Pregunte a cualquier jovencita si le gustaría ir de compras a la tienda con el papá y lo más seguro es que le diga: «¿Que qué? ¡De ninguna manera!»
Eso fue exactamente lo que una madre muy perspicaz pidió a su esposo y a su hija que hicieran. Si la hija no estaba de acuerdo en salir con su papá a comprar ropa, entonces, no iba a tener ropa nueva para el año escolar. Por supuesto, la jovencita aceptó. La experiencia resultó ser muy instructiva y provechosa tanto para el papá como para la hija. El papá se dio cuenta de lo que estaba y no estaba de moda, de lo que a su hija le gustaba y no le gustaba, y de lo caro que es vestir a una adolescente. Ella se dio cuenta de que su papi haría cualquier cosa con tal de no ir de compras, que la música era muy diferente cuando él era joven y que la decencia tiene mucho valor.
Al hacer a un lado sus diferencias, el padre y su hija lograron más durante una tarde que lo que muchos padres logran durante toda una vida. Aunque no se haya dado cuenta de ello, usted como padre es la persona que tiene mayor influencia en la vida de sus hijas. La actitud de sus hijas hacia las amistades, el matrimonio y Dios depende en gran parte de la relación que tengan con usted como padre.
Las jovencitas que se sienten seguras de su feminidad, por lo general tienen padres que las apoyan y las estimulan a desarrollar todas sus cualidades de mujeres. Lo contrario les sucede a las jovencitas que no tienen una buena relación con sus padres.
A las mujeres que han tenido muy poca relación con sus padres puede hacérseles difícil entablar amistad con los hombres. Cuando una hija recibe el cariño, la atención y el apoyo que necesita de su padre, estará mejor preparada para navegar por el mar de las relaciones sociales.
Con mucha frecuencia, los padres son el punto de referencia para sus hijas en cuanto a lo que el hombre significa en la vida de una mujer. Las hijas se fijan en sus padres para saber qué esperar de los hombres: cómo son, cómo se expresan, cómo actúan. Ellas, al observar a sus padres, se forman el concepto de lo que son los hombres, cómo tratan a las mujeres y qué esperar de ellos como padres.
El Dr. Paul Faulkner, autor de Cómo criar hijos fieles en un mundo ajetreado, dice: «¡Cuánta falta hacen los papás! Nadie puede tomar el lugar de ellos en el hogar: ni la mamá, ni los abuelos, ni las escuelas, ni el Estado, ni siquiera la iglesia. Si el papá no cumple con su función, nadie podrá hacerlo».
Si usted es como la mayoría de los papás que tienen hijas adolescentes, criar a su hija fue fácil cuando era pequeña y se le sentaba en el regazo para que usted le leyera cuentos. Pero cuando llegó a la adolescencia, ella sufrió un gran cambio.
Sucede con mucha frecuencia que los papás y las hijas se alejan unos de los otros durante esa etapa crítica en la que su relación es más importante. Los papás se la pasan ocupados con su mucho trabajo y las hijas se la pasan en el teléfono o con sus amigas. Al poco tiempo, papás e hijas se dan cuenta de que no tienen nada en común y que la comunicación entre ellos es casi imposible. Viven en dos mundos diferentes.
A veces los padres están muy conscientes de que la incomunicación es cada vez mayor, pero se les hace muy difícil encontrar la manera de cerrar la brecha. La solución es antigua, pero da resultado: no hay nada más eficaz para salvar una relación que pasar tiempo juntos.
Una manera estupenda de revitalizar la relación es que usted y su hija tengan «citas»; o sea, que salgan juntos. Pueden ir a un lugar donde puedan comer helado o beber café o comer pizza. Si tiene más de una hija, pase tiempo con cada una de ellas por separado. Vayan a un lugar donde los dos se sientan con libertad para hablar. Por ejemplo, pueden conversar de las cosas que a los dos les gusta hacer, de las diferencias o semejanzas que existen entre ambos, de las cosas que el uno hace que al otro le causan disgusto, o por qué el uno se siente orgulloso del otro.
Hablen de las experiencias que han pasado juntos y que les traen buenos recuerdos. Compartan sus peticiones de oración y no se olviden de orar el uno por el otro.
Tal vez sería buena idea que usted y sus hijas empezaran a llevar un diario de las actividades que hacen juntos.
Algunas de las cosas que podrían escribir son: ¿Qué aprendí de mi papá / hija de esta experiencia? ¿Qué fue lo más bonito de la actividad? ¿Qué vamos a hacer el próximo mes?
Una pregunta para los papás: ¿cuánto conocen ustedes acerca de la vida de sus hijas? Cuando usted dé el primer paso hacia la restauración de la comunicación con su hija, se dará cuenta de que ambos tienen más cosas en común de lo que usted se había imaginado. Entonces, su hija adolescente volverá a ser la niña pequeña que usted acostumbraba sentar en su regazo para leerle cuentos.
No deje pasar la oportunidad y el gozo de ser el padre de sus hijas. Siéntese con ellas y planeen hacer algo que a usted y a ellas les gustaría hacer. Y si usted de veras es valiente, quizá pueda ir de compras a la tienda con su hija.