Lectura: Proverbios 30:1-9
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas….
Proverbios 30:8.
Platón, el filósofo griego, tomó prestada una oración de un antiguo poeta que según él es la que mejor expresa la forma en que nosotros, los mortales de vista corta, deberíamos orar. Aunque la oración iba dirigida a una deidad pagana contiene una lección para nosotros. Dice así: «Concédenos las cosas que sean mejores, ya sea que las pidamos o no; y ordena que las cosas malas se mantengan alejadas de nosotros, aun cuando te las imploremos.»
La perspicacia de ese filósofo también se ve en la Biblia, sólo que con un enfoque más claro y específico. Siglos antes de la época de Platón, Agur comprendió plenamente que una oración sabia debe basarse en la verdad y en un deseo de glorificar al Todopoderoso. Le pidió a Dios que le concediese dos cosas antes de morir: «Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas» (Pr. 30:8).
Agur anhelaba la integridad y el contentamiento. Ese deseo incluía su disposición a que Dios impidiera en su vida cualquier cosa que pudiese hacerlo autosuficiente y olvidarse del Señor, o hacerlo ladrón y profanar con ello el nombre de Dios (v. 9).
Platón se concentró en lo que es mejor para nosotros. Agur fue un poco más lejos. Quería lo mejor para él, pero sólo si iba a reflejar la gloria de Dios. Esa es la manera sabia de orar.
La oración bíblica busca la gloria de Dios, no nuestra ganancia.
--DJD/NPD