Lectura: 2 Corintios 5:18-21
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. . . . –Isaías 53:5.
Unos antiguos colonizadores viajaban una vez juntos por las praderas del oeste de los Estados Unidos. Un día, se horrorizaron al ver un fuego que se movía en dirección a ellos avivado por el fuerte viento.
A medida que las llamas se acercaban más y más, un hombre, para asombro de los otros, le prendió fuego a favor del viento a un gran pedazo de terreno cubierto de yerba. La yerba seca se quemó rápidamente, dejando detrás un área desierta y chamuscada. Entonces dijo a los demás hombres que se colocaran en el lugar ya quemado. Observaron cómo el fuego se les acercaba arrasando hasta que llegó al área quemada. . . ¡y se detuvo! Los hombres estuvieron a salvo mientras el fuego les pasaba por ambos lados.
Los fuegos del juicio de Dios descenderán a un mundo malvado, pero Dios ha provisto un lugar ya quemado. En el Calvario, el fuego de la justicia de Dios fue apagado por Jesús. Él llevó nuestro pecado allí y pagó completamente la deuda por nuestras transgresiones. Satisfizo plenamente las demandas por nuestro pecado, y los que hemos dado nuestro paso de fe en la obra consumada de Cristo, estamos seguros en el lugar ya quemado. No queda nada por quemar.
Jesús «llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados» (1 P. 2:24). ¿Estás en el lugar quemado? –Doctor M. R. De Haan
Cristo Murió En Lugar Nuestro Para Proveer Un Lugar Seguro.
/ Tomado de NPD