Lo peor de lo peor
Por Chris Richards
Imagínate al rufián más vil que te hayas topado jamás en esta vida, el más detestable, el más ruin, el más indigno, y ni siquiera te habrás aproximado a lo peor de lo peor; hay algo aun más feo. Lo más triste de todo es que, a menudo, es uno de nosotros. Sí, alguien que vive entre nosotros los hombres Cristianos es lo peor de lo peor. No tenemos que ir a ningún reclusorio o punto lejano para encontrar a este hombre, ya que muchas veces se le puede encontrar en el espejo. Aunque espero que no sea tu caso. Con frecuencia es un hombre al que apreciamos e inclusive, puede ser que haya aspectos de su vida que sean dignos de nuestro respeto, pero eso no elimina su gran crimen. Tal vez te preguntas ¿Cuál es el gran pecado? ¿Será la violación de menores? ¿El asesinato? ¿Qué puede ser?
No, no es uno de esos crímenes nocivos de los que leemos en las revistas amarillistas.
¿Qué declara Pablo como este gran pecado?
Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. 1 Tim. 5:8
Lo peor que tú y yo podemos ser ante los ojos de Pablo, es un hombre flojo que no trabaja para mantener a su familia. Entiendo la frustración de Pablo con este tipo de persona, pues cada vez que me topo con alguien así, y desgraciadamente es demasiado seguido, quisiera poder castrarlos por haber sacrificado su hombría en el altar de la flojera y la comodidad.
Primeramente, señores, necesitamos reconocer que lejos de ser una maldición, el trabajo es una bendición. Dios le dio a Adán el trabajo de cuidar el huerto y catalogar a todos los animales de la creación dándoles un nombre, mucho antes de darle a su esposa. Eso fue anterior a la caída y la maldición que cayó sobre la humanidad a causa de la desobediencia. Dios mismo trabajo seis días creando este mundo y Él no está bajo ninguna maldición. Tú y yo no queremos una vida sin trabajo ni propósito. Una gran cantidad de hombres mueren al poco tiempo de su jubilación porque sus vidas pierden propósito.
En segundo lugar, necesitamos reconocer que todo, repito: TODO TRABAJO ES DIGNO. Conozco hombres que permiten que su familia pase por hambre y escasez porque no encuentran un empleo a su nivel. Perdóname, pero cuando no tienes trabajo, ¡hasta lavar baños es un trabajo digno!
José, hijo de Jacob, había crecido como un «junior», hijo de papi, pero luego se encontró como esclavo en la casa de Potifar y ahí estuvo dispuesto hacer cualquier trabajo que se le pidiera ¡y sin goce de sueldo! Sin embargo, debido a su fidelidad, Dios pudo elevarlo hasta el palacio del Faraón, pero para eso, tuvo que aprender a lavar los baños de la prisión y lo hizo con excelencia.
Tenemos que entender que Dios no elevó a José al palacio porque estaba de flojo esperando un trabajo «a su talla». Tú te quedas en tu casa permitiendo que tu familia sufra, y Dios no nunca abrirá ninguna puerta frente a ti. La Biblia nos dice que el que es fiel en lo poco, será puesto sobre mucho; no el calificado, el titulado o el capaz, sino el que sabe ser fiel en lo poco. Hay veces en que nuestros títulos nos estorban. Pensamos que ciertos trabajos son denigrantes para nuestra experiencia o educación, pero Pablo nos aclara que, mucho más denigrante que lavar baños públicos, ¡es no trabajar y dejar de proveer para nuestra familia!
Seamos hombres de verdad, remanguemos la camisa y pongámonos a trabajar. Dios verá nuestra fidelidad y nos elevará, poniéndonos en lugares de autoridad. Si tú y yo somos fieles en suplir las necesidades de nuestro hogar, Dios, nuestro padre, será fiel en suplir nuestra necesidad de un trabajo en el cual nos sintamos realizados.