Lectura: Romanos 1:18-32
Mirad que no desechéis al que habla…. Porque nuestro Dios es fuego consumidor.
—Hebreos 12:25, 29.
Traté de hablar con Félix acerca de mi fe. El fue amable, pero me dijo que prefería no hablar de religión. Su meta en la vida era ser una persona decente y disfrutar de la vida cuanto le fuese posible. Había llegado a la conclusión de que la muerte era el fin de todo. Decía que estaba contento con sus creencias.
Aparentemente, Félix se negaba a pensar seriamente en la revelación de Dios de Sí mismo en la naturaleza (Job 38; Sal. 19:1-6; Ro. 1:20) y dentro de su propia conciencia (Ro. 1:18-21; 2:14-16).
Dios se ha revelado a Sí mismo en el mundo creado, en nuestra naturaleza interior y en la Biblia. Cada persona es responsable de lo que hace con la revelación que ha ofrecido Dios de Sí mismo. Podemos racionalizar su revelación en el mundo creado. Podemos rechazar el testigo interior de nuestra conciencia. Podemos rechazar la Biblia. Pero esas respuestas conducen al infierno.
La respuesta mejor y más apropiada a la revelación de Dios es reverencia, reconocimiento del pecado y confesión. Esa respuesta conduce al perdón, a la paz interior, y a la vida eterna.
Si has rechazado la revelación de Dios de Sí mismo, arrepiéntete y vuélvete a Él antes de que sea demasiado tarde. Si has decidido abrirle tu corazón a Jesús puedes estar seguro de que serás bienvenido en su presencia por toda la eternidad.
Tarde o temprano tendrás que enfrentarte con Dios.
-HVL/NPD