Estudio Bíblico: Juan 13:1-30

   Se Humilló a Sí Mismo

Texto: Juan 13:1-30
Versículo clave: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”.
Juan 13:1

Jesús es el cuadro perfecto de humildad. Él estableció el patrón que debe seguir cada creyente mientras Él desinteresada y sacrificialmente servía a otros.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Jesucristo es el Creador del mundo. Él hizo todas las cosas que existen y sin Él nada de lo que ha sido hecho existiría (Juan 1:3). Él fue correctamente aclamado como el Mesías y el Rey de Israel. No obstante, Jesús no vino a Jerusalén para gobernar como un rey; vino para morir como nuestro Salvador. Lo primero significativo acerca de la lección de hoy es que Jesús se humilló a sí mismo. Conforme vivimos, las situaciones y las circunstancias pueden a menudo humillarnos. Nosotros podemos ser humillados por otras personas en nuestras vidas cuando actúan y reacción bastante distinta de lo que esperamos.
Pero jamás ninguna situación está fuera del control de Dios.
Ningún ser humano tiene más poder o autoridad que Él.
Literalmente decidió hacer todo lo que hizo, y decidió humillarse a sí mismo. Jesús mismo tomó la forma humana de los siervos más humildes.
Lo segundo que debemos observar es que hay un proceso. Esto no es una serie de eventos aleatorios. Todo lo que Jesús hizo nos enseña una gran lección y el orden de los eventos también es instructivo. La humildad voluntaria debe ser primero, luego le seguirá la limpieza espiritual, y el resultado será la felicidad.
Este mundo pecaminoso justamente invertirá este orden.
Nosotros creemos que una vez que alcanzamos la felicidad podemos encontrar la justicia espiritual y, que si lo decidimos, podemos ser humildes. El orden de las cosas que tiene el mundojamás funciona. Produce miseria humana, no la verdadera felicidad. En Jesús, la manera en que ganamos galardones es siendo siervos de todos, no del gobernante.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Conocimiento

Juan 13:1-3
1.Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2.Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3. sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba.

En estos versículos vemos las cosas que Jesús sabía que sus discípulos aún no habían comprendido. Jesús claramente les había dicho a sus discípulos que Él iría a Jerusalén, sufriría muchas cosas, sería crucificado y resucitaría al tercer día. Pero estas palabras proféticas cayeron en oídos sordos (Lucas 9:22).
Jesús fue a Jerusalén a morir por los pecados del mundo; los discípulos llegaron a observar una pascua más.
Jesús sabía que su hora, o su tiempo, había llegado. Dios no está atado al tiempo en ningún sentido en que lo estamos nosotros, pero se ató a sí mismo al tiempo humano. Dios envió a Jesús al mundo cuando la plenitud del tiempo se había cumplido y el ministerio de Jesús procedió según una agenda.
Esta agenda no era conocida por los hombres, pero el Señor sí la conocía. Jesús previamente había declarado que su hora aún no había llegado; ahora sabía que sí. Jesús sabía que pronto dejaría este mundo y volvería a su Padre Celestial.
Jesús también sabía que amaba a aquellos que eran suyos. El amor que Dios tiene por nosotros no es circunstancial ni está limitado al tiempo ni a un lugar. Las acciones de Jesús estaban motivadas en su amor por lo suyo. Éste es un gran ejemplo para cualquier maestro o líder. No hay nada mejor que un maestro pueda hacer que amar a quienes les enseña.
Pero el amor de Jesús y sus obras no excluían las actividades de Satanás. Jesús también sabía que Satanás estaba obrando en el corazón de Judas. Tal vez Judas inicialmente no tuvo la intención de traicionar a Jesús. Ciertamente, Judas no comenzó a seguir a Jesús sabiendo que en unos cuantos años su propia vida terminaría en desgracia. Pero Satanás es un mentiroso y le mintió a Judas. Judas creía que el dinero resolvería todos sus problemas. Fue codicioso cuando se derramó el aceite sobre Jesús en la casa de Lázaro y fue codicioso cuando ofreció una oportunidad para ganar dinero a cambio de traicionar a Jesús.
Jesús sabía que el Padre le había entregado todas las cosas en su mano. Jesús está en control de la tierra y de todo lo que está en ella.A menudo pareciera que las cosas están fuera de control, pero no lo están en realidad. Los siguientes días serían caóticos desde el punto de vista de los discípulos, pero desde la perspectiva de Jesús, ellos procedieron de acuerdo a un plan estricto que Él sabía que sucedería.
Jesús también sabía de dónde venía y hacia dónde iba. Él soportó la vergüenza de la cruz debido a la gloria que le esperaba en la eternidad. Cuando su obra redentora en la tierra terminara, Jesús sabía que volvería al cielo a estar con su Padre.
Hay un maravilloso consuelo en el simple hecho que iremos al cielo cuando muramos. Ese hecho debería poner una sonrisa en sus labios y un andar enérgico, sin importar qué más pudiera sucederle. Puede que la vida esté llena de problemas. Los siguientes días serían días de sufrimiento y prueba para Jesús; no obstante, al final Él volvería al cielo. Nosotros podemos enfrentar nuestras pruebas seguros sabiendo que debido a nuestra fe en Jesús, un día seremos llevados a la presencia de Dios mismo. Qué conocimiento más hermoso y reconfortante.

II. Servicio

Juan 13:4-12
4. Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
5. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6.Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo:Señor, ¿tú me lavas los pies?
7. Respondió Jesús y le dijo: lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora;mas lo entenderás después.
8.Pedro le dijo:No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
9. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
10. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
11. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12.Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabes lo que os he hecho?

Con estas ideas en mente, Jesús se levantó de la cena y comenzó a llevar a cabo la tarea de más baja categoría. Se quitó su manto, tomó una toalla y comenzó a lavarles los pies a sus sorprendidos discípulos. Éste era un tipo de servicio que ningún hebreo, aún un esclavo hebreo, se le pediría hacer. Un esclavo gentil podría, pero ningún judío le pediría a otro judío que se rebajara tanto. Jesús estaba llevando a cabo la tarea más humillante y de más baja categoría imaginable en aquellos días.
El hombre que tenía todas las cosas en sus manos y quien podía hacer lo que quisiera, tomó una toalla y lavó los pies. Ésta es una gran lección para nosotros hoy.A menudo nuestro orgullo impide que le sirvamos. Puede que la tarea que tenemos entre manos sea inferior a nosotros, o puede que pensemos que quienes están sirviendo no son dignos de nuestro servicio. De cualquier manera, cuando nos negamos a humillarnos, perdemos una bendición.
Cuando Jesús llegó a Pedro, encontró la primera resistencia de este ministerio. Al principio Pedro no quería que Jesús le lavara los pies. Jesús pacientemente le explicó que Pedro entendería todas las cosas en el futuro, y si Jesús no lavaba sus pies, Pedro no tendría parte con Jesús. Pedro entonces se pasó de la raya y le pidió a Jesús que le lavara sus pies, sus manos y su cabeza. Esto claramente demuestra que Pedro no entendía lo que Jesús estaba haciendo, pero como la mayoría de nosotros, esto no impidió que declarara sus opiniones.
Jesús pacientemente le explicó lo que simbolizaban sus acciones. Jesús estaba enseñándoles a sus discípulos la importancia de mantener el compañerismo con Dios. Cuando un pecador confía en Jesús como Salvador, sus pecados son lavados y perdonados (Tito 3:3-7). Esa transacción es permanente y no hace falta que vuelva a repetirse. Pero, conforme un creyente camina en este mundo, él o ella pueden venir a corromperse parcialmente. Tal persona no tiene que ser nuevamente lavada; simplemente necesita que esa corrupción le sea quitada. Dios promete darnos esta limpieza cuando le confesamos nuestros pecados (1 Juan 1:9). Cuando Dios nos limpia en la salvación, esto tiene como resultado una unión permanente con Cristo.
Ésta es una relación estable que no puede cambiar. Se establece de una vez y para siempre. Sin embargo, nuestra relación con Cristo depende de que nos mantengamos sin mácula delante del mundo (Santiago 1:27). Si tenemos pecado inconfeso y no perdonado en nuestras vidas, interrumpimos nuestro compañerismo con el Señor y ahí es cuando nuestros pies tienen que ser lavados.
Pedro aprendería esta lección de una manera dolorosa cuando negó a Jesús tres veces en una noche. Nosotros deberíamos aprender una importante lección de las acciones de Pedro. No ponga en duda la voluntad o la obra de Dios, y no trate de cambiarla. Jesús sabía lo que estaba haciendo. Puede que Pedro pasara un momento difícil permitiendo que Jesús lavara sus pies porque Pedro mismo no estaba dispuesto a ministrarles a otros de esta misma manera. Se necesita humildad y gracia para servir a otros, pero también se necesita humildad y gracia para dejar que otros nos sirvan. Lo bonito sobre un espíritu verdaderamente sumiso es que puede dar así como puede recibir y hacer ambas para la gloria de Dios.

III. Felicidad

Juan 13:12-17
12.Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabes lo que os he hecho?
13.Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
14. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
15. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16.De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

Jesús entonces les preguntó a sus discípulos si entendían lo que había sucedido. Sabiendo que ellos no lo habían comprendido, les explicó el ejemplo de servicio.
En efecto, Jesús era el Señor y Dios de ellos; pero, si por voluntad propia Él se humilló a sí mismo y lavó sus pies en servicio sumiso, ellos debían estar dispuestos a hacer lo que Él había hecho. En este incidente Jesús nos dio un ejemplo de servicio humilde en todos los niveles, no un mandato específico de imitar esta acción en particular. Nosotros no encontramos que esta práctica se repita entre otras iglesias mencionadas más adelante en la Biblia. No se menciona ni se enseña en las epístolas a las iglesias. Las dos ordenanzas de la iglesia son el bautismo y la Cena del Señor. De hecho, el lavado de pies no era una práctica ordinaria en los hogares judíos antiguos. Se hacía, pero no era un requisito. El lavado de pies era una señal de afecto especial de parte del anfitrión. Este evento ocurrió después que terminara la cena, no cuando estos hombres entraban al aposento.
Jesús quería que sus discípulos vieran este cuadro de servicio humilde, pero más que eso, Él quería que ellos imitaran este ejemplo en las miles de formas que pudieran servirse entre ellos. La verdadera felicidad no se trata solo de entender; también requiere práctica. De hecho, el entendimiento sin la práctica es normalmente frustrante para todos los involucrados.

UNA PALABRA FINAL

El gran principio enseñado aquí es que el siervo no está por encima de su maestro. Si Jesús pudo humillarse a sí mismo y servir a otros en una tarea de baja categoría sin pensar en una recompensa, nosotros deberíamos estar dispuestos a hacer lo mismo.
Este tipo de servicio humilde será inconsciente. Usted no puede llevar orgullo a su humildad. En Mateo 25:31-46, Jesús habló de personas que habían ayudado a otras y le habían servido sin saber lo que estaban haciendo. La verdadera humildad no es pensar humilde de usted mismo; para nada se refiere a pensar en uno mismo. La verdadera humildad es hacer lo que es correcto porque es correcto, sin pensar en la posición o el orgullo.
En un mundo donde los hombres constantemente se preocupan por su imagen y su posición social Jesús dio este ejemplo, opuesto pero refrescante, acerca de un Rey que estaba dispuesto a llevar a cabo la tarea más baja y humillante para enseñarles a quienes amaba una lección valiosa sobre el servicio. La mayoría de estos hombres jamás olvidaron lo que Jesús hizo esa noche.
Judas estaba ahí y todo este incidente no lo impresionó para nada. Satanás había tomado su corazón malvado, y ya no estaba tomando en consideración las lecciones que Jesús estaba enseñando.
No hay trabajo que esté por debajo de nosotros. El único ascenso en el servicio del Señor es siendo siervo de más personas. Ante los ojos de Dios no importa cuántas personas trabajen para usted o con usted, sólo importa a cuántos le sirve usted. Las oportunidades para servir están en todas partes y son eternamente gratificantes. Recuérdelo, normalmente es el ejecutivo principal de la empresa quien tiene las úlceras y la tensión, no el conserje.

PARA DISCUSIÓN

1. Cuando usted se refleja a través de las acciones de Jesús en el momento en que Él tomó el lugar de siervo y lavó los pies de sus discípulos, ¿cómo le afecta eso a usted?
2. ¿Qué cree usted que pensaron los discípulos mientras Jesús andaba alrededor lavándoles los pies?
3. ¿Cuáles actos humildes de servicio podemos nosotros efectuar por nuestros hermanos conforme imitamos a Jesús?
4. ¿Cuál es la diferencia entre hacer “lo que” Jesús hizo y hacer “de la manera que” Jesús lo hizo (Juan 13:15) en el lavamiento de los pies de sus discípulos?

Devocionales diarios

D. —Se hizo pobre, siendo rico, 2 Corintios 8:9.
L. — La predicción de la traición, Juan 13:18-30.
M. — El patrón de humildad, Filipenses 2:5-8.
M.— Sin vanagloria, Filipenses 2:1-4.
J. — Prefiriéndoos los unos a los otros, Romanos 12:9-16.
V. —Agrade a su prójimo primero, Romanos 15:1-3.
S. — Sirva para ganar, 1 Corintios 9:19-22.


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