Lectura: Eclesiastés 2:1-11
Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará.
Proverbios 24:3.
Hay un grupo en el estado de Maryland que está diseñando una «casa inteligente». Esta casa, equipada con computadoras, se puede programar para supervisar al bebé, hacer el café, abrir la ducha, reducir las luces y poner música. Percibe si las personas están en una habitación y ajusta la calefacción y las luces debidamente. Si la aspiradora está prendida cuando suena el timbre de la puerta o el teléfono, la computadora la apaga automáticamente.
¡Imagínate lo que sería poseer una casa de sueños como esa! Uno podría tener una idea de cómo era la vida de Salomón, quien en su día tenía todo lo que una persona podía desear (Ec. 2:10).
Sin embargo, recuerda que cuando Salomón llenó su vida de lujos, también se sintió vacío (Ec. 2:11). Cuando vivió para las riquezas y el confort se encontró con los mismos problemas que hacen que la gente coloque avisos de los que dicen SE VENDE en frente de miles de casas hoy. Los ricos que se olvidan de Dios se ven afectados por el divorcio, el alcoholismo y la depresión.
Pero Salomón finalmente volvió en sí (12:13, 14). Regresó a sus propios principios. Se acordó de que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, y de que una verdadera casa de sueños puede ser cualquiera, no importa el tamaño, si está edificada sobre la sabiduría de Dios (Pr. 24:3).
Sé inteligente: pide la sabiduría de Dios.
--MRD II/NPD