Lectura: Juan 14:15-24
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
Juan 14:15.
El día escolar había terminado y Sandy, de 14 años de edad, estaba ansiosa por llegar a su casa. Entró corriendo en la cocina y exclamó: «Mamá, ¡estoy enamorada! Me estremezco cuando estoy cerca de él y siento un cosquilleo en el estómago cuando me habla.»
La madre de Sandy escuchaba mientras su hija se desbordaba contándole lo maravilloso que era estar enamorada, pero no se alarmó demasiado. Esperaba que en poco tiempo el romance terminaría, y unos días más tarde terminó. El verdadero amor es mucho más que una sensación de estremecimiento y cosquilleo en el estómago.
De la misma manera, las señales de un auténtico amor por Jesús deben ser mucho más que los buenos sentimientos que se experimentan al cantar con entusiasmo o al dar un ardoroso testimonio en público.
Oí hablar de una mujer que describía con mucha alegría cuánto disfrutaba su iglesia y amaba a Jesús. Sin embargo, se negaba a hablarle a su suegra, peleaba con sus hermanas, y trataba de dominar a su esposo. Si ella no podía demostrar su devoción a Jesús obedeciendo su mandamiento de amar a los demás, la felicidad que ella sentía en la iglesia no significaba nada.
Cuando Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Jn. 14:15), nos estaba dando la prueba suprema de nuestra devoción a Él. ¿Pasamos la prueba?
Una prueba de tu amor a Dios es tu amor al prójimo.
--HVL/NPD