Mi Pecado
Lectura: Génesis 3:1-6
Entonces la concupiscencia, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
—Santiago 1:15.
La mujer le explicó las reglas al Tentador. Ella y su esposo podían comer de todo árbol del huerto, excepto de aquel especial plantado en el medio. El sólo tocarlo -dijo ella- produciría muerte.
Me puedo imaginar a Satanás echando la cabeza hacia atrás con una risa burlona y diciendo: «No moriréis» (Gn. 3:4). Luego sugirió que Dios le estaba negando algo bueno a ella (v. 5).
Por miles de años, el Enemigo ha repetido esta estrategia. A él no le importa si crees en la autoridad de la Biblia, como un todo, siempre y cuando pueda hacerte no creer en el pecado que hay entre tú y Dios.
«No moriréis» -se nos dice. Ese es el tema de las novelas modernas. Los protagonistas viven en desobediencia a Dios, pero no sufren las consecuencias. En los programas de televisión y en las películas, los personajes se rebelan contra las leyes morales de Dios, pero viven felices para siempre.
Hasta hay un perfume que se llama «Mi Pecado». Es una fragancia «tan seductora, tan encantadora, tan excitante -dice el anuncio comercial- que tuvimos que llamarla «Mi Pecado»». Uno nunca pensaría que el pecado es hediondez a las narices de Dios.
En la tentación que enfrentas hoy, ¿escogerás creer la mentira de Satanás u obedecerás en cambio la advertencia de Dios? –
Una mordida al pecado
deja un sabor muy amargo.
HWR/NPD