No se puede salvar a sí mismo
Lectura: Mateo 27:33-44
A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. . . . –Mateo 27:42.
Un pastor alquiló un cuarto en la casa de un granjero que no era cristiano. El pastor esperó un momento apropiado para hablar con él sobre Cristo. Finalmente, una mañana temprano, se presentó la oportunidad cuando el granjero le pidió que lo acompañara al gallinero. Allí, en uno de los nidos, había una gallina con una cría de polluelos que miraban a su alrededor de debajo de sus alas. «Tóquela, pastor» –dijo el granjero. Cuando el pastor puso la mano encima de la gallina descubrió que estaba fría y muerta.
«Mire la herida en la cabeza –prosiguió el granjero–. Una comadreja le chupó toda la sangre de su cuerpo y ella nunca se movió por temor a que el animal hiciera daño a sus pollitos.»
«Oh –dijo el pastor– exactamente como Cristo. Él soportó todo el sufrimiento en la cruz. Pudo haber salvado su propia vida, pero no lo hizo, porque si se hubiera movido nosotros nos habríamos perdido.» El Espíritu Santo aplicó esas sencillas palabras al corazón del granjero, y al poco tiempo puso su fe en Aquel que en el Calvario optó por salvarnos, y no por salvarse a Sí mismo.
¿Has aceptado por fe la oferta de salvación de Cristo? ¿Le has dado tu vida? Él dio su vida para que tú pudieras vivir.
EL SÍMBOLO DE NUESTRA FE CRISTIANA ES UNA CRUZ, NO UNA SILLA CÓMODA.
/ Tomado de NPD