Lectura: Gálatas 5:22-26
…porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo ….
–1 Pedro 2:21.
Tuvimos el privilegio de ser los huéspedes de unos amigos que viven en las montañas. Cuando entramos en nuestro cuarto, nos alegramos de encontrar una exquisita cesta de frutas frescas sobre la mesa. Las uvas, peras, manzanas y fresas se veían refrescantes y deliciosas. Pero no fue hasta que cortamos o mordimos un pedazo de las frutas que sentimos todo su aroma y sabor.
Pablo asemejó las características de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas con el fruto (Gá. 5:22-25). El delicioso arreglo que él describió incluye el amor, el gozo, la paz y la benignidad. Igual que las frutas que había en nuestra habitación para huéspedes, el «sabor» completo sólo se siente bajo circunstancias hirientes o difíciles.
Por ejemplo, el amor es más hermoso cuando se encuentra con el odio. La paz es mejor recibida cuando florece en medio del conflicto. La paciencia y el dominio propio son más dulces frente a la persecución y la tentación amargas.
Una razón por la que Dios permite que pasemos por pruebas es que por medio de nuestra piadosa respuesta se exhibe el verdadero valor del fruto del Espíritu como testigo al mundo.
La próxima vez que seamos probados, que nuestro más profundo deseo sea permitir que el Espíritu Santo produzca en nosotros un fruto fragante para la gloria de Dios.
El filoso cuchillo cortante del Espíritu
acrecienta la vida fructífera de un cristiano.
-DCE/NPD