Con La Aljaba Llena

Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos» (Salmo 127:3-5a).

Si usted cree que criar a sus hijos es muy difícil, le invitamos a conocer a Lynn Van Winterden, quien tiene 23 hijos y está esperando otro. Pero tener tantos hijos no le molesta a Lynn.

«Somos una familia normal -dice ella con mucha emoción-. La diferencia está en que nosotros tenemos unos cuantos más de lo normal».

Los hijos de la Sra. Van Wingerden se beben 38 litros de leche por semana, ensucian 12 montañas de ropa al día, y ocupan un banco muy largo cuando están en la iglesia. Para ir al supermercado Lynn tiene que sacar los asientos del microbús de la familia para poder poner en ella todos los víveres. Está por demás decir que ella tiene que hacer muchos ajustes en su vida con el fin de atender a una familia tan fuera de lo común, la cual para ella es «una bendición del Señor».

Todas las mañanas Lynn se levanta a las 6:30. Para despertar a toda la familia pone música clásica la cual se puede oír por los intercomunicadores instalados por toda la casa. Todos toman el desayuno y luego hacen sus deberes. Cada uno tiene algo que hacer. Durante las mañanas Lynn da clases en la casa a 12 de sus hijos. Durante la tarde los hijos mayores trabajan con Arie, el papá, en el negocio de la familia. A las 6 P.M. toda la familia cena junta, después dos grupos se dividen y hacen los quehaceres domésticos. Un equipo lava los platos y limpia la casa; el otro equipo baña a los pequeñines y les pone las pijamas. «A esa hora es cuando mi esposo y yo nos vamos a la sala con una taza de té y nos sentamos a hablar del día -dice Lynn-. Es como nuestro momento de quietud». A las 7:30 P.M. todos se reúnen en la sala para el devocional y para leer biografías de cristianos, cantar himnos y orar. Luego, Lynn y Arie empiezan a acostar a los niños.

Cuando la gente oye del número de hijos que Lynn tiene, lo primero que por lo general dicen es: «¿Cómo es posible? Lynn y Arie Van Wingerden tomaron la decisión de empezar a adoptar niños después de que varios de los niños que habían albergado temporalmente fueron puestos otra vez en el mal ambiente de donde venían. Primero adoptaron tres niños brasileños cuya madre padecía de leucemia. En la actualidad, tienen cinco niños de Brasil, cuatro de Haití, uno de Corea y uno de la ciudad de Filadelfia, Pensilvania. Como Lynn y Arie consideran esto un ministerio de ayuda, ellos adoptan a los que el Señor pone en su corazón, no importa quiénes sean. Tienen un niño que padece de parálisis cerebral, otro con un retraso mental y un bebé que nació adicto a la cocaína.

Cuando Lynn y Arie vieron por primera vez a Natán, su niño haitiano de 10 años, éste estaba tan desnutrido que no sabían si iba a poder sobrevivir. «Su madre murió cuando estaba dando a luz. Después de nacer, lo dejaron por un año en una cuna de hospital. No podía incorporarse ni sentarse y tenía el estomaguito hinchado», cuenta Lynn. «Al cabo de unos meses de estar con nuestra familia, recibiendo buena nutrición, cariño, amor y las instrucciones para hacer las cosas que todo niño normal de un año haría, se convirtió en la cosa más mona que se haya visto». Lynn considera una bendición, no una carga, poder ayudar a niños que están en circunstancias desfavorables.

Ella habla con ternura de cómo sus hijos naturales han compartido sin egoísmo alguno a sus padres con otros niños menos afortunados. Hannah, su hija natural de seis años, una vez le preguntó cuáles de sus hermanas y hermanos eran adoptados. «De veras que los niños no se fijan en el color de la piel -dice ella-. Creo que cuando llegamos a la edad adulta es cuando nos llenamos de prejuicios y otras cosas».

Aunque se deleita en las bendiciones de su familia, Lynn admite que no ha sido nada fácil: «Los niños han visto las dificultades por las que hemos pasado, pero, bueno, también hemos pasado por dificultades con nuestros hijos naturales; no sólo ha sido con los adoptados. Por supuesto que ha sido difícil para todos. Pero me conformo con saber que el Señor ve el panorama completo, mientras que yo veo sólo una parte».

En todo caso, las bendiciones sobrepasan las pruebas. «Verlos recibir al Señor como su Salvador -dice Lynn- hace que todo valga la pena. Todos los días antes de comenzar las clases tenemos un devocional. Ahora estamos leyendo toda la Biblia. Muchos de nuestros niños vienen de países en los que no se conocen las historias bíblicas». Cuando se ponen a recordar por lo que han pasado, Lynn y Arie dicen que harían algunas cosas de una manera diferente. Pero en lo que sí están de acuerdo es en que, si volviera a presentárseles la oportunidad, adoptarían a cada uno de los niños otra vez.

Uno de los salmos nos dice una gran verdad: «He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventu-rado el hombre que llenó su aljaba de ellos» (Salmo 127:3-5). Lynn toma estas palabras muy a pecho.

«Cuando tuve mis dos primeros hijos, una niña y un niño, todos creyeron que hasta ahí íbamos a llegar, que no íbamos a tener más hijos. ¡Pero ahora estoy esperando el decimotercero!»

Tomado de En Contacto


3 Replies to “Con La Aljaba Llena”

  1. WOOOW QUE EJEMPLO , ME HUBIERA GUSTADO VER LA FOTO DE LA FAMILIA ENTERA. Y SI BIENAVENTURADO EL HOMBRE QUE LLENO SU ALJAVA DE ELLOS, POR ESO YO RECOMINDO SIEMBPRE QUE SE TENGAN POR LO MENOS 4 .

  2. Los niños siempre son una bendicion…
    Ozzie aun le faltan 3 segun su recomendación… please escrivame xq su correo no esta disponible
    cariños

  3. SI MI AMIGA SILVANA TIENE RAZON , 4 , ME FALTAN 3 JAJAJA. (me da gusto que mi amiga silvana me pudo encontrar aqui en esta pagina de la iglesia que ah sido de bendicion a muchos) GRACIAS PASTOR.

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