El Camino Bíblico al Exito

De acuerdo con el mundo, el éxito es la suma total de lo que somos y lo que logramos. Sin embargo, lo que Dios dice del éxito es completamente diferente. Para Él el éxito depende de nuestra relación con el Señor Jesucristo.

Dios define el éxito de acuerdo al deseo constante que tengamos de llegar a ser todo lo que él ha planeado para nuestra vida. Cuando hacemos de esto la meta de nuestra vida, Dios nos bendice de muchas maneras.

Tenga presente que Dios tiene éxito en todo lo que hace; Él nunca fracasa. Por eso, su deseo es que tengamos éxito en todo lo que emprendamos. Pero esto no quiere decir que debemos esforzarnos por llegar a ser el gerente o presidente de una gran empresa. Más bien, el concepto de Dios del éxito, y las bendiciones que ello trae, debería motivarnos a hacer lo mejor, no importa lo que hagamos en la vida.

Si usted es un mesero, sea el mejor. Si es un banquero o una abogada o el gerente de una gran empresa o una madre que se ha dedicado a criar a sus hijos, esfuércese por tener éxito donde el Señor le ha puesto. El éxito no consiste en tener un gran puesto en su trabajo, sino en que usted es una persona de inmenso valor porque Cristo vive en usted.

APRENDAMOS EL PRINCIPIO DEL ÉXITO
Josué fue un gran guerrero. Dios lo escogió para que guiara al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Eso era una gran responsabilidad. Moisés había muerto y el manto del liderazgo cayó sobre los hombros de Josué. La mayoría de nosotros hubiéramos sucumbido al peso, pero Josué había sido capacitado para tener éxito.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué Dios permite las dificultades en su vida? Pues, es porque está capacitándole para que tenga éxito. Charles Spurgeon escribió: “El Señor no capacita a sus soldados en lechos de pluma, sino que los lleva por ríos turbulentos, por montes escarpados y por caminos largos cargando mochilas de aflicción sobre sus espaldas. Así es como Él los convierte en soldados».

Josué era el guerrero de Dios, pero también necesitaba recibir ánimo del Señor. Tres veces, en los primeros nueve versículos del libro de Josué, el Señor le dice: «Esfuérzate y sé valiente». No hay nada malo en que necesitemos que el Señor nos infunda ánimo y valor. Confiar en Dios es un ingrediente esencial para tener éxito (Jos 1:1-9).

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo escribe: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Co 12:10). La fuerza de Pablo no vino de sí mismo, sino de su fe en el Dios omnipotente.

Ese es el mismo Dios que está al tanto de nuestra vida y planea nuestro éxito. Él tiene dominio sobre todas las cosas y sabe lo que necesitamos para tener éxito en todo aspecto de la vida. En Jeremías 29:11 dice: «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros –declara el Señor– planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza» (BLA).

Dios nos ha dado lo que necesitamos para tener éxito. Nos ha dado dones espirituales; nos ha dado el Espíritu Santo, la oración y el deseo de tener éxito. La duda y el temor pueden impedir que gocemos de las bendiciones de Dios.

David supo lo que es estar ante una tarea que parecía imposible. De lejos podía ver la figura imponente de Goliat. Sin embargo, él tenía al alcance el valor que necesitaba para cumplir su tarea porque Dios era su fortaleza.

En 1 Samuel 17:45-46, David dice a Goliat: » Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré…». David afianzó su fe en Dios y confió en que Él le concedería el éxito.

APLIQUEMOS EL PRINCIPIO
Tanto Josué como David mostraron diez cualidades que los llevó al éxito.

• Una idea clara de lo que debemos hacer. Josué, al igual que David, tuvo una meta que Dios le había fijado.
Fijarse metas es esencial para poder tener éxito. Si usted nunca se ha fijado metas, comience con las cosas básicas. Divida una hoja de papel en varias columnas y asígnele a cada columna una categoría; por ejemplo: familia, finanzas, amistades, estudios, vida espiritual. Procure fijarse metas que sean lógicas. Por ejemplo, en el campo de las finanzas, tal vez quiera fijarse la meta de ahorrar para algo en especial.
La fe y la oración son esenciales a la hora de fijarse metas. Fíjese metas pensando en que la única manera de lograrlas es con la ayuda de Dios. Goliat se burló de lo que David dijo; sin embargo, la primera piedra que salió de la honda de David dio en el blanco.
¿Cuál meta le gustaría alcanzar este año pero que no se ha decidido a empezar a hacerlo? Si la meta que se le ocurre le parece muy grande para usted, entonces es la adecuada para el poder de Dios.

• Un deseo vehemente por alcanzar nuestra meta. Si queremos tener éxito, debe consumirnos el deseo de ver nuestro sueño cumplido. Dios promete darnos los deseos de nuestro corazón. Lo maravilloso de la gracia de Dios es que nos enseña a desear cosas buenas, a aspirar a lo imposible y a soñar con metas que sólo Él puede ayudarnos a alcanzar.
David escribe: “El rey se alegra en tu poder, oh Jehová; Y en tu salvación, ¡cómo se goza! Le has concedido el deseo de su corazón, y no le negaste la petición de sus labios. Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien…” (Sal 21:1-3).

• Confianza en la capacidad que Dios nos ha dado para alcanzar la meta. Josué y David tuvieron éxito porque enfocaron sus metas en Dios. Ni siquiera se les ocurrió pensar en el temor o la derrota.
Antes de enfrentarse a Goliat, David dijo al rey Saúl: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo” (1 S 17:37). Y antes de vencer a Goliat en batalla, David le dijo: “Porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (v 47). En cuanto a su relación con el Señor, David confiaba plenamente en Él. Él sabía que la tarea era formidable pero Dios le daría la victoria.

• Un plan de acción. Si queremos tener éxito, es esencial que tengamos un plan de acción. Fijarse una meta sin un plan de acción es como construir una casa sin consultar los planos. David tuvo éxito no porque fue un gran guerrero, sino porque siempre tuvo un plan de ataque. Dedicó tiempo a la oración y a la comunión con Dios. Cuando estaba seguro de lo que Dios le estaba indicando que hiciera, él echaba manos a la obra.

• Un programa que seguir. No tenga temor de fijar un tiempo límite a sus metas. Esto a menudo nos ayuda a mantenernos en el rumbo correcto. Pero tenemos que ser sensibles a los ajustes que el Señor haga. Si Él nos muestra que debemos acortar o alargar el tiempo que hemos fijado, debemos obedecerle. Lo importante es comenzar.

• La colaboración de otros. Muchas de las metas que nos fijamos en la vida quizá no requieran la colaboración de los demás. Pero hay otras en las que sí necesitaremos la ayuda de otros. David necesitó la ayuda de Saúl para vencer a Goliat. Si el rey no le hubiera dado permiso, David hubiera tenido que esperar a que se presentara otra oportunidad para vencer a Goliat.

• Persistencia. Las personas que tienen éxito son persistentes; no se dan por vencidas; siguen con un proyecto hasta que haya sido terminado. ¿Se imagina lo que Josué pensó cuando Dios les ordenó que marcharan alrededor de la ciudad, sin decir nada? Unos días después, Dios les dijo que gritaran y creyeran que las murallas se derrumbarían. Las instrucciones del Señor tal vez no tengan sentido para nosotros, pero para Él sí lo tiene. La fe y la obediencia acompañan a la bendición y al éxito.

• El control de nuestras emociones. No deje que otros lo controlen con sus necedades e insinuaciones. David se vio despreciado por sus hermanos, cuando le dijeron “¿qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto?” (1 S 17:28 NVI). En la vida nos encontramos por todo lado con personas que quieren hacernos desistir de nuestros propósitos. Tratan de sembrar en nosotros la duda, el temor, la desgana, la codicia, las excusas y la pereza.

David no permitió que las palabras de sus hermanos lo hicieran desistir de su cometido. Si Dios le ha fijado una meta, no se desvíe del rumbo. No permita que su estado de ánimo se vea afectado por las dudas e insinuaciones de otros. Sólo usted conoce la meta que Dios le ha dado. Por tanto, propóngase lograr la meta, y recibirá la bendición de Dios.

• Hay que esforzarse. El esfuerzo es parte muy importante del éxito. El temor a fracasar y la opinión de los demás pueden paralizarnos y evitar que logremos el éxito. La fuerza para la batalla no viene de nosotros, sino del Señor Jesucristo.
Si ponemos en práctica los principios bíblicos, el éxito será nuestro. Esto se cumple porque Dios es el autor del éxito. Él escribió el mejor Libro de todos los tiempos sobre el éxito, y se llama la Santa Biblia.

• Confianza plena en Dios. Si queremos tener éxito, tenemos que depender completamente de Dios. Hay muchos que, según el mundo, han tenido éxito. Tienen riquezas y son famosos pero espiritualmente están en la bancarrota porque han descuidado sus almas. No conocen la esperanza que pueden tener en Cristo. No han encontrado el verdadero éxito, aunque lo han buscado por todas partes.
Si vivimos de acuerdo al plan de Dios, tendremos éxito en la vida. La paz y el contentamiento llenarán nuestro corazón, y el deseo de tener que surgir y ser más desaparecerá porque habremos logrado el mayor grado de éxito, que es la relación personal e íntima con nuestro Dios y Padre celestial.
Dios quiere que tengamos éxito

Tomado de En Contacto


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