Sentimientos de soledad
por Charles F. Stanley
Habrá momentos inevitables en que sentiremos la soledad. Pero, del mismo modo, habrá ocasiones en que disfrutaremos estar a solas.
David estaba huyendo. Había dejado a su familia y sus amigos en un intento por escapar del rey Saúl y de lo que parecía ser una muerte segura. A muchos kilómetros de sus hogares, un puñado de personas se le unió.
Aunque había caras conocidas en el grupo, la mayoría eran hombres que él no conocía. Tenían la reputación de ser unos relegados, hombres descontentos por varias razones (1 S. 22:1, 2). Su presencia pudo haber suavizado los golpes emocionales que vienen de ser un exiliado y alguien tildado de traidor. Pero esto hacía poco para evitar los sentimientos de soledad que había acumulados en el corazón de David.
Escondido en la cueva de Adullam, David trataba de hallarle sentido a todo lo que había ocurrido en los meses y semanas anteriores. Cuando el rey Saúl supo dónde estaba ubicado, el gobernante lo persiguió con ardor, tratando de caer sobre él y matarlo. David sabía que su situación no iba a cambiar rápidamente. La persecución de Saúl continuó por meses y después por años, haciendo que el potencial de soledad y ansiedad de David fueran mayores. Pero a medida que leemos los salmos, descubrimos que él no sucumbió a la trampa del Enemigo.
Años antes de que Saúl pensara tomar las armas contra él, David había aprendido varias verdades trascendentales en cuanto a la soledad. Cuando joven, tuvo a su cuidado las ovejas de su padre. Y si bien en ocasiones se encontraba con otros pastores, estaba solo una gran parte del tiempo. Dudo, sin embargo, que hubiera dicho que se sentía solo, porque David estaba muy consciente de estar en la presencia de Dios. Esta sola verdad cambió la manera como él enfrentó la adversidad y los sentimientos de soledad más adelante en la vida. En el salmo 55 escribió: «Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo» (v. 22).
No ignore sus sentimientos
La soledad es un sentimiento doloroso. Quienes experimentan tal sentimiento saben cuán profundamente puede herir su autoestima. Por tanto, no debemos ignorar los momento en que la sensación de soledad se intensifique. Habrá momentos inevitables en que sentiremos la soledad. Pero, del mismo modo, habrá ocasiones en que disfrutaremos estar a solas.
La soledad no depende de la compañía que tengamos, de nuestra posición social o de nuestros ingresos. Algunas de las personas más ricas del mundo son también las más solitarias, y algunas de las más pobres son también las más felices. David era el rey ungido de Israel, pero esto no le evitó batallar contra un profundo sentimiento de soledad.
Tuvo que aprender cómo manejar estos sentimientos, y nosotros tenemos que hacer lo mismo. La soledad es una puerta que lleva a otras emociones negativas. Si no la enfrentamos, podemos terminar batallando además con sentimientos de amargura, enojo y frustración.
Negar la realidad de la soledad no es la alternativa. Decir a los demás: «No me siento solo» cuando usted se está desmoronando por dentro, no hace mucho bien. Esto sólo enmascara el problema, el cual, si no es atendido, hará que la soledad mine sus energías, divida su mente y le impida disfrutar la bondad de la bendición de Dios. El sentimiento de soledad es una de las principales armas de Satanás para desanimarle. A él le encanta hacer que usted no se sienta querido, necesitado y capaz, como si nadie se interesara por usted. Él sabe que si puede socavar su confianza en Dios, podrá erosionar sus emociones con sentimientos de duda y de una baja autoestima.
El objetivo de Satanás es evitar que usted llegue a ser aquello para lo cual Dios le creó. Mi consejo para los creyentes es el siguiente: No crea ni una sola palabra de lo que le diga el Enemigo. Jesús dejó muy claro que Satanás es un mentiroso y que no hay verdad en él (Jn. 8:44). ¿Cómo puede usted reconocer su voz? Pídale a Dios que le dé un corazón capaz de discernir. Asegúrese de que su vida esté libre de todo pecado. El perdón de Dios purifica nuestras emociones. Esto nos posiciona para oír la voz de Él y entender Su verdad, por encima del clamor de Satanás.
También es necesario que usted aproveche estas verdades: Dios le ama con un amor eterno, y Él ha prometido que nunca le abandonará (Jer. 31:3; He. 13:5). Esto significa que usted nunca está solo. Cuando usted va al mercado o a su trabajo, Él está con usted, justo a su lado. El Señor está consciente de todos los problemas que usted enfrenta, y tiene la solución. Conoce sus dificultades, sus obstáculos y la ruta que usted necesita tomar.
David centraba su corazón en el Señor, no en sus circunstancias. Si usted deja sus cargas a Cristo para permitir que Él actúe, notará una gran diferencia en su manera de enfocar la vida. No será golpeado por los sentimientos de soledad. En vez de ello, podrá decir, como David: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo (Sal. 23:4). Jesucristo es su buen Pastor, y usted no tendrá necesidad jamás de poner en duda Su infinito amor y el cuidado personal que Él tiene de usted.
No debemos olvidar jamás que Dios nos creó para tener compañerismo con Él. Esto era parte de su plan original. Él desea nuestra amistad, nuestro amor y nuestra adoración, pero muchas veces tenemos miedo de abrirle nuestro corazón, y transferimos esta misma vacilación a otras relaciones. Conocemos a personas nuevas, pero en lugar de dedicar tiempo para conocerlas, apartamos esas posibles amistades al proyectar mensajes tales como: «No te me acerques mucho». «Quédate donde estás». Los consultorios de los médicos están llenos de personas que sufren emocionalmente. Es que han dejado fuera a Dios, le han cerrado la puerta a Su compañerismo y han desestimado la necesidad que tienen de otras personas. Pero David, a pesar de que tuvo destrozado el corazón, se negó a caer en esa actitud.
Dé los pasos correctos hacia la libertad
La soledad no es un pecado, pero éste puede, sin duda, empeorar el sentimiento. Una joven que estuvo involucrada en una relación de inmoralidad sexual con un hombre no creyente, reconoció que a menudo se sentía sola. Sus acciones habían levantado una barrera entre ella y el Señor. Le resultaba difícil orar y pasar tiempo a solas con Él. Dejó de ir a la iglesia, y aunque su novio estaba con ella, su sentimiento de soledad se hacía mayor. Sus sentimientos de culpa y de vergüenza la aislaron de su familia y de sus amigos. No fue hasta que se dio cuenta de hasta qué punto había descarriado su vida, que decidió hacer un cambio significativo pidiéndole a Dios que la perdona y restaurara.
Si usted está sufriendo por vivir en el pecado, Dios quiere que usted sea libre, pero para que esto suceda tiene que tener la disposición de reconocer que ha actuado mal. Apártese después de su pecado para que pueda volver al refugio de los tiernos brazos de su Padre celestial. También tendrá que llegar al punto en que entenderá que una relación saludable con personas piadosas, que aman a Dios y que están dispuestos a animarle en su vida cristiana, son cruciales para su crecimiento espiritual.
La recuperación de la soledad comienza cuando usted reconoce que hay un problema. La mayor parte del tiempo, este primer paso es el más difícil de dar. Pero si no enfrenta el hecho de que se siente solo, jamás podrá tener la victoria.
La segunda cosa que deberá hacer es reconciliar sus deseos con los de Dios. Esto significa que debe estar dispuesto a dejar a un lado sus deseos en un intento por proclamar su necesidad de Cristo y su fe en Él.
Muchos de los placeres que busca la gente, no es lo mejor que Dios ofrece. Se empeñan en conseguir lo que Él no quiere que tengan, pero al hacerlo crean una tensión en su relación con el Señor. Si lo siguen haciendo, llegarán a un punto en que Él les dejará tener lo que ellos creen falsamente que les traerá la felicidad. Pero nunca sucede así, al menos no por mucho tiempo. Usted necesita tener el deseo sincero de conocer a Dios. Pase tiempo con Él cada día, y notará que la soledad que una vez sintió está disminuyendo.
El tercer paso para vencer la soledad es uno que trae una esperanza y una seguridad tremendas. Es recordar las promesas de Dios. David reconocía la gravedad de sus circunstancias e inmediatamente recordaba los tiempos en que Dios lo había librado de sus problemas. El Señor puede capacitar su mente para que usted haga lo mismo. Cuando le golpeen los problemas, podrá recordar una promesa de la Escritura. Puede ser algo tan rápido y seguro como: «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará (1 Tes. 5:24). O tal vez le hablará la esperanza que se encuentra en el salmo 91: «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente» (v. 1).
¿Cómo puede usted vencer la soledad? Hay una forma segura, y es a través del compañerismo con Jesucristo, y dedicando tiempo a la Palabra de Dios. El Señor venció las tentaciones del Enemigo mediante el uso de la Palabra de Dios como una defensa, y usted debe hacer lo mismo. No sólo vencerá la soledad, sino que también sentará en su vida las bases de una esperanza inquebrantable e indestructible.