«Nuestra ayuda en la debilidad»
Por Charles Stanley
Somos más débiles de lo que podíamos haber imaginado, pero por medio del Espíritu Santo somos más fuertes de lo que nos atrevíamos a esperar.
Lea Juan 14:16-17
Después de la Última Cena, Jesús tomó un tiempo para enseñarles a los discípulos más de Su misión y de lo que sucedería después que se marchara de la tierra. Sabía que les esperaban tiempos sombríos. Experimentarían la pérdida de su amado Maestro; el dolor y la desesperanza por Su muerte; la gran alegría cuando resucitara, y la tristeza por Su partida terrenal. Pero lo más difícil de todo, el dar testimonio de Su vida retaría su fe. Por eso, en Juan 14 al 16 les promete un Consolador que estaría al lado de ellos en las pruebas que les vendrían.
Muchas veces enfrentamos la vida sin amilanarnos, confiando ingenuamente que nuestras habilidades nos sacarán adelante. Pero seguir a Dios significa adoptar un modo de pensar del todo diferente. Somos más débiles de lo que podíamos haber imaginado, pero por medio del Espíritu Santo somos más fuertes de lo que nos atrevíamos a esperar.
Sea nuestra lucha espiritual, emocional o física, podemos confiar en que el Espíritu Santo nos ayudará. El apóstol Pablo nos da un ejemplo de esto. Cuando enfrentó el dolor de un padecimiento físico, que él llamaba su «aguijón», le pidió al Señor que le quitara esa dificultad. Pero Dios le dijo que Su fortaleza se «perfecciona en la debilidad» (2 Co. 12:9).
Muchos cristianos creen erróneamente que Dios viene en nuestra ayuda sólo cuando hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos. Sin saber que, cuando reconocemos que somos impotentes para ayudarnos, el Espíritu Santo nos da las fuerzas que necesitamos para enfrentar cualquier problema con absoluta confianza en Dios.
Permanecer en el Espíritu – Juan 15:4
Cuando el Señor trabaja en la vida del creyente, utiliza una diversidad de métodos.
Como Sus hijos, a veces esperamos que Él intervenga en nuestras circunstancias por medio de hechos instantáneos y milagrosos, pero Él trabaja muchas veces de maneras más sutiles. Por ejemplo, recuerdo la vez cuando Dios, de manera callada y paciente, me quitó una creencia que tenía en cuanto a la vida cristiana. Por muchos meses, yo sabía que algo andaba mal en mi espíritu, pero no sabía lo que era. Oraba, ayunaba y le rogaba al Señor que me revelara la fuente de mi preocupación.
Una noche, Dios me reveló algo en la Palabra que yo nunca había aplicado: permanecer en Cristo. Esa noche, mientras oraba, me sentí abrumado. Sabía que algo maravilloso había ocurrido. Mi perspectiva de la vida cristiana había cambiado.
Había estudiado en el seminario y conocía todos los tipos de teología, pero todavía no había captado del todo el propósito del Espíritu Santo. Durante años había tratado de agradar a Dios por medio de mis acciones, en vez de someterme al Espíritu Santo y permitirle que actuara a través de mí. De repente, las cargas que había en mi corazón desaparecieron. Entendí que Jesús me había llamado, no para hacer un ministerio, sino para permitirle a Él trabajar en mí y realizar Su ministerio a través de mí. No eran mis acciones externas lo que le traían gloria a Dios, sino mi disposición a someterme a Él.
Es posible que usted esté esperando que Dios le dé una revelación divina. Recuerde que Él trabaja de maneras sutiles. ¿Será que usted no ha dado importancia a ciertas áreas en las que Dios está ahora moviéndose en su vida?