Lectura: Salmo 66:8-20
Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia. –Salmo 66:20.
Cuando sufrimos dolor y pérdida, a veces hacemos esta pregunta: «Si el Señor está con nosotros, ¿por qué ha sucedido todo esto? Aunque la Biblia nos habla del futuro de la historia humana, no da explicaciones específicas de los acontecimientos que suceden diariamente en nuestra vida. A veces cuando nos ocurre algo trágico entendemos un poco, pero por regla general somos incapaces de desentrañar el misterio de las enfermedades o los accidentes.
Incluso en momentos en que un trauma nos deja perplejos podemos mantenernos firmes a este consejo que alimenta la fe: «…. El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios» (Is. 50:10).
Eso fue lo que hizo W. A. Shelton. El antiguo pastor de la Primera Iglesia Metodista de Gadsden, Alabama, perdió a su esposa, a quien amaba entrañablemente. No obstante, pudo decir honestamente a su amigo Denson Franklin: «La extraño muchísimo, pero juego en el equipo de Dios y Él es el director. Él determina las jugadas, y yo corro a donde Él me indica. Ha sido Él quien ha decidido esta jugada. No lo comprendo, pero seguiré jugando en su equipo.»
¿Estás atravesando por circunstancias que no comprendes? Clama a Dios (Sal. 66:17, 19, 20), y sigue confiando en su sabiduría y en su bondad. Él comprende todo y está interesado en ti.
Cuando todo parece estar en tu contra
recuerda que Dios está de tu parte.
NPD/VCG