Lectura: Efesios 6:1-9
Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor…
Efesios 6:8.
Bárbara escuchaba con algo de envidia cómo la oradora en el retiro para mujeres hablaba con un brillo en los ojos de la forma en que el Señor había provisto maravillosamente para su necesidad. Deseaba que algo así le sucediese a ella.
Luego, en el mismo retiro, quedó fascinada cuando otra oradora contó de una increíble oportunidad que recibió del Señor para testificar, y cómo varias mujeres, profundamente desesperadas, abrieron sus corazones a Cristo. Bárbara anhelaba que Dios la usase poderosamente, pero no esperaba que ocurriese.
La rutina de Bárbara era despachar a su esposo para el trabajo y a los niños para la escuela, ocuparse de su hogar, trabajar un par de días a la semana y ayudar en su iglesia. No creía que hubiesen muchas oportunidades para que Dios la usase poderosamente.
Con todo el énfasis que ponemos en lo espectacular en estos días, es fácil que perdamos de vista el hecho de que Dios es el Dios del diario vivir. Parece que siempre estamos buscando una gran manifestación de su poder en nuestras vidas. Pero lo que el Señor desea es que nos centremos en hacer su voluntad de corazón cada día, deleitándonos en un servicio humilde para Él (Ef. 6:6, 7).
No te pierdas las maravillosas maneras en que Dios quiere usarte en las actividades de la vida ordinaria.
Puedes hacer la mayor de las tareas para Dios
ahí mismo donde estás.
--DCE/NPD