).
El nuevo nacimiento introduce a la persona a una vida de guerra. Esta guerra se llama “la batalla de la fe” en 2 Timoteo 4:7; 1 Timoteo 6:12. Y aquí en Hebreos 3:12 se le llama la batalla contra la incredulidad. “Mirad [es la vigilancia de la batalla], hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad [el enemigo de la guerra] para apartarse del Dios vivo [lo que pasa si no se toma la guerra en serio].”
En otras palabras la lucha más fundamental de nuestra vida es la lucha de creer en el Dios vivo, y no dejar que nuestro corazón sea un corazón malo de incredulidad. Porque si la incredulidad en el Dios vivo toma la delantera en nuestra vida, entonces el resultado puede ser un endurecimiento que nos hace no estar dispuestos a arrepentirnos y nos aparta de la gracia de Dios.
Ahora, esto no va a ocurrirle a los que verdaderamente están en Cristo. Los que verdaderamente han nacido de Dios toman la batalla seriamente, y usan en poder de Dios para luchar, y ganan con la fe perseverante. Es lo que Dios promete. “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24).
El puente, entonces, que quiero colgar entre el texto de la semana pasada y el de esta semana es la verdad de que debajo de nuestra lucha contra la maldad en nuestro corazón está la batalla contra la incredulidad. La incredulidad es la raíz de la maldad y la esencia del mal. Todo nuestro pecar nace de nuestra incredulidad en el Dios vivo y en lo que nos ha dicho en la Escritura.
La Incredulidad como la Raíz de la Ansiedad
El texto de hoy ilustra esto con una condición maligna del corazón, que es la ansiedad.
Detente un momento y piensa cuántas acciones y actitudes pecaminosas diferentes vienen de la ansiedad. La ansiedad sobre las finanzas puede dar lugar a la codicia y avaricia y al robo. La ansiedad de sobresalir en algún trabajo puede hacerte irritable y abrupto y osco. La ansiedad de las relaciones puede hacerte apartado e indiferente y desinteresado por otras personas. La ansiedad de cómo alguien va responderte puede hacer que cubras la verdad y mientas sobre muchas cosas. Si se conquista la ansiedad, muchos pecados serian vencidos.
¿Pero cuál es la raíz de la ansiedad? ¿Y cómo pude ser destruída? Para responder la pregunta, vayamos a nuestro texto en Mateo 6. Cuatro veces en este texto Jesús dice que no debemos tener ansiedad.
Versículo 25: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida.”
Versículo 27: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”
Versículo 31: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”
Versículo 34: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”
El versículo que muestra la raíz de la ansiedad explícitamente es el versículo 30: “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” En otras palabras Jesús dice que la raíz de la ansiedad es la falta de fe en nuestro Padre Celestial. Cuando la incredulidad toma la delantera en nuestra vida, uno de los resultados es el afán, la ansiedad.
Así que cuando Hebreos dice, “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad,” incluye el significado: “Mirad, he no haya en ninguno de nosotros corazón AFANADO de incredulidad. La ansiedad es una de las condiciones malas del corazón que nacen de la incredulidad. Demasiada ansiedad, dice Jesús, viene de poca fe.
Este es el tipo de conexión que vamos a ver una y otra vez en las semanas siguientes. La raíz de toda la condición pecaminosa del corazón es la incredulidad en el Dios vivo.
Dos Tipos de Respuestas Perturbadas a Esta Verdad
Ahora puedo pensar en dos tipos de respuestas perturbadas a esta verdad. Les diré cuales son y las responderé bíblicamente antes de entrar a la batalla contra la incredulidad de la ansiedad.
1. “¡Éstas No Son Buenas Noticias!”
Una respuesta sería así: “¡Éstas no son buenas noticias!” De hecho es muy decepcionante el saber que lo que creíamos que era solamente una lucha contra la ansiedad es una lucha más profunda de saber si creemos en Dios o no.
Ahora, mi respuesta a esto es estar de acuerdo pero después es estar en desacuerdo. Supongamos que has estado teniendo dolores de estómago y has estado teniendo problemas con las medicinas y las dietas y nada funciona. Y después de algunos días, el doctor te dice que tienes cáncer en el intestino delgado. ¿Serían buenas noticias? Responderías, enfáticamente, ¡no! Y estoy de acuerdo.
Pero voy a hacer otra pregunta: ¿Estás contento de que el doctor descubrió el cáncer cuando es aún tratable y que hay una posibilidad alta de que funcione? Responderías, sí, estoy feliz de que el doctor volvió a encontrar el problema. Otra vez, estoy de acuerdo.
Así que las noticias de que tienes cáncer no son buenas porque el cáncer sea bueno, sino porque saber qué es lo que verdaderamente está mal y que puede ser tratado son buenas noticias.
Así es como se siente saber que el problema detrás de la ansiedad es la incredulidad en las promesas de Dios. No son buenas noticias porque el cáncer de la incredulidad sea bueno. Son buenas noticias porque SABER LO QUE REALMENTE ESTÁ MAL es bueno, especialmente porque la incredulidad puede ser tratada exitosamente por nuestro gran doctor.
Por lo tanto, quiero enfatizar que encontrar la conexión entre nuestra ansiedad y nuestra incredulidad es, de hecho, buenas noticias, porque es la única forma de luchar contra la verdadera causa de nuestro pecado y obtener la victoria que Dios nos da a través de su terapia en su Palabra y Espíritu.
2. “¿Cómo Puedo Tener Seguridad?”
Hay otra respuesta posible a la verdad de que nuestra ansiedad está arraigada en nuestra incredulidad de las promesas de Dios. Es: Tengo que lidiar con sentimientos de ansiedad cada día; entonces siento que mi confianza en Dios es totalmente inadecuada. Me pregunto si acaso puedo tener seguridad de que soy salvo.
No Tener Fe Vs. Ser Atacado en la Fe
Mi respuesta a esta pregunta es así: Supongamos que estás en una carrera de autos y tu enemigo, que no quiere que tú ganes, te lanza lodo al parabrisas. El hecho de que temporalmente pierdas la visibilidad y vires bruscamente no significa que te vas a salir de la carrera. Y ciertamente no significa que estás en la pista incorrecta. De otro modo no le importarías al enemigo. Significa que debes encender los limpia-parabrisas y limpiar el vidrio.
Lo que quiero decir es esto: cuando la ansiedad nos golpea y turba nuestra visión de la gloria de Dios y de la grandeza de sus planes futuros para nosotros, no significa que no tenemos fe, o que no iremos al cielo. Significa que nuestra fe está siendo atacada. El primer golpe puede hacer que nuestra creencia en las promesas de Dios resbale un poco. Pero mantenernos o no en la pista y llegar al final de la carrera depende en si actuamos en resistencia o no. Si luchamos contra la ansiedad o no. ¿Encenderemos los limpiadores?
El Testimonio de la Escritura
El Salmo 56:3 dice, “En el día que temo, Yo en ti confío.” No dice: “Nunca lucho con el temor.” El temor nos ataca y la lucha empieza. La Biblia no asume que el creyente verdadero no tendrá ansiedades. De lo contrario, la Biblia nos dice como pelear cuando somos atacados.
Por ejemplo, en 1 Pedro 5:7 dice, “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” NO dice, nunca tendrás ansiedades para echar sobre Dios. Dice, cuando el lodo cae en tu parabrisas y pierdes la visibilidad temporalmente del camino, enciende tus limpiadores y tu limpiaparabrisas.
Para Aquel Que Lucha Diariamente con la Ansiedad
Así que mi respuesta a la persona que tiene que luchar diario con sentimientos de ansiedad es ésta: eso es más o menos normal. Lo que importa es como lo manejas.
Y la respuesta a eso es ésta: para luchar con las ansiedades, debes luchar contra la incredulidad. Y para luchar contra la incredulidad, debes meditar en la palabra de Dios y pedirle ayuda al Espíritu Santo. Los limpiaparabrisas son las promesas de Dios que limpian el lodo de la incredulidad. Y el agua en el parabrisas es la ayuda del Espíritu Santo.
Sin la ayuda del Espíritu Santo, los limpiadores de la Palabra simplemente raspan los pedazos de incredulidad. Los dos son necesarios—el Espíritu y la Palabra. Leemos las promesas de Dios y oramos por ayuda en el Espíritu. Y cuando el parabrisas se limpia y podemos ver los planes buenos de Dios para nosotros (Jeremías 29:11), nuestra fe se vuelve más fuerte y la ansiedad se va acabando.
Venciendo la Ansiedad al Luchar Contra la Incredulidad
Voy a cerrar con unas ilustraciones de cómo el luchar contra la incredulidad vence la ansiedad.
El Patrón de Jesús y Pablo
Aquí en nuestro texto tenemos una ilustración de la ansiedad sobre la comida y la ropa. Aún en nuestro país, con tanto que tenemos, la ansiedad sobre las finanzas y las casas puede ser muy intensa. Pero cuando Jesús dice en el versículo 30 que esto es por la incredulidad: “hombres de poca fe.” Y por eso ése párrafo tiene al menos media docena de promesas para luchar contra la incredulidad.
Por ejemplo al final del versículo 32 dice: “pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Esta es una promesa espectacular. En todo lo que hagas en la casa o en el trabajo, pon los propósitos de Dios primero, y el proveerá todo lo que necesitas para vivir para su gloria. Cree en esa promesa, y la ansiedad financiera se evaporará en el calor del cuidado de Dios.
Pablo aplicaba la promesa a la ansiedad en Filipenses de esta manera. En el 4:6 dice, como Jesús lo hizo, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Y luego en el 4:19 dice, “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”
Ansiedades Que Podemos Enfrentar
Así que tenemos que continuar con el patrón de Jesús y Pablo. Luchamos contra la incredulidad de la ansiedad con las promesas de Dios.
Cuando tengo ansiedad sobre un nuevo proyecto o reunión riesgosa, lucho contra la incredulidad con esta promesa: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
Cuando tengo ansiedad sobre mi ministerio siendo inservible y vacío, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”(Isaías 55:11)
Cuando tengo ansiedad sobre ser demasiado débil para hacer my trabajo, lucho contra la incredulidad con esta promesa de Cristo, “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”(2 Corinitos 12:9) y “Hierro y bronce serán tus cerrojos, y como tus días serán tus fuerzas.” (Deuteronomio 33:25)
Cuando tengo ansiedad sobre las decisiones que tengo que tomar sobre el futuro, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmo 32:8)
Cuando tengo ansiedad sobre enfrentarme contra oponentes, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31)
Cuando tengo ansiedad sobre la enfermedad, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; ya la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu de Dios que nos fue dado” (Romanos 5:3-5)
Cuando tengo ansiedad de volverme viejo, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.” (Isaías 46:4)
Cuando tengo ansiedad sobre morir, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios.” (Romanos 14:9-11)
Cuando tengo ansiedad de que me detenga en mi fe y caiga lejos de Dios, lucho contra la incredulidad con esta promesa, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6) “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23). “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).
Y ayer cuando Rob y Gail se casaron, imprimieron las promesas de Dios en el folder de la boda. Con éstas pelearán y lucharan contra la ansiedad del matrimonio.”Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.” (Deuteronomio 31:8)
Así es que los animo en su combate, tomen el libro de Dios, pidan ayuda al Espíritu Santo, pongan las promesas en sus corazones y peleen. Y recuerden la promesa de Proverbios 21:31, «El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria.”
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org