La Cárcel De Adentro Hacia Afuera
Lectura: Romanos 6:15-23
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
—Romanos 6:20.
Desde afuera, todas las cárceles parecen malas. Pero por dentro, algunas cárceles son mejores que otras.
En 1992, la Prensa Asociada publicó una lista hecha por presidiarios de las diez mejores cárceles de la nación. La encuesta incluía capacidad de la celda, disponibilidad de televisión, calidad de las comidas y derechos a visitas.
Algunas cárceles proveen un ambiente libre de la contaminación del cigarrillo, educación continuada y una buena biblioteca. Por ejemplo, el Centro Correccional de Fairbanks en Alaska, una cárcel de primera clase, tiene una capacidad de 194 personas, literas en celdas individuales, televisión por cable, visitas regulares y una variedad y abundancia de comidas.
Eso me puso a pensar en nuestra relación con Cristo. Alguien «de fuera» podría pensar que es una especie de encarcelamiento. Para un incrédulo, la obediencia a la fe puede parecer confinamiento. Pero desde dentro, la obediencia a Dios en realidad abre las puertas a todo un mundo nuevo de libertades.
Pablo conocía el interior de una celda. También sabía que el que seamos esclavos del pecado o de Dios no lo determina el lugar donde purguemos una condena. Es un asunto del corazón. Pablo sabía que con la esclavitud al pecado viene una sed creciente de aquello que deshonra a Dios. La esclavitud a Dios, en cambio, produce un deseo cada vez mayor de hacer el bien, de amar y de estar agradecidos por libertades de las que no hay que arrepentirse.
La obediencia a Dios
es la llave a la libertad.
–MRD II/NPD