Lectura: 1 Corintios 1:18-31
… somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo….
—Romanos 8:16, 17.
Un día, el educador y comediante Sam Levinson estaba de pie junto a un grupo de hombres que parecían destacarse entre él.
Alguien preguntó: «Sam, ¿no te sientes raro rodeado de personas tan altas?
Él respondió: «Sí. ¡Me siento como una moneda de diez centavos entre monedas de un centavo!»
Esto me recordó que puede que los que somos cristianos no seamos muy «altos» a los ojos de algunos, y en realidad, el mundo a menudo nos tiene a menos. Pero a los ojos de Dios, ¡valemos muchísimo!
El apóstol Pablo escribió: «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabiosÉ (1 Co. 1:26, 27).
Puede que no ocupemos posiciones de prestigio y poder en la sociedad, pero en Cristo recibimos una posición muy superior a las que ocupan los «peces gordos» del mundo. Debido a nuestra relación con Cristo somos de gran valor. Pablo dijo en Romanos 8 que «somos hijos de Dios É y coherederos con Cristo» (vv. 16, 17).
Independientemente de cuánto abuso el mundo pueda acumular sobre nosotros o cuán pequeños podamos parecer comparados con otros, somos preciosos para Dios. Por causa de Cristo tenemos un valor inconmensurable.
El mundo podría rebajarte,
pero a los ojos de Dios no tienes precio.
-RWD/NPD
gracias Señor por tu A mor.