Los periodistas investigadores viven deseando recabar información sobre los hechos y probar que en realidad algo aconteció. Para Lee Strobel resultó sorprendente participar en una investigación para demostrar que algo no había sucedido. ¡Pero que ahora vive!.
Strobel, que fuera reportero del periódico Tribuna de Chicago y ahora pastor docente de la iglesia de Willow Creek, cerca de Chicago, es autor de uno de los libros apologéticos más discutidos en varias décadas. Los argumentos a favor de Cristo resultó del peregrinaje espiritual del antiguo ateo, por espacio de dos años, que se inició como una investigación de los hechos en el caso del cristianismo. Strobel dice claramente que con el tiempo se dio cuenta que se requeriría más fe para seguir siendo ateo que aceptar a Cristo como Salvador y Señor.
Ahora Strobel ha vuelto sobre sus pasos como investigador y ha producido lo que sirve como un folleto de 367 páginas, a fin de equipar a todo creyente para defender su fe o hacer que los inconversos se rasquen la cabeza –o a veces la inclinen.
«Recuerdo que al lanzarme al proyecto oré fervientemente que Dios usara esto para atraer a mucha gente a su familia –dice Strobel en una entrevista con En Contacto–. Y comencé a recibir cartas de personas que lograron tener fe por medio del libro, y cómo Dios lo uso para dar respuesta a los puntos espirituales espinosos que se los impedían.
«Recibí una carta de una señora especializada en filosofía en la universidad, que había estudiado religiones mundiales y era agnóstica. Su hija de nueve años creyó en Cristo y la invitó a la iglesia donde casualmente me oyó predicar. Salió y fue a comprar el libro y, según ella, el libro fue la clave para que entregara su vida a Cristo. Ella misma dijo: ‘No puedo decir exactamente que abrí el libro siendo escéptica y lo cerré siendo cristiana, pero si que poco faltó para que así fuera’. Para mí esa es la mayor emoción: sentir que Dios bendijera esos esfuerzos para redimir a muchos».
La efectividad de Los argumentos a favor de Cristo nace del acercamiento creativo de Strobel. Hábilmente usó sus conocimientos obtenidos en su Maestría en Estudios Legales y a su pericia como corresponsal de asuntos legales para Tribuna de Chicago. Con todo cuidado fundamentó sus argumentos examinando la evidencia que refuerza esos argumentos. Luego presenta las pruebas en una serie de entrevistas a fondo con algunos de los expertos en el cristianismo de más renombre mundial.
«Entrevisté a eruditos que investigaron la evidencia y llegaron a una conclusión basada en esa evidencia, y les hice las mismas preguntas que formulan los ateos. Al formularlas cito a esos ateos o tomo la esencia de sus objeciones y los obligo a confrontarlas. Y luego depende del lector si decide que los eruditos responden de manera adecuada y convincente».
Strobel aceptó a Cristo en 1981, dejó su trabajo en los periódicos para entrar al ministerio y ha estudiado la Biblia por largos años. Aún así, le sorprendió que en cada una de sus entrevistas el erudito en turno le reveló información que él desconocía. Por ejemplo, le fascinó que el Dr. William L. Craig rebatiera punto por punto las declaraciones del Dr. Michael Martin, también ateo, de que las contradicciones en los evangelios contribuyen a afirmar que la resurrección de Cristo sea increíble por todos conceptos.
Quizá la idea más original de Strobel se observa en el capítulo «La evidencia de la huella dactilar». Como el tema es si el Hijo de Dios vivió en el Israel del siglo primero, el término evidencia de la huella dactilar de inmediato capta la atención.
Se trata de la manera insólita en que Strobel demuestra que las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías de Israel integran una «huella dactilar» figurada. Sólo una persona en la historia pudo tener esa huella dactilar. Usando cálculos realizados por el matemático Peter W. Stoner, Strobel dice: «Al colocar azulejos en mi baño corté un pedazo de 4 centímetros cuadrados. Las probabilidades de cumplir sólo ocho profecías equivaldrían a cubrir todo el planeta con azulejos de 4 centímetros cuadrados. En la parte más baja de uno de ellos habría una estrella de oro. Luego, hacer que una persona caminara por todo el planeta, pero que pudiera inclinarse sólo una vez y recoger sólo un cuadrito. ¿Cuáles serían las probabilidades de que fuera el cuadrito con la estrella? Las mismas que de cumplir sólo ocho de esas profecías.
«Eso en sí es sorprendente, pero si vamos a las 48 profecías llegamos a millones de millones de veces, con 157 ceros, y concluimos diciendo: «Hombre, esta evidencia es convincente».
Strobel sazona sus ensayos técnicos relatando momentos de ternura que compartió con algunos de esos expertos, recordándonos que es posible ejecutar las minuciosidades de la erudición sin perder de vista el corazón de Dios. Bruce Metzger es un ejemplo al respecto.
Al visitarlo en el Seminario Teológico de Princeton, Strobel encontró al profesor emérito en su pequeña oficina. Como uno de los más destacados expertos en el griego del Nuevo Testamento, Metzger escribió numerosos libros que sirven de norma para los estudios del Nuevo Testamento y presidió el comité que tradujo la Nueva Versión Revisada de la Biblia. Tenía 84 años, pero parecía más apasionado que nunca por el Señor Jesús.
«Me miró a los ojos y dijo: ‘Confío sólo en Jesucristo y en su muerte en la cruz como mi esperanza de salvación.’ Luego procedió a expresar una fe sentida y profunda en Dios, así como una entrega sincera a Jesucristo –y los ojos se me llenaron de lágrimas. Al final, dije: ‘¿Puedo orar con usted?’ Hicimos una pausa y oré dando gracias a Dios por hombres como él que llevaron a cabo la ardua tarea de la erudición y por ella han encontrado que su fe no disminuyó; se ha afirmado».
El testimonio del experto en cuanto a la resurrección fue más conmovedor. Hombre corpulento y conocido por sus habilidades como polemista, el Dr. Gary Habermas dejó mudo a Strobel con su relato personal de cómo la realidad de la resurrección de Cristo –y, por ende, la resurrección del creyente– lo consoló en 1995 durante el sufrimiento y muerte de su esposa Debbie, que tenía cáncer del estómago.
«Para mí fue un tiempo horriblemente emocional, pero no pude eludir el hecho de que la resurrección es la respuesta a su sufrimiento. Seguí preocupado, pero no hubo un momento en que esa verdad no me haya consolado. Perder a mi esposa fue lo más doloroso que jamás había confrontado, pero si la resurrección pudo ayudarme en esa situación, podrá ayudarme en cualquier cosa. Si dio resultado en el año 30 D.C., es buena para 1995, para 1998 y para mucho después».
Transformado instantáneamente en buscador de la verdad cuando su esposa Leslie aceptó a Cristo en 1979, Strobel inició la búsqueda que duró casi dos años, antes de recibir a Cristo. Dos meses después, Alison, su hija de cinco años, se sintió motivada por el cambio que vio en su padre que poco antes había sido borracho, maldiciente e inmoral, habló con Leslie y le dijo: «Mami, quiero que Dios haga por mí lo que ha hecho por mi papi». Dieciocho años después Lee Strobel sigue presentando los argumentos a favor de Cristo.
«Ha habido ateos que intentaron destrozar algunas cosas y lo irónico es que muchas veces tienen una objeción y yo abro el libro y les digo: ‘Un momento. Yo abordé eso’. Casi siempre se acercan a mí los que tienen una agenda específica. No les agrada la conclusión de que el Señor Jesúcristo es sin igual, el único Hijo de Dios, en quien sólo hay vida eterna, perdón y esperanza para la salvación. La única alternativa que les queda es tratar de contradecir esa verdad como les sea posible. Pero esas objeciones se contestan fácilmente, por lo que todavía no ha habido alguien que pueda ocasionar que los argumentos se derrumben. ¡Y no espero que eso suceda!