Lectura: Apocalipsis 2:18-29
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.
–Apocalipsis 2:19.
Los lectores de medidores afrontan el viento, la lluvia, los perros y los sótanos oscuros para verificar el uso del gas, la electricidad y el agua en las casas. Pero en algunas ciudades [de los EE.UU.] hoy día, los medidores de gas tienen transmisores de radio. Equipos móviles con receptores de radio y computadoras pueden obtener las lecturas desde un vehículo que pasa por las casas. Mientras un buen lector de medidores podría verificar 250 medidores en un día, una van que circula por calles residenciales puede abarcar casi cien veces más en el mismo período de tiempo.
No obstante, esa tecnología no es nada comparada con la capacidad de Dios de saberlo todo acerca de nosotros, todo el tiempo. Si los simples mortales pueden idear medios de verificación desde un vehículo de transporte, ¡cuánto más puede el Dios infinito y omnipresente saber todos nuestros caminos y pensamientos!
Jesús se describió a Sí mismo a la iglesia de Tiatira como «el Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego» (Ap. 2:18). Con un conocimiento infinito e íntimo nos dice: «Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia» (v. 19). Y con ese conocimiento también dice: «Tengo unas pocas cosas contra ti» (v. 20).
¿Hay algo que sea más tranquilizadorÉ o más grave que eso? Los ojos de Jesús son como fuego que queman todas las envolturas. Esta verdad debería humillarnos mientras esperamos Su regreso.
Los que conocen a Dios serán humildes;
los que se conocen a sí mismos no pueden ser orgullosos.
NPD/ --MRD II