La Cura Para El Resentimiento
Lectura: Juan 21:18-25
Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tu.
— Jn. 21:22
Estamos prestos a convenir con la afirmación de que «todos los hombres son creados iguales» y de que todos tenemos ciertos «derechos inalienables». Pero no se necesita vivir mucho tiempo para descubrir que la vida no trata a todos por igual. Esta es una realidad que debemos aceptar sin resentimiento.
Las desigualdades de la vida se manifiestan en muchos niveles. Un cáncer que destruye el cuerpo de un niño mientras un bebedor que se fuma un cigarrillo tras otro vive hasta una edad avanzada. Algunas personas disfrutan de buena salud, otras no. Algunos no tienen limitaciones físicas, otros sufren de graves impedimentos. Algunos trabajan muy duro y permanecen en la pobreza, otros nacen en la riqueza o parecen tener una serie de golpes de suerte.
Cuando Jesús le informó al apóstol Pedro que iba a morir como mártir por su fe, Pedro le preguntó qué pasaría con Juan. Parecía creer que no era justo que Juan no muriese de la misma manera. Pero Jesús le dijo que lo que le sucediese a Juan no era su problema. Ese era un privilegio de Dios. La responsabilidad de Pedro era sencilla: había de seguir a Cristo.
Cuando el mirar a los demás te hace sentir resentimiento por las injusticias de la vida, cambia tu enfoque. Mira a Jesús y síguele. Las desigualdades de la vida son sólo por un poco de tiempo. La justicia perfecta la disfrutaremos por siempre en el cielo.
EL RESENTIMIENTO VIENE DE MIRAR A OTROS;
EL CONTENTAMIENTO, DE MIRAR A DIOS.
-HVL/NPD