Un Hombre Llamado Mateo

Mateo ni tan siquiera se dio cuenta cuando se le cayó su plumón. Había estado escribiendo una de las docenas de impuestos que preparaba a diario cuando de pronto sucedió.

Ese hombre…ese Hombre tan especial entró caminando, con una mirada fija que parecía conocer cada detalle pequeño acerca de su vida, pero que a su vez dejó escapar una sonrisa que expresaba lo insignificante que podían ser esos detalles. “Sígueme,” fue todo lo que Mateo escuchó; era todo lo que necesitaba oir. ¡Es gratis!

La frase vino de pronto a la mente de Mateo, y cuando menos se lo esperaba volvió a resurgir: ¡Es gratis! ¡Esto es un regalo!

Después de muchos años de estar contando dinero y de escribir recibos a sus clientes; luego de pasarse años cobrando los impuestos romanos a hombres judíos y de extorcionar a sus propios compatriotas, Mateo finalmente oyó la oferta a la que no pudo resistirse.

La presencia de Dios ablandó la dureza del corazón de Mateo y este pecador que cobraba impuestos pudo entender que la gracia de Dios es gratuita. Comprendió que no son los que estan bien de salud los que necesitan un médico, sino los que están enfermos. Que el Hijo de Dios no vino para llamar a los rectos- sino a los pecadores- al arrepentimiento. Mateo poseía precisamente esas cualidades.

“La experiencia personal que tuvo Mateo con el Señor se encuentra en el libro de Mateo 9:9-17; y es un vívido ejemplo de la gracia de Dios,” escribió el maestro de Biblia Warren Wiersbe. “Y al pasar, vió a Leví hijo de Alfeo (Marcos 2:14). Mateo significa “regalo de Dios.” Aparentemente, el nombre que se le dió era para conmemorar su conversión y su llamado al discipulado.

“Recuerde que los publicanos eran de los hombres más odiados por la sociedad judía. Para comenzar eran considerados traidores de su propia nación porque ellos se vendían a los romanos para trabajar para el gobierno de Roma. Cada cobrador de impuestos compraba de Roma el derecho de colectar los impuestos; mientras más cobraba, más podía conservar para sí. Se les consideraba ladrones y traidores; y su constante contacto con los gentiles les hacía religiosos sospechosos y hasta impuros.”

El expositor bíblico Henry Lockyer explica que Mateo perdió lo que se conoce como el círculo familiar, al alejarse de la convivencia con su familiares y amigos. El no sólo había perdido su identidad nacional- quienes lo rechazarían de por vida- sino que carecía de consciencia. Para finalizar, el vendió su fe de manera increíble, porque Leví, que era su nombre de pila, revelaba que sus ancestros provenían del linaje de sacerdotes de Israel hijo de Jacob. Mateo indudablemente fue criado por unos padres temerosos de Dios, quienes quedaron con el corazón despedazado al darse cuenta que su hijo era un avaro y un traicionero público.

Es bajo ese entorno y en ese contexto que la gracia de Dios interviene , por medio de su Hijo Jesucristo. Mateo estaba extremadamente cargado cuando Jesús se le acercó y le dijo: Sígueme.

No debe asombrarnos entonces porque Mateo prácticamente saltó para recibir ese regalo-considerando el precio de todo su intento como ganancia.
Lucas 5:28 dice que Mateo “dejándolo todo, se levantó y le siguió.” Mateo dejó todo. Los impuestos. La extorsión. Los ingresos. El dejó todo menos, ¡gloria a Dios!, su don de mantener apuntes con suma precisión.

Mateo escribió uno de los libros más importantes. Su evangelio une el Antiguo Testamento al Nuevo Testamento con una evidencia arrolladora (nueve textos de evidencia profética) que prueba que Jesucristo es el Mesías judío que culmina las profecías antiguas. Está claramente escrito para la audiencia judía y proclama que Cristo es el Rey ungido por Dios para ser el único heredero del trono de David.

Mateo era poderoso en espíritu porque fielmente acudió al llamado de Dios sin importarle el costo. Su transformación fue tal que se atrevió a ofrecer una gran fiesta, a la que invitó a sus amigos publicanos –incluyendo a muchos de los que sin duda alguna le rechazarían–para conocer a Jesús.

Mateo también supo ser humilde. Cuando Lucas y Marcos se referían a Mateo, lo llamaban por su nombre de nacimiento, Leví. Pero en Mateo 13:3, él se llama a sí mismo como el cobrador de impuestos.

Mateo quiso que nunca se pasara por alto que él fue un pecador. Esto lo mantuvo alejado del orgullo para que siempre se acordara de todo lo que hizo antes de que se encontrara con Cristo.

¿Da usted gracias a Dios porque uno de los doce discípulos fue una vez un hombre pecador, lleno de culpas y cargas? ¿Somos agradecidos con Dios por darnos el legado de conocer como transcurrió el cambio en Mateo?

Tomado de En Contacto


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