Cada año mucha gente gasta dinero en comparar casas, automóviles, ropa y en sus vacaciones, todo con la esperanza de encontrar paz y contentamiento. Pero fuera de Dios no hay paz. Y aunque el Señor nos da muchas cosas que podemos disfrutar, el contentamiento y la paz verdadera no tienen su base en lo que poseemos o no poseemos desde una perspectiva material. Se basan en la relación con una persona: el Señor Jesucristo.
Muchos tratan de resolver sus problemas sin la ayuda de nadie más. Nicodemo era un principal entre los judíos. Era fariseo y miembro del Sanedrín. También era un erudito. Desde la perspectiva humana, tenía todo: dinero, poder y prestigio. Aun así, le faltaba algo en la vida. Fue a ver al Señor Jesús bajo la sombra de la noche, buscando respuesta para las preguntas que tenía. Necesitaba a un salvador y el Señor Jesús era su única solución.
Y a usted, ¿le falta algo en la vida? ¿Se pregunta si alguna vez tendrá el gozo y contentamiento que promete la Biblia? Usted puede encontrarla por medio de la relación personal con el Hijo de Dios.
Antes de su muerte, el Señor dijo a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da . . .» (Juan 14:27). La paz de Dios es inquebrantable y eterna. Cuando el Señor Jesucristo entra en nuestra vida, trae consigo paz eterna. No sólo es la paz de la salvación, sino una paz que reside en el corazón.
¿Cómo podemos apropiarnos de la paz de Dios? Primero, acogiéndonos a su soberanía en nuestra vida. Él gobierna todas las cosas. Durante una violenta tempestad en el Mar de Galilea, los discípulos se llenaron de temor por el peligro que confrontaban. Despertaron al Señor de su sueño profundo, gritando que iban a perecer. Inmediatamente el Señor mandó al viento y a la lluvia que se detuvieran y los elementos obedecieron. Tenemos un Dios que nos ama completamente.
Segundo, a fin de experimentar la paz de Dios, debemos aceptar la oferta que Él nos hace de amor incondicional. Nicodemo se enfrentó a una decisión ineludible y lo mismo nos sucede a nosotros. Debemos decidirnos a confiar en Cristo tanto para nuestra salvación como en todos los detalles de la vida. La paz es la evidencia de nuestra fe en un Dios soberano y santo que han prometido que no nos abandonará bajo ninguna circunstancia.
