Cuando se habla de las madres tenemos la fácil tendencia, guiados por el egoísmo mas que por otra cosa, a pensar en la nuestra. Si se nos pide definición exacta de lo que una Madre es, lo primero que pensamos es en una señora que tiene hijos; pero si meditamos profundamente de manera que intervenga parte de nuestro sentimiento, en lo que la palabra significa; cambiamos la definición, añadiéndole algo especial y particular nuestro, que indiscutiblemente viene al pensar en nuestra madre.
He tenido la osadía de sutilizar sobre el concepto que debemos tener de lo que es una madre; y olvidando mi egoísmo, he pensado detenidamente, logrando como resultado coordinar estas ideas que aquí expreso. Madre significa todo lo que voy a exponer
y aun mucho mas.
Madre es un darse en amor — en un amor imperecedero, edificado sobre pilares indestructibles, ya que se basa mayormente en una compenetración de todo en el hijo; cosa que raras veces poseen los demás en la vida. Por eso, en este día consagrado para homenajearlas, quisiera enviarles a todas un mensaje que exprese en muy bellas palabras, la inmensa deuda de gratitud que para con ellas tenemos contraída — y muy especialmente con la nuestra, por sus bondades incomparables y por sus comportamientos maternales para con nosotros, sus hijos.
Son las madres también, las que han sabido sembrar los mas hondos afectos en nuestros profundos e insondables corazones. Los lazos que se forman al calor del amor maternal son cadenas irrompibles, que el tiempo, la distancia, los desaciertos del destino, las decepciones y las hondas pruebas de esta copa de amargura, jamás podrán romper.
«Que siempre vivan en el recuerdo nuestro cada día, y así habrá una frondosa quietud que Permita regarse en nuestras almas mas copiosamente los gratos perfumes que puedan encontrarse en las regiones insondables del espíritu nuestro, para darnos así a nuestras madres.»
Bienaventurados sean todas las madres, ya que el tiempo, ni la distancia logran cambiarlas, porque ellas tienen su sitio destinado en el corazón de aquellos que con ellas conviven y dan todo lo que tienen sin esperar nada.
A Dios le pido que derrame su Santa bendición sobre todas las madres y que glorifique sus santos y benditos nombres.
Escrito por Antonio Gilberto Arroyo Torres a los 15 años de edad