Lectura: Génesis 24:10-28
Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro….
–Génesis 24:12.
Una niña miraba cómo su padre luchaba bajo el ardiente sol para cortar la grama del jardín, que era de un tamaño considerable. Cuando terminó le dijo: «Papi, me gustaría que tuviésemos una de esas segadoras de grama en las que uno se puede subir. Te voy a comprar una.» Pero la niña no lo dejó ahí, en lo que parecía una promesa imposible. Comenzó a orar por una de esas segadoras para su papá. Además, empezó a hacer trabajitos diversos para ganar dinero.
La niña logró ahorrar cincuenta dólares, pero todos sabían que eso no era suficiente. Un día, ella y su madre vieron que vendían una segadora como la que deseaban comprar. Se acercaron al aviso con escepticismo y no podían creer lo que veían: US$50. ¡Y funcionaba!
En Génesis 24 leemos que el siervo de Abraham buscaba esposa para Isaac. Tenía la difícil tarea de encontrar una mujer de una familia que estaba a cientos de kilómetros de distancia. Y además, ella tenía que estar dispuesta a regresar con él a Canaán. El siervo oró específicamente, hizo todo lo que pudo, y esperó en el Señor.
Dos peticiones aparentemente imposibles. Dos creyentes fieles en oración y en acción. Una forma que da resultados formidables.
No todas las oraciones son contestadas afirmativamente, pero ese no es nuestro problema. Nuestra tarea es ver la necesidad, pedir ayuda a Dios, y hacer lo que podamos. Todos necesitamos una fe «segadora».
Una fe viva es una fe en acción.
NPD/--JDB