Lectura: 1 Corintios 12:12-27
… Dios ordenó el cuerpo … para que … todos se preocupen los unos por los otros.
— 1 Co. 12:24, 25
Se encontraban a miles de kilómetros de su ciudad cuando tuvieron que ser hospitalizados como resultado de un accidente automovilístico. El esposo fue dado de alta en pocos días, pero la esposa se hallaba en una condición crítica con graves heridas en la cabeza.
Lejos de su hogar, sus hijos y su iglesia, este hombre pudo haberse sentido desamparado y abandonado mientras su esposa permanecía en coma en el hospital. Pero no fue así. Los miembros de una iglesia local se enteraron de su situación y fueron al rescate. «Seremos tu familia eclesial mientras estés aquí» -le aseguraron.
Al poco tiempo, personas de esta iglesia local comenzaron a visitar a la pareja, a proveer al esposo de transporte, y a recomendarles determinados médicos.
El único lazo que había entre esta pareja y aquellas personas era que compartían la misma fe en Jesucristo. Pero eso era suficiente. Ese lazo los capacitó para extender amor a una pareja cuyas vidas habían sido interrumpidas repentinamente. ¡Así es como debería funcionar el cuerpo de creyentes!
Tendemos a favorecer a las personas de nuestra propia iglesia más que a los de otra congregación, considerando en cierta forma que sus necesidades son menos importantes porque no adoran a Dios junto con nosotros. Pero todos los cristianos son miembros del cuerpo de Cristo y deberían ser tratados como tales. Estemos preparados siempre para ayudar en tiempo de necesidad.
LO QUE LE AFECTA AL HIJO DE DIOS LE AFECTA A LA FAMILIA DE DIOS.
-JDB/NPD