Lectura: Job 16:1-6
«¡Quién me diera quien me oyese!»
—Job 31:35.
En su libro en inglés Listening to Others [Escuchando a otros], Joyce Huggett cuenta su experiencia de escuchar a la gente que sufre. Dice que a menudo las personas a quienes escucha hablan con excesivo entusiasmo de todo lo que ella ha hecho por ellos. «Muchas veces -escribe-no había «hecho» nada. Simplemente «los había escuchado». Pronto llegué a la conclusión de que el solo «escuchar» era en verdad una manera eficaz de ayudar a otros.»
Esta fue la ayuda que los verbosos y sermoneadores amigos de Job no le ofrecieron. Job se quejó de que ellos eran «consoladores molestos» (Job 16:2), y estaba tan perturbado que incluso acusó a Dios de no escucharle. Clamó: «¡Quién me diera quien me oyese!» (Job. 31:35).
¿Qué se logra al escuchar a otros atentamente? Escuchar es una forma de amar a otros que dice: «Deseo comprenderte y conocerte.» Consuela al de corazón quebrantado, construye relaciones, y estimula la fe en Dios. Escuchar es también un medio de enterarnos de los hechos. Salomón, en Proverbios 18:13, advirtió que es una locura responder antes de oír.
Más que nada, el escuchar a otros debería reflejar nuestra atención a Dios y a su Palabra. Dios tiene mucho que enseñarnos y decirnos. Cuando apartes un momento de quietud hoy para escuchar a Dios estarás en mejores condiciones para escuchar a la gente que sufre que hay a tu alrededor.
Puedes ganar más amigos con oídos atentos
que con palabras.
-JEY/NPD