Él Cargó Su Cruz
Texto: Juan 19:1-37
Versículo clave: “Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota”.
Juan 19:17
Jesús murió por nuestros pecados en la cruz para que pudiéramos vivir para Él en el mundo.
Él cargó la cruz por nosotros. ¿Qué está usted cargando por Él?
UN VISTAZO PRELIMINAR
Conforme se acercaba el fin del juicio de Jesús, Pilato estaba
tanto enojado como temeroso. Tenía temor porque Jesús había dicho ser el Hijo de Dios. Los romanos eran supersticiosos y creían que algunos de sus dioses de hecho tomaban forma humana. Pilato trató de fingir que personalmente no estaba interesado en asuntos espirituales; no obstante, tenía un temor persistente de que Jesús pudiera ser quien decía ser.
Pilato estaba enojado porque él era un hombre en autoridad; no obstante, Jesús no se estaba sometiendo a esa autoridad.
Pilato estaba acostumbrado que los hombres fueran deferentes para con él o más bien reverentes hacia él; no obstante, Jesús no le daría una respuesta a sus preguntas. Por supuesto que este fue un cumplimiento de la profecía (Isaías 53:7).
Pilato le preguntó a Jesús una vez más: “¿De dónde eres tú?” Jesús se negó a contestar y Pilato le recordó que Él tenía el poder para matarlo o el poder para soltarlo. En este punto Jesús habló y dio uno de los testimonios más poderosos que se haya dado jamás sobre la forma en que Dios trabaja y sobre los gobiernos humanos. Esto se relata en el versículo 11.
Todos los gobiernos humanos operan dentro de la voluntad permisiva de Dios (Romanos 13:1). Pilato estaba bajo la autoridad de Dios ese día y así lo estaba Jesús. Jesús hizo la voluntad de Dios de manera sumisa. Pilato hizo la voluntad de Dios a regañadientes y sin siquiera saber lo que estaba haciendo, pero la voluntad de Dios fue hecha ese día y los pecados de la raza humana fueron limpiados por el amor redentor de Dios.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. La decisión de Pilato
Juan 19:13-16
13. Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata.
14. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey!
15. Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.
16.Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.
Mientras examinamos el relato de Juan de la crucifixión, leamos Mateo, Marcos y Lucas para tener mayor información sobre este momento crucial en la historia. Cada uno de estos
escritores tiene una perspectiva única acerca de estos eventos.
Juan se centró en dos hechos. Uno era que Pilato estaba tratando de encontrar una manera para liberar a Jesús. El otro hecho es que los principales sacerdotes aborrecían a Jesús y
nada menos que su muerte satisfacería su odio. Juan nos ha llevado desde Gabata, el tribunal, al Gólgota, el lugar de redención.
Lo que Pilato oyó y que finalmente lo convenció de crucificar a Jesús fue una acusación hecha por los judíos de que si Él liberaba a Jesús, estaría cometiendo traición contra César porque Jesús había dicho ser un rey. La lógica tergiversada del odio proclamó que cualquiera que creyera en Jesús no podría ser leal al César. Esto nos muestra cuan lejos puede ir la gente con mentes malvadas para lograr su cometido.
Pilato era como muchos otros. Él quería decir la verdad entre tanto no tuviera ningún costo hacerlo. Cuando pareció que tendría que pagar un precio por su opinión, rápidamente cedió ante la multitud. Pilato no le prestó atención a la sencilla verdad de lo que Jesús le había dicho. Dios estaba en control, y al final todos sólo le contestarán a Él.
Los cristianos necesitan desesperadamente recuperar este punto de vista del mundo. Cuando estamos bajo presión o en problemas, necesitamos recordar y comprender que nada de esto podría suceder si Dios no lo permitiera. Todo en nuestras vidas está obrando para nuestro bien y nosotros debemos saber eso (Romanos 8:28). Éste no es un mundo perfecto. Él está llamando a sus hijos a que preparen los corazones de los hombres para el mundo por venir. Nuestro futuro está en el cielo, no en esta tierra.
Los judíos estaban preparándose para la pascua. Ellos habían comido la fiesta la noche anterior y ahora estaban preparándose para el sábado de pascua que le seguía. Pilato sabía que éste era un feriado, así que les dijo a los judíos: “He aquí vuestro rey” (Juan 19:14). Esto enfureció a la multitud y demandaron que Jesús fuera crucificado. De manera sorprendente, ellos le rindieron lealtad a César. Éstos eran los principales sacerdotes hablando. Estos hombres deben haber conocido la ley y las Escrituras. No obstante, en un momento de odio, rechazaron su herencia y le rindieron lealtad a un gobernador pagano que estaba a gran distancia. De hecho la profundidad del odio fue extraordinaria.
Los tiempos de prueba no forjan nuestro carácter; sólo revelan lo que ya está ahí. El odio y el asesinato ya habían estado en los corazones de ellos a través del ministerio de Jesús.
Dios usa situaciones como ésta para revelar lo que ya está en los corazones humanos. Pilato quería aparentar ser un juez justo y honorable; no obstante, demostró ser un cobarde sin una convicción verdadera de cara a una multitud. Los principales sacerdotes aparentaron ser piadosos y justos; no obstante, estas circunstancias demostraron que estaban llenos de un odio asesino y que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por proteger sus propios intereses.
Así que en esta situación maligna, Jesús fue sentenciado a ser crucificado.
II. La sumisión de Jesús
Juan 19:17-22
17.Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;
18. y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.
19. Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.
20.Y muchos de los judíos leyeron este título;porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
21. Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: NO escribas: Rey de los judíos; sino, que Él dijo: Soy Rey de los judíos.
22. Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
Estas pocas palabras relatan el comienzo del evento más significativo en la historia de la humanidad, pasada, presente o futura. Juan usó este simbolismo intenso para señalar su punto.
Jesús fue llevado al Gólgota, el lugar de la calavera. Jesús estaba lidiando con la muerte y qué mejor lugar que este para hacerlo.
El Gólgota estaba cerca del lugar donde Abraham ofreció a Isaac muchos años antes. En esa ocasión, Dios intervino e Isaac fue perdonado. Esta vez Dios permitió que su Hijo sufriera por los pecados de la raza humana para que nosotros pudiéramos ser salvos. Esta vez el sacrificio sería completo.
La crucifixión era una muerte horrible. La víctima era crucificada a la cruz y dejada a morir, tal vez de sus heridas o más probablemente por días de exposición a los elementos. Los hombres podían estar colgados a la cruz por una semana o más y aún estar vivos. Una vez en la cruz, toda esperanza se iba.
Todo lo que quedaba era una muerte dolorosa y tortuosa.
Cuando Jesús fue crucificado, otros dos fueron crucificados con Él. Éstos eran criminales convictos que merecían morir.
Lucas revela que uno de ellos se arrepintió y fue salvo en su hora final (Lucas 23:39-43).
Dios quería que el mundo entero supiera lo que estaba sucediendo. Pilato escribió una inscripción para la cruz de Jesús. Dice así: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” (Juan 19:19). Fue escrita en hebreo, griego y latín. Estos tres idiomas eran comúnmente hablados en Jerusalén y entre toda la multitud reunida ahí para la pascua. De esta manera todos los que presenciaran este evento sabrían lo que estaba sucediendo.
Los principales sacerdotes no estaban contentos con matar a Jesús; ellos querían que fuera humillado. Le pidieron a Pilato que cambiara la inscripción para que dijera que Jesús había sido el único en decir que era el rey; pero Pilato dio una última determinación y se negó.
Nosotros debemos aprender que una vez que decimos una palabra, jamás podemos retomarla. Nadie puede cambiar el pasado, pero Dios a través de la sangre que Jesús estaba derramando en este momento, puede limpiarnos de los pecados del pasado. En un sentido Pilato estaba hablando para todos los hombres. Lo que se hizo, se hizo.
Jesús, aunque inocente de todos los cargos traídos en su contra, fue clavado a una cruz y fue dejado a morir.
III. La hora más oscura de la tierra
Juan 19:23-30
23. Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.
24.Entonces dijeron entre sí:No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos,Y sobre mi ropa echaron suertes.Y así lo hicieron los soldados.
25. Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre,María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
26.Cuando vio Jesús a sumadre, y al discípulo a quien él amaba,que estaba presente, dijo a su madre:Mujer, he ahí tu hijo.
27.Después dijo al discípulo:He ahí tu madre.Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
28.Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese;Tengo sed.
29. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.
30. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es.Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Juan mencionó a los soldados porque éste era un cumplimiento de la profecía dada en Isaías 53 y en el Salmo 22.
Es imposible que nosotros imaginemos la agonía que sufrió Jesús durante sus horas en la cruz. Nuestras mentes simplemente no pueden relacionarla. Pero durante este tiempo Juan relató tres de las cosas que Jesús tenía que decir. Son reveladoras del maravilloso carácter de nuestro Señor.
Primero, Juan observó que Jesús, en gran agonía y sufrimiento por los pecados del mundo, recordó a su madre. Él le encomendó a María a Juan y Juan a María, uniendo a estos dos en el mismo amor que les había compartido. Lo sorprendente sobre esto es que María tenía otros cuatro hijos que podían y hubieran cuidado de ella, aunque no eran creyentes hasta después de la resurrección. No obstante, Jesús le encomendó el cuidado de ella a Juan. Nuestras ataduras espirituales a menudo son más fuertes que nuestras ataduras familiares.
Segundo, Juan reveló la terrible angustia y la agonía física de la cruz. Los científicos nos dicen que la sed podría ser el dolor más agonizante. Cuando tenemos sed, todas las células en nuestro cuerpo gritan por un alivio y el dolor empeora más y más. De manera asombrosa Jesús pidió fuerte: “Tengo sed” (Juan 19:28) sólo porque era necesario cumplir la Escritura.
Jesús no estaba demostrando debilidad; Él pudo haber soportado esta agonía de sed sin quejarse, pero para cumplir fielmente las Escrituras, Jesús gritó: “Tengo sed” (versículo 28).
Finalmente, Juan relató las últimas palabras de Jesús en la cruz. “Consumado es” (versículo 30) es una palabra en griego.
Significa que el sacrificio fue hecho. Jesús había pagado para siempre el precio por nuestros pecados y nada más jamás sería necesario añadirle para redimir a la humanidad perdida. La obra había terminado y el fundamento para la redención estaba asegurado.
Jesús entregó el espíritu. Él demostró, en sus últimos momentos, que tenía poder sobre su vida y sobre su muerte.
Ningún hombre le quitó la vida. Él dio su vida y después de tres días y tres noches, la volvió a tomar.
UNA PALABRA FINAL
Los judíos habían hecho que un hombre inocente muriera.
Esto no les afectó en nada, pero estaban preocupados que su celebración del día de reposo fuera contaminada por tener hombres colgando sobre las cruces; así que le pidieron a Pilato
que les ordenara a los soldados que les quebraran las piernas de estos hombres para que murieran más rápido. Pilato estuvo dispuesto, pero cuando llegaron a Jesús encontraron que ya estaba muerto. Uno de los soldados, queriendo asegurarse, atravesó el costado con una lanza. Cuando lo hizo, brotaron agua y sangre. La sangre de nuestro Señor ya se había separado, algo que sólo ocurre después de la muerte. Esto convierte en mentira la teoría de que Jesús sólo se desmayó en la cruz y que más tarde revivió. Juan quería que nosotros supiéramos que estaba completamente muerto.
Juan hizo un juramento solemne concerniente a las cosas escritas aquí. La razón por la cual Juan lo hizo es simple. Él quería que la verdad de este evento fuera registrada para que aquellos que la leyeran pudieran creer.
Jesús no murió en la cruz para hacernos sentir mal por una injusticia que estaba siendo cometida contra un hombre inocente. Jesús no fue un mártir por una causa. Él no murió por ser una víctima impotente de las fuerzas malignas que estuvieran más allá de su control. Él no murió porque su vida fuera su fin natural y su cuerpo ya no pudiera sostener su espíritu. Jesús murió deliberadamente en sumisión a la voluntad de Dios. Él murió por usted y por mí para que pudiéramos creer en su nombre y ser eternamente salvos.
La muerte de Jesús comenzará a tener su propio significado sólo cuando usted se arrepienta de sus pecados y ponga su fe personal en Él.
PARA DISCUSIÓN
1. Discuta la ironía de los líderes judíos al guardar la letra de la ley de Dios (Juan 18:28; 19:31) mientras ellos crucificaban al Hijo de Dios. ¿Somos nosotros a veces legalistas en cuanto a las tradiciones menores mientras estamos siendo negligentes en responsabilidades mayores? ¿De qué manera?
2. ¿Qué relevancia tiene que el letrero sobre la cruz haya sido escrito en tres idiomas?
3. ¿Qué le dice a usted la preocupación que tenía Jesús en la cruz por su madre?
4. ¿Qué implicó Jesús cuando dijo: “Consumado es” (Juan 19:30)? ¿Qué fue consumado?
Devocionales diarios
D. — Él cargó su cruz—para llevarnos a Dios, 1 Pedro 3:18.
L. — Coronado de espinas, Juan 19:1-3.
M.—Traspasado por nosotros, Juan 19:31-37.
M.— La predicación de la cruz, 1 Corintios 1:17, 18.
J. — Gloria en la cruz, Gálatas 6:14.
V. — Paz por medio de la cruz, Colosenses 1:20.
S. — Clavado en la cruz, Colosenses 2:14.