LA BIBLIA Y LA IGLESIA VERDADERA Por Gabriel Peña W.
Con sobrada razón, toda persona sincera desea saber cuál es la verdadera iglesia para conocer a Dios. Esto es lo que la Biblia, la genuina Palabra de Dios, nos enseña:
1. La Iglesia de Dios es un cuerpo –
«Un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todo el cual es sobre todos, y por todos, y en todos» (Efesios 4:4-6).
2. Este cuerpo es la Iglesia Verdadera – «El (Jesucristo) es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia» (Colosenses 1:18).
3. El cuerpo de Cristo es uno solo – «Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo» (1 Corintios 12:20).
4. El Señor Jesucristo es el fundador de su Iglesia –
«Edificaré mi Iglesia» (Mateo 16:18). «Cristo amó a la iglesia, y se entregó a si mismo por ella» (Efesios 5:25).
5. La Igleisa de Cristo es la única poseedora de la verdad de Dios
«…La iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad» (1 Timoteo 3:15).
6. Cuidado los usurpadores de la verdad –
«NADIE puede poner otro fundamento que el que está pueseto, el cual de Jesucristo (1 Corintios 3:11).
7. La verdadera Iglesia, la Iglesia fundada por el Señor Jesucrito, fue ganada con Su propia sangre, derramada en la cruz del Calvario –
«La iglesia del Señor, la cual El ganó por su propia sangre» (Hechos 20:28).
8. Los miembros de esta Iglesia tienen ciertas características comunes –
Todos han nascido de nuevo, segun Juan 3:3. Todos han experimentado arrepentimiento para con Diosy fe en el Señor Jesucristo. Todos son verdaderamente convertidos. Odian el pecado y aman la santitdad, y sobre todo, aman el Señor que los redimió con Su sangre preciosa. Todos son guiados por el Espíritu Santo, edificados sobre las enseñanzas de la Biblia y nutridas sus almas con la Palabra de Dios. Todos cantan, con un mismo corazón, alabanzas al Dios eterno. Todos le adoran en espíritu y en verdad.
9. Los miembros de la Iglesia verdadera proceden de todas las razas, idomas, y clases sociales humanas –
Sabios o ignorantes, pobres o ricos, blancos o negros, todos absolutamente todos, son pecadores delante de Dios y redimidos de sus pecados. Son redimidos por la fe en la sangre de Cristo, y llegan a ser miembros de la Iglesia verdadera.
10. Esta Iglesia no depende de catadrales ni edificios costosos –
Tampoco de jeraquias de hombres con vestidos especialesy deslumbrantes. Sus miembros no son «muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles» (1 Corintios 1:26). «Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Corintios 1:25).
11. Sus miembros han sido perseguidos y masacrados muchas veces, a través de la historia, por quienes se han titulado a sí mismos «representantes de Dios en la tierra.» –
«Experimentaron vituperios y azotes y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados puestos aprueba, muertos a filo de espada; anduiveron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los disiertos, por los montes, por las cuevas y cavernas de la tierra» (Hebreos 11:36-38).
12. Nadie los protegió –
Casi nunca hubo en este mundo, para ellos, una «Comisión de Derechos Humanos» que los protegiera y reclamara en su favor, frente al abuso de los poderosos de este planeta. El motivo es claro y preciso: Los miembros de esta Iglesia verdadera son hijos de Dios, y esperan «la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y construtor es Dios» (Hebrios 11:10). Esa ciudad es la «patria celestial» y «La morada eterna preparada por Dios mismo» (Hebreos 11:16).
La Iglesia verdadera no es una organización humana. Procede del cielo. Es obra de Dios. Pronte viene el día cuando Jesús mismo, su Fundador divino, descendará del cielo para llevarla consigo. «El Señor mismo con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descendará del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempe con el Señor» (1 Tessalonicenses 4:16-17.