He hecho a un lado todas las cosas excepto las oraciones intercesoras con el fin de concentrar mi atención en la presencia santa [de Dios]. Tengo mi atención fija en Dios de una manera sencilla y amorosa. Así es como mi alma experimenta secretamente la presencia real y constante de Dios. Ello produce en mí gran gozo y contentamiento.
(Tomado de La práctica de la presencia de Dios por el Hermano Lawrence)
Las palabras del Hermano Lawrence «tengo mi atención fija en Dios…», nos traen a la memoria las palabras del apóstol Pablo a los creyentes de Colosas: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Colosenses 3:2-3).
La vida cristiana tiene un secreto que muchos desconocen. El apóstol Pablo lo entendió y a menudo escribió acerca de ello. El Señor Jesucristo lo practicó todos los días y también lo enseñó a sus discípulos. Se trata de la disciplina de mantener el enfoque fijo en Dios.
Si Pedro lo hubiera puesto en práctica nunca habría notado el viento y las furiosas olas que azotaban la barca aquella noche en el mar de Galilea. Pero a menudo hacemos lo que Pedro hizo: empezamos con nuestra mira puesta en el Señor para luego dirigirla a las diferentes circunstancias de la vida.
Al hacer esto, caemos presa de sentimientos de temor, de angustia, de desconfianza, de enojo y de otros más.
El escritor de Hebreos también nos insta a que pongamos «los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:2). El apóstol Pablo vuelve a aconsejarnos a que no miremos «las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Cor. 4:18).
Si pone la mira en las dificultades de la vida no podrá estar atento a la voz del Señor. Nada ni nadie puede sanar las heridas ni lo que ha sido dañado como lo hace Cristo. Él es el único que tiene el poder para tranquilizarnos, para hacer cesar nuestra angustia y para darnos paz duradera.
Hace algunos años le preguntaron a Steffi Graf, entonces campeona de tenis femenino, cuál era el secreto de su juego. Sin titubear, contestó: «Nunca quito mis ojos de la pelota [de tenis]». Continuó diciendo que su concentración había llegado a tal punto que mientras jugaba podía ver el nombre de la compañía que había fabricado esa pelota.
Su manera de jugar no se veía afectada ni por las tácticas de su contrincante ni por la multitud. Su enfoque mental estaba fijo en un objeto; ese era el secreto de sus triunfos.
¿Cuál es el objeto de su vida? Si es Jesucristo, entonces usted ya es vencedor.
Volviendo al caso de Pedro, lo que pasó aquella noche fue que él puso su mira en sí mismo. Entonces sintió el poder del mar enfurecido y de la tempestad. El pánico se apoderó de él porque había quitado su mira del Señor.
En una travesía anterior a esta por el mar de Galilea, el Señor Jesucristo había mostrado su poder sobre los elementos. ¿Por qué Pedro luego dudó del poder del Señor? No se desanime si no aprovecha una lección espiritual. Dios ordenará otra situación para que su fe sea refinada.
Al hacer frente a las dificultades de la vida, tenga su mira puesta en el Señor. Él es quien mantiene fijo el rumbo de su vida y se ha comprometido a perfeccionar su obra en usted. Eso es lo que dice en 1 Tesalonicenses 5:24: «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará». Por tanto, aun en los triunfos mantenga sus ojos puestos en Jesús. Alábelo por su cuidado y amor hacia usted. Él es el autor y consumador de su fe.
Un día alguien le enseñó a Helen Lemel un folleto titulado Enfoque fijo. Helen, que era cantante cristiana y maestra de voz, se sintió tocada por las palabras escritas en el folleto.
Tiempo después escribió la música y letra de un himno que ha llegado a ser uno de nuestros favoritos: Pon tus ojos en Cristo.
¡Oh alma cansada y turbada! ¿Sin luz en tu senda andarás? Al Salvador mira y vive; del mundo la luz es su faz. Pon tus ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor, y lo terrenal sin valor será a la luz del glorioso Señor.
La disciplina del enfoque no es difícil aunque sintamos el ataque del enemigo tratando de desviar nuestra atención y alejarnos de la comunión con Dios. Persevere en la devoción pidiéndole al Señor que le dé y guarde el tiempo para la comunión con él.
La oración y la devoción son esenciales para tener un enfoque fijo en la vida espiritual. Cristo le dio prioridad a estas cosas en su vida, y él es nuestro ejemplo espiritual.
Si él es el enfoque de su vida, usted será libre de dudas y temores. Si confía plenamente en Cristo, podrá descansar en el hecho de que él tiene el poder para suplir todo lo que usted necesita. Él le ama y hará lo que ha prometido hacer en su vida y por medio de ella. Las bendiciones abundan para los que ven al Salvador de sus vidas con un enfoque fijo.