Lectura: Génesis 5:18-24
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. –Génesis 5:24.
Si leemos el capítulo 5 de Génesis vemos que se parece mucho al registro que llevan en los juzgados. Nombre, edad al momento de morir, sobrevivientes. Pero en esa lista tan concisa, de pronto nos encontramos con un hombre que se destaca de entre todos los demás. «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (v. 24).
No sabemos mucho más de Enoc. Probablemente cuidaba los rebaños, trabajaba la tierra, cuidaba a su familia. Cualesquiera que fuesen sus responsabilidades, sabemos que sostenía una conversación con Dios. Enoc expresaba sus gozos, sus tristezas, sus confusiones y la responsabilidad que sentía por sus hijos. Enoc caminaba con Dios.
Enoc llegó a amar lo que Dios ama y a aborrecer lo que Dios aborrece. Y lo que es más interesante aún, Enoc agradó a Dios (He. 11:5). Un día, Dios debe haber dicho algo así: «Enoc, hemos caminado juntos mucho tiempo. ¿Por qué no vienes a casa y te quedas conmigo?» El antiguo escritor simplemente relata: «É y desapareció, porque le llevó Dios» (Gn. 24).
El Señor sigue buscando a aquellos que quieran caminar con Él. ¡Qué privilegio para nosotros! El Creador del cosmos, el Gobernador de los cielos, y el Redentor de la humanidad procura nuestra amistad. ¿Procuramos nosotros la suya?
Mientras más cerca de Dios camines,
menos espacio habrá para que se interponga algo entre tú y Él.
NPD/HWR