Lectura: Tito 3:1-8
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos … nos salvó, … por su misericordia..
— Tit. 3:3, 5
Mi esposa y yo conducíamos una vez en dirección este en una franja de una autopista canadiense que se extendía por Wawa, Ontario y colindaba Chapleau. El escénico camino nórdico atraviesa un bosque de pinos rojos y pardos, álamos temblones y álamos blancos. En el selvático terreno hay linces, lobos, alces, y grandes cantidades de rocas.
Mientras subíamos por una elevación gradual del camino vimos un cartel que decía: «LINEA DIVISORIA ACUÁTICA. TODAS LAS AGUAS QUE CAEN AL SUR DE ESTE PUNTO FLUYEN HACIA EL OCÉANO ATLÁNTICO. TODAS LAS AGUAS QUE CAEN AL NORTE DE ESTE PUNTO FLUYEN HACIA EL OCÉANO ÁRTICO. Nos encontrábamos justo en la línea divisoria. El punto donde caía una gota de lluvia determinaba la diferencia respecto a su destino final.
Aceptar o rechazar a Cristo puede ser una especie de «línea divisoria acuática». En el momento en que le recibimos comenzamos a disfrutar una nueva vida (Jn. 3:7-16). Como nuevas criaturas de Cristo estamos en la senda que conduce al cielo. Sin embargo, si seguimos rechazándole estamos destinados a ir a parar al infierno.
Si le has pedido a Jesús que perdone tus pecados puedes mirar atrás a la línea divisoria acuática más importante de todas. Eres miembro permanente de la familia de Dios, en ti mora el Espíritu Santo, y estás guiado por su Palabra. ¡Alabado sea Dios por la diferencia que su Hijo Jesucristo produce!
LO QUE DECIDES ACERCA DE CRISTO
DETERMINA TU DESTINO.
-DCE/NPD