Lectura: 2 Corintios 6:1-10
Antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustia.
— 2 Co. 6:4
Imagínate un muchacho de 18 años leyendo los clasificados en búsqueda de un trabajo para las vacaciones. Puesto que le gustan las actividades al aire libre, le llama la atención un anuncio de un refugio nacional para peces y fauna silvestre. El anuncio menciona varias oportunidades, pero en lugar de prometer atractivos beneficios y una paga lucrativa, advierte que el trabajo incluye «exposición al calor, a la humedad, la lluvia, el fango, millones de picaduras de mosquitos, plantas venenosas, alambres de púas y arduo trabajo». Lo que pagan es el salario mínimo.
Ahora imagínate que el chico de 18 años es un cristiano que busca realizar un servicio espiritual significativo. Sus ojos se detienen en el capítulo 6 de 2 Corintios. Allí halla que el apóstol Pablo describe el más alto llamamiento de todos: la oportunidad de trabajar para el Señor. Pero también esta vez, la descripción de la posición es muy transparente respecto a algunas de las tensiones que acompañan al trabajo. Aunque las experiencias de Pablo como apóstol fueron únicas, sus palabras les recuerdan a todos los lectores que servir al Señor no es unas largas vacaciones. Se requiere un gran cuidado y esfuerzo, y se necesita el mayor de los compromisos.
Sí, el desafío de servir a Cristo no tiene paralelo y exigirá sacrificio. Pero no estamos solos, y eso marca una gran diferencia. Ningún precio que haya que pagar por el privilegio de trabajar para el Señor es demasiado alto.
NUNCA PODREMOS SACRIFICAR DEMASIADO
POR AQUEL QUE SACRIFICÓ SU TODO.
-MRD II/NPD