A menudo parece que no nos alcanza lo que ganamos. En un día cualquiera una persona muy trabajadora tiene que lidiar con el tránsito de automóviles y autobuses, con los compañeros de trabajo y pasar largas horas trabajando sin recibir reconocimiento alguno: todo por un simple sueldo (que por lo general ya ha gastado antes de recibirlo). Y si llegara a sobrarle algo, lo más probable es que sea para pagar el arriendo o la hipoteca, préstamos, tarjetas de crédito u otras cuentas.
¿Le parece conocida esta situación? ¿Estaría usted en una situación más holgada si pudiera organizar mejor sus finanzas personales? ¿Cómo se mete la gente en problemas económicos?
Quizá no se hayan dado cuenta de que Dios es el dueño de todo lo que poseen, o tal vez no entiendan cómo se adquieren las riquezas, o posiblemente no sepan administrar bien su dinero. Con mucha frecuencia, la gente cae en el error de separar a Dios de sus bolsillos. La verdad es que sin el Señor nadie puede tener una buena situación económica. La Biblia tiene mucho que enseñarnos acerca de la responsabilidad en las finanzas.
El primer paso hacia la solvencia económica es tener una perspectiva correcta de las cosas que poseemos. La Biblia dice que «de Jehová es la tierra y su plenitud» (Salmo 24:1a). Dios es el dueño de todo, nosotros sólo somos mayordomos de los que Él nos da. Todo aquel que se beneficia de lo que Él provee tiene la responsabilidad de ser buen administrador del dinero. A los que somos mayordomos del Señor, la Biblia nos dice: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños» (Prov. 27:23).
En una ocasión Cristo relató a sus discípulos una parábola acerca de un hombre que repartió sus posesiones entre sus siervos. «A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad» (Mateo 25:15a). El siervo que recibió cinco talentos, los invirtió y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo. Pero el que recibió uno, cavó en la tierra y escondió el dinero.
Cuando el amo volvió, dijo a los dos que habían multiplicado sus talentos: «Bien, buen siervo y fiel; en lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré» (Mateo 25:21). Pero se enojó mucho con el que había enterrado su talento.
Hacer inversiones buenas y abrir una cuenta de ahorros para que el dinero gane intereses son dos maneras prudentes de sacar el máximo provecho a lo que se nos ha confiado. También, podemos multiplicar lo que tenemos, siendo administradores prudentes y prácticos. El orden y organización en las finanzas pueden evitarnos fiascos y ayudarnos a mantener nuestra mira en las metas.
Una vez que llegamos a entender que Dios es quien nos ha otorgado los recursos económicos que tenemos, podremos considerar la adquisición de riquezas desde el punto de vista bíblico. Hay muchas maneras en que podemos adquirir dinero. La sociedad de hoy fomenta mucho los préstamos, pero esta práctica por lo general resulta en pérdidas. Dios nunca dice: «Saca tu tarjeta de crédito y cómprate lo que quieras». No se olvide que esa tarjeta de plástico no es dinero en efectivo, sino deuda. Las deudas no se cancelan con plástico.
En la Biblia Dios recibe muchos nombres, uno de ellos es Jehová-rafa: «mi Proveedor». La provisión de Dios más obvia posiblemente sea nuestro trabajo. La provisión de Dios también puede venir en forma de donativos o dividendos inesperados. El Señor ha prometido suplir todo lo que necesitamos; sin embargo, todos los días debemos tomar decisiones en cuanto a cómo vamos a usar lo que Él nos ha provisto.
El Dr. Charles Stanley sugiere cinco categorías (en orden de importancia) para la distribución de nuestro dinero.
1. Proveer para nuestra familia. La Biblia nos da el mandato de proveer para nuestras familias. «Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. (1 Tim.5:8).
2. Proveer para la obra del Señor. Algunos dicen: «¿Cuánto es lo menos que puedo dar al Señor?» Pero esa es una manera imprudente de pensar. Dios promete bendecirnos si damos para su obra. «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo» (Lucas 6:38a).
3. Proveer para lograr las metas que Dios tiene para nuestra familia. En vez de decir: «¿cuánto dinero me sobra este mes para esto y lo otro?», mejor digamos: «Señor, ¿cuál es tu voluntad para mi vida?» Si primero consultamos con Él antes de gastar, nuestro dinero se extenderá mucho más.
4. Proveer para los que están en necesidad. Un joven le preguntó al Señor: «¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?» Cristo le respondió: «Ve y vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo» (Mateo 19:21b).
5. Proveer para algunas cosas que deseamos. Dios nos da no sólo para suplir lo que necesitamos, sino «que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos» (1Timoteo 6:17b). Tenemos que tener cuidado con ésta; es la última de la lista.
Un sueldo módico puede extenderse mucho en manos de un buen administrador. Si damos un enfoque bíblico a las finanzas, podremos intercambiar las dificultades económicas por las bendiciones del Señor.
PARA SER HONESTO SOY UN MAL ADMINISTRADOR, COMO NO TENGO FRENO,(O PAREJA QUE ME LO INPIDA) MAL GASTO MI DINERO. TONTERIAS;PERO GRACIAS A ESTE ESTUDIO ME PUSO A PENSAR. NECESITAMOS SER MEJORES ADMINISTRADORES NO SOLO EN FINANZAS SINO EN TIEMPO TAMBIEN QUE DEBERIAMOS DEDICARLE A MI DIOS. TNK NU PASTOR.
Esto esta interesante si sabemos que todo lo que tnemos yrecibimos nos lo regala nuestro senor y tenemos que bendecir y dar para la obra de nuestro Señor y asi el nos bendecira dar d corazon con alegria ayudar a nuestro projimo. Bendiciones pastor.
Hablar de dinero me confronta ya que me es tan dificil saber administrar con lo que DIOS me ha bendecido, seguire estudiando estos temas porque deseo ser una persona con una mayordomia con exelencia.BENDICIONES
Yo pienso que administro bien nuestro dinero y aun asi no me rinde.No se porque siempre ha sido asi.Bendiciones si me puede dar una respuesta por mi e-mail.Que estoy haciendo mal.