Lectura: Juan 17:1-5, 22-26
Profesando ser sabios, se hicieron necios.
— Ro. 1:22
En 1636, un grupo de puritanos fundó la Universidad de Harvard. Su lema era Christo et Ecclesiae, que quiere decir «Para Cristo y la Iglesia». Uno de los principios guías era el siguiente: «Todo el mundo considerará que el fin principal de su vida y sus estudios es conocer a Dios y a Jesucristo, lo cual es vida eterna. Juan 17:3.»
Ese prestigioso centro del saber y la cultura hace mucho tiempo que abandonó su intención espiritual original. Hasta muchos de los miembros del profesorado de la Escuela de Divinidad de Harvard ahora consideran su meta cristocéntrica intolerante y obsoleta. En realidad, no hace mucho tiempo que un grupo de estudiantes de Harvard escenificaron una procesión de un entierro simulado por toda la Escuela de Divinidad. Cargaban un ataúd y proclamaban: «Nuestro Dios, el Padre, está muerto.»
Esos estudiantes estaban tan alejados de la verdad como lo está oriente de occidente. El Padre eterno, que creó toda la vida (incluyendo a los que se burlaban de Él), es tan inmune a la muerte como lo es al pecado.
Trescientos cincuenta años después de la fundación de Harvard, el propósito principal en la vida sigue siendo y siempre será, en palabras de aquellos puritanos coloniales, «conocer a Dios y a Jesucristo, lo cual es vida eterna». Hagamos de eso la meta principal de nuestras vidas.
PARA CONOCER EL PROPÓSITO DE LA VIDA
HEMOS DE CONOCER AL CREADOR DE LA VIDA.
-VCG/NPD