En una sociedad como la nuestra, orientada a lo que uno puede lograr, hay la tendencia a comparar lo que valemos con la capacidad de realizar ciertas tareas.
Incluso, como creyentes, tendemos a valorar lo que somos basados en lo que podemos hacer, en lugar de lo que somos en Cristo. Sin embargo, cuando estamos creciendo en la fe, el Espíritu Santo está siempre actuando en nuestra vida, ayudándonos a que nos demos cuenta del origen de nuestra verdadera identidad. «Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido» (1 Corintios 2:12).
Cuando medimos lo que somos y valemos de acuerdo a lo que hallamos logrado en la vida, tendemos a hacer lo mismo con los demás. Por consiguiente, aceptamos a los demás basados en las mismas condiciones erróneas y artificiales que nos imponemos a nosotros mismos.
Lamentablemente, los hijos con frecuencia se ven perjudicados por los complejos de inseguridad de los padres.
Nuestra lucha personale con la falta de amor propio se refleja en lo que esperamos de nuestros hijos. Como a menudo no estamos satisfechos con nuestra apariencia o nuestro rendimiento, se nos hace difícil estar satisfechos con el de ellos.
En busca del equilibrio
Debe haber un equilibrio, un punto medio, entre aceptar toda clase de comportamiento de sus hijos y estar siempre insatisfecho con todo lo que hacen. Si usted desea que sus hijos busquen la excelencia, sin mostrarles una actitud de aceptación condicional, deberá procurar dos cosas.
Primero, todo lo que usted haga para motivarlos debe ir precedido de muestras de su amor incondicional hacia ellos.
No deben faltar los instantes o las conversaciones en las que usted exprese con claridad su amor hacia ellos: un regalo, una prenda de vestir o la simple concesión de algún permiso. Al dar el regalo, haga hincapié en que éste no está relacionado con ninguna ocasión o comportamiento en particular, sino que simplemente expresa su amor hacia ellos.
Segundo, la norma que use para evaluar a sus hijos debe estar de acuerdo con las aptitudes de ellos, no con las aptitudes de otros.
Hay que estimularlos a la excelencia tomando en cuenta si ellos están o no están haciendo lo mejor que pueden. Comparar el rendimiento de un hijo con el de otro niño a la postre llegará a perjudicar el amor propio del primero, lo cual, a su vez, afectará su individualidad y originalidad.
Considere a cada hijo suyo una persona única, y no olvide que cada uno de ellos tiene aptitudes para cosas diferentes.
Trate de descubrir esas aptitudes y provea el ambiente adecuado para que sus hijos las desarrollen. De ellas depende que sus hijos puedan realizar todas sus posibilidades.
¿Originalidad o rebeldía?
Es importante que usted como padre de familia pueda diferenciar entre individualidad y originalidad y rebeldía. Con frecuencia, la originalidad e individualidad de un niño se malinterpretan como rebeldía.
Los padres tenemos la tendencia a desconfiar de nuestros hijos cuando ellos quieren empezar algo nuevo. Nuestros sentimientos a veces nos hacen llegar a conclusiones a la ligera que no solo están equivocadas, sino que pueden perjudicar la formación de su personalidad. En nuestro afán por «protegerlos» de algo que vemos como peligro potencial, con frecuencia destruimos los medios por los cuales ellos puedan poner en práctica la ingeniosidad con que Dios los ha dotado. Cuando los padres hacen esto, los niños casi siempre lo toman como una manera de rechazo.
Un vistazo a la realidad
Las preguntas que siguen han sido redactadas con el propósito de ayudarle a ver si usted está aceptando a sus hijos de una manera incondicional. Sería bueno que usted analizara solo estas preguntas y luego comparara sus respuestas con las de su cónyuge.
• ¿Cómo se siente usted cuando sus hijos hacen algo indebido en público?
• ¿Qué es lo primero que les dice cuando hacen algo indebido en público?
• ¿Cómo reacciona usted ante las personas que conocen las faltas de sus hijos?
• ¿Hace usted hincapié en el desarrollo de ciertas aptitudes en lugar de la formación del carácter?
• Cuando disciplina o premia a sus hijos, ¿establece con claridad la diferencia entre valores y rendimiento?
Evaluación de los resultados
Si su reacción inicial ante el comportamiento de su hijo es de vergüenza… entonces, ello puede indicar que usted está más interesado en el comportamiento que en el carácter de sus hijos. Hoy en día la sociedad no le da mucha importancia al carácter. Cuando se trata de seguir principios fuera del hogar, nuestros hijos recibirán muy poco o ningún apoyo de la sociedad; por tanto, es sumamente importante hacer hincapié en la formación del carácter en el hogar.
Una buena manera de ver si sus hijos se sienten aceptados sin condiciones por usted, bastará con que les pregunte: ¿qué creen que deban hacer para que yo me sienta orgulloso de ustedes? La respuesta que reciba le dará una idea de lo que usted ha estado comunicándoles, sin importar lo que haya estado diciéndoles.