Lectura: 1 Pedro 1:3-19
Sabiendo que fuisteis rescatados … no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo..
— 1 P. 1:18, 19
Con una simple llamada telefónica, «Jesús puede ser suyo». Esa es la garantía de un anuncio en los Estados Unidos de un «muñeco Jesús» de dos pies de alto (61 cm) que se puede lavar en la lavadora eléctrica. El muñeco lleva puesta una vestidura escarlata sobre una túnica blanca y está adornado con un corazón rojo.
El anuncio dice que a los niños les encantará abrazar al muñeco, y que los ancianos y los afligidos emocionalmente hallarán en él una fuente de consuelo. Así, por un módica suma de dinero, «Jesús puede ser suyo».
¿Querrías uno? ¿O crees, como creo yo, que esto sería una violación al Segundo Mandamiento, el cual prohibe que se hagan ídolos (Ex. 20:4, 5). Indudablemente, el Redentor del mundo y el consuelo que ofrece no se pueden comprar ¡a precio de baratillo! Para mí, esto contradice el mensaje del evangelio.
«Jesús puede ser suyo», sí, es verdad. Pero no puedes comprarlo. En realidad, ¡Él nos compró a nosotros! Jesús se hace nuestro no por el pago de «cosas corruptibles, como el oro o la plata» (1 P. 1:18), sino simplemente cuando confiamos en el perdón y en la gracia que Él nos da por medio de su preciosa sangre (v. 19). Con su sangre Él pagó la pena por el pecado. Y por medio de nuestra fe en Él tenemos acceso a las riquezas de los cielos.
No puedes comprar a Jesús. Pero Él puede ser tuyo completamente gratis.
LA SALVACIÓN NO ESTÁ EN VENTA: ¡ES GRATIS!
-VCG/NPD