UNA BATALLA EN EL ALMA
SALMO 11
I. A través de las Dificultades.
II. A través de los Consejos Recibidos.
III. A través de una Respuesta Personal.
IV. CONCLUSION.
¿Cómo respondemos a las pruebas de nuestra vida?
SALMO 11
«UNA BATALLA EN EL ALMA»
En este Salmo encontramos a David enfrentando dificultades y problemas probablemente durante el reinado de Saúl.
Pienso que este Salmo es la expresión de una batalla interna en la vida de David. Podríamos describirla en tres etapas, a saber.
1) Una batalla en el alma a través de las dificultades.
2) Una batalla en el alma a través de los consejos recibidos.
3) Una batalla en el alma a través de la necesaria respuesta personal.
I. UNA BATALLA EN EL ALMA A TRAVES DE LAS DIFICULTADES.
La primera impresión de esa batalla la podemos ver a través de las dificultades, y en esas dificultades descubrimos que hay amenazas de destrucción. «Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón». (Vr.2). La palabra arco, es la palabra que da a entender que lo encierran en la batalla. Sobre esto podemos traer varios comentarios de la palabra de Dios para entender este versículo que nos enseñarán más a apreciar lo que David está expresando.
Por ejemplo en el libro de Jeremías en el Cap. 20:9, él expresa un lamento profundo cuando dice: «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude». He aquí un predicador que quería irse, un predicador que estaba disilusionado ; este era Jeremías. Si le preguntamos a un pastor, ¿alguna vez en su escritorio, a solas con Dios, dijo estas palabras?: ¡Basta, ya tengo suficiente, he de dejar el pastorado! Posiblemente nos contestaría con las palabras de Jeremías, no obstante la gran presión que estaba sufriendo.
Si Jeremías se sentía desolado, triste, angustiado y desalentado, veamos también la situación de Elías. El profeta nos dice: «He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida». (1a. Reyes 19:10)
Elías se encuentra maltratado y con miedo de perder su vida. Prácticamente vemos que él expresa lo que siente el corazón de aquellos que batallan en el ministerio. Hay momentos que pareciera que todo ha terminado, pero podemos aprender entonces que hay una batalla en el alma, y que esa batalla se manifiesta a través de las dificultades que Satanás se encarga en presentarnos. ¿Cuál es la aplicación práctica del Vr.2?: Los creyentes no debemos sorprendernos, pues en cada generación ha existido un Caín, un Sambalad y un Judas.
Debemos recordar las palabras de Jesús expresadas a través del evangelio de Juan Cap. 15:18-20: «Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me han aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra». Una batalla en el alma vista a través de las dificultades, y esas dificultades fueron expresadas por el desenvolvimiento del ataque de nuestro enemigo. Los versículos que hemos tomado como ejemplo mencionando a Jeremías y a Elías, han sido para que tanto los pastores, los maestros de la escuela dominical, los líderes entre los jóvenes y cualquiera de nosotros cuando estemos desanimados, cuando estemos decaídos, cuando sintamos que nuestras fuerzas se desvanecen, miremos en las Escrituras y tomemos ejemplo de aquellos líderes maravillosos como Jeremías y Elías, que también tuvieron momentos de dificultad, que también tuvieron momentos de caos en el cual parecía que «tiraban la toalla» como ocurre a los boxeadores cuando ya no resisten el combate, cuando parecía que ya no querían trabajar más, y Dios tuvo que ayudarlos. Recordemos que si a Jesús lo crucificaron, posiblemente nada menos nos espera a nosotros.
II. UNA BATALLA EN EL ALMA A TRAVES DE LOS CONSEJOS RECIBIDOS.
El segundo aspecto de nuestro tema es una batalla en el alma a través de los consejos recibidos. «En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave?». (Vr.1) Los amigos de David vinieron y sin lugar a dudas le aconsejaron diciéndole: «David, el peligro es supremo, el peligro es muy grande y desastroso, y la única solución para tu vida es escapar para el monte en las alturas donde Saúl quizas no pueda alcanzarte». David se sorprende y entonces hace estas declaraciones tan espectaculares, tan maravillosas, tan expresivas de su simple confianza en Dios.
Estas palabras nos hacen ver lo que dijo Nehemías: «Entonces dije: ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la vida? No entraré». (Cap.6:11).
Cuando Jesús estuvo levantado en la cruz, ¿cuál fue la expresión más importante que escuchó del pueblo y los soldados?: «…Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo». (Lucas 23:37). Demos gracias a Dios que Jesús no descendió de la cruz ¿verdad? Jesús estaba haciendo un trabajo y no tenía tiempo para escuchar a la muchedumbre.
Es de esperar que nosotros también estemos haciendo un buen trabajo para el Señor y no tengamos tiempo de escuchar la voz de Satanás que nos dice: «Resigna, deja este trabajo, huye de este lugar, deja tu pastorado, ¡tanto trabajo, tanto desvelo, tanto estudiar, tanto enseñar, tanto escuchar, tanto ayudar! ¿Y cuál es el pago?» Cuántas veces el enemigo trata de decirnos que dejemos lo que estamos haciendo y nos intimida a volver a la vida secular cuando ya hemos puesto las manos en el arado. Quiera Dios que seamos influenciados con las palabras de David en el Vr. 1 de este Salmo: «En Jehová he confiado…» y no abandonemos nuestra manos del trabajo.
Hay dos aplicaciones prácticas que quisiéramos compartir. La primera es esta: Los creyentes no huyen de su puesto de responsabilidad donde Dios los ha colocado. «Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio». (2a. Timoteo 1:7). Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía pero sí un espíritu de dominio propio, de amor, un espíritu de humillación. Reiteramos nuestro pensamiento anterior: Los creyentes no huyen del puesto donde Dios los ha colocado.
La segunda nos enseña que: Los creyentes no dejan la tarea que en sus manos hayan puesto, o sea que no abandonan el deber que les ha sido confiado. En Mateo Cap. 16: 22-23 leemos algo con respecto a esto: «Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres». La batalla en el alma se ve a través de los consejos recibidos. Aquí David es aconsejado a huir, a escapar. No dejemos que personas que quizas nos aman, que nos quieren, sean instrumentos usados por Satanás para que pongamos nuestros ojos en las cosas de este mundo y no en las cosas de Dios.
III. A TRAVES DE UNA RESPUESTA PERSONAL.
Pasemos ahora al tercer punto de nuestro tema, una batalla en el alma a través de la respuesta personal. «Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres». (Vr.4). Esta respuesta personal está expresada por el conocimiento de aquellas cosas que Dios ha provisto, y sabemos dos cosas de este versículo que dice acerca de Dios: «Jehová está en su santo templo…» Por lo pronto, Jehová está con nosotros. Y en segundo lugar, el destino donde nosotros hemos de ir.
Lo práctico de este versículo es muy simple: La respuesta del creyente está fundada en el conocimiento que éste tenga de Dios. Hay a lo menos dos conocimientos que este Salmo nos enseña que debemos tener de Dios: El primero es que Dios prueba a su pueblo. «Jehová prueba al justo; pero al malo, al que ama la violencia, su alma los aborrece». (Vr. 5). Este versículo no nos dice que Jehová tienta al justo, sino que lo prueba, le coloca ciertas vallas para que saltándolas se sienta cada vez más fuerte en el camino de Dios.
El segundo, Dios ha de coronar con honor a aquellos que perduran creyendo en su palabra y confiando en su palabra: «…el hombre recto mirará su rostro». (Vr.7).
¿Cuál es la conclusión de este Salmo, «Una batalla en el alma»?: Es muy simple, lo que realmente entristecía a David no era el huir, sino que, lo que realmente le molestaba era el consejo de que huyera, pues si una persona huye y claudica en el camino del Señor, esa persona deja un sabor de incredulidad en lugar de dar buen testimonio para Dios y viene a ser una piedra de tropiezo para aquellos que lo rodean, por lo tanto fijémonos cómo andamos, enfrentemos la batalla que llevamos en el alma para que esta no nos conquiste. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía dice Pablo a su discípulo Timoteo, Dios nos ha dado un espíritu conquistador.
Hermano, hermana, ¿Cómo respondemos a la prueba que cada día Dios nos presenta? ¿Cómo respondemos a las circunstancias que cada día nos rodean? Quiera Dios que en esta batalla personal, en esta batalla que el alma tiene día a día, podamos decir como David: «En Jehová he confiado;…» Dios nos bendiga.
(Programa Radial con Gabriel Otero)
Gracias por este Salmo alentador. Es un estudio maravilloso que nos ayuda avanzar pese a todo lo que nos rodea un mundo lleno de frivolidades, vanidades.
Gracias Francisco.
Excelente expocicion de la palabra de Dios ‘ , nos ayuda de forma increíble a proyectarnos espiritualmente frente a los problemas de la vida con la sabiduría de Dios .