“Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra; y no has negado mi nombre.” Apocalipsis 3:8
Las iglesias verdaderas se mueven por fe y toman ventaja de cada oportunidad, entendiendo que los obstáculos las acompañan.
UNA PRIMERA MIRADA
La Filadelfia bíblica estaba ubicada a unos cuarenta y cinco kilómetros al sureste de Sardis. Era la más joven de estas siete ciudades y fue fundada en el año 150 a.C. por Átalo de Pérgamo, cuyo apodo era Filadelfi a. Átalo recibió este nombre debido a su gran devoción por su hermano, Eumenes, y la ciudad fue llamada en su honor.
La ciudad, junto con Sardis y muchos otros lugares, fue destruida en un gran terremoto en el año 17 d.C. La mayoría de las demás ciudades se recuperaron rápidamente, pero por muchos años Filadelfi a sufrió las réplicas de este desastre. La gente de Filadelfi a debía estar lista para salir huyendo de la ciudad en el momento en que fuera notifi cada. Tiberio César ayudó a reconstruir la ciudad después del terremoto y a la ciudad por un tiempo se le cambió el nombre por Nueva Cesarea o Nuevo César. Más adelante su nombre fue cambiado por Flavia en honor a Vespasiano, quien era el emperador de Flavia. Luego, el nombre Filadelfi a fue restituido.
Estas personas entendieron lo que era tener un nombre distinto. Esta gente entendió lo que signifi caba un nombre diferente. Todos estos hechos tienen algo que ver con la interpretación de estos versículos.
Este mensaje fue único porque no hubo queja alguna emitida contra esta iglesia. No hizo falta una acción correctiva aquí. Ésta era una iglesia que no necesitaba reprimenda de parte del Señor.
De inmediato resaltan dos aspectos. Primero, es imposible servir al Señor de tal manera que no provoquemos crítica de parte de Él. Segundo, todas las iglesias deben estudiar este mensaje y luchar por servir al Señor como lo hicieron los cristianos fieles en Filadelfia.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. El poder de Cristo
Apocalipsis 3:7
7. Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfi a: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.
En todas las demás cartas Jesús usó símbolos de la visión de Juan para describirse a sí mismo a las iglesias. Aquí no se refirióa esa visión. Más bien usó otros títulos para decirle a esta iglesia quién es Él y qué hace. Jesús es el único. Esto significa que su carácter no tiene defecto ni mancha. Jesús fue tentado en todas las áreas como lo somos nosotros, pero no tenía pecado. Jesús también es una realidad genuina. Él es la verdad máxima sobre todas las cosas. Todas las cosas por Él fueron hechas y sin Él, nada hubiera existido jamás. Éste es quien es Él.
Luego vemos lo que Jesús hizo. Él sostuvo lo que llamó las llaves de David. Ésta es una referencia a Isaías 22:22, donde Dios sustituyó el mal de Sebna por la justicia de Eliaquim, quien fue un siervo fi el. Lo que dice aquí es que nadie se puede oponer exitosamente a la voluntad de Dios. Dios gobierna todos los eventos de la historia sobre la tierra. Él abrirá algunas puertas y ningún hombre las cerrará y Él cerrará algunas puertas y ningún hombre las podrá abrir. Ningún poder humano puede invertir las decisiones de Dios.
En los días de Ezequías Dios había demostrado este poder y ahora Jesús declaró que Él lo tenía y que lo usaría.
II. Los prospectos para la iglesia
Apocalipsis 3:8, 9
8. Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
9. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
Jesús usó su poder para abrir y cerrar puertas en beneficio de la iglesia en Filadelfi a. Él abrió puertas de servicio y oportunidad para ellos y nadie podía cerrar esas puertas abiertas.
Pablo también usó esta ilustración refi riéndose a su propio ministerio. En 1 Corintios 16:9, Pablo habló de una puerta abierta en Éfeso, aunque ahí había muchos adversarios. Previamente Dios había cerrado la puerta a Bitinia y Troas (Hch. 16:6-9), pero más adelante Dios abrió la puerta a Éfeso.
Jesús entonces les dijo a los miembros de esta iglesia porqué tenían una puerta abierta delante de ellos. Las razones son reveladoras. Jesús literalmente estaba diciendo que Él les había abierto una puerta porque tenían un poco de poder, habían guardado su Palabra y no habían negado su nombre. Primero, tenían poca fortaleza, o poco poder. Una puerta abierta se abre delante de nosotros cuando le demostramos al Señor que tenemos la capacidad y la voluntad de atravesarla. Esto sucede cuando comprendemos que nuestra fortaleza es pequeña y limitada, pero el poder de Dios no tiene límites. Éste es el poder que recibimos de nuestra fe cuando actuamos en fe y esperamos que Dios también actúe. Cuando tenemos la idea que Dios puede hacer algo en nuestra vida, comenzamos a buscar oportunidades para que El trabaje, y entonces las puertas se abren.
Tenemos que comprender que jamás servimos al Señor solos.
Puede que nos desanimemos y si lo hacemos, tenemos que comprender que de hecho nuestra fortaleza es pequeña; pero también debemos comprender que el poder de Dios que trabaja a través de nosotros es ilimitado. Tenemos que tomar decisiones importantes. Individual y corporativamente necesitamos determinar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, una vez que determinamos su voluntad, no hay nada más que decidir.
Podemos seguir donde Dios nos guíe. El poder no es nuestro; es de Él. Siendo realista, pocas iglesias, si es que las hay, realmente comprenden o usan el poder que tienen para servir al Señor.
La presencia del Espíritu Santo se le promete a todo creyente en Cristo sin condición alguna. El Espíritu Santo está viviendo en nuestro corazón, o usted no es cristiano del todo (Ro. 8:9).
Nosotros tenemos el poder para atravesar cualquier puerta que Dios nos abra.
Luego aprendemos a la Palabra de Dios debemos darle el primer lugar en nuestro corazón. Tenemos que estudiarla, predicarla y realmente conocerla. Esto no es sólo para líderes; es para toda persona en todas las iglesias. La Biblia es el libro más grande jamás escrito. Nos enseñará lecciones que no podemos aprender en ningún otro lado. Nos mostrará cómo vivir y nos hará aptos para la eternidad. Y lo mejor de todo es que la Palabra de Dios revela al Hijo de Dios. La Biblia no se trata de usted ni de mí; la Biblia se trata de Jesús. Jesús dijo así a los saduceos en Juan 5:39. La Biblia es un testimonio de Jesús. Cuando conocemos su carácter, podemos tener compañerismo con Él y seguirle.
Podemos conformarnos a su imagen y apropiarnos de su poder en nuestras vidas. Esas cualidades nos permitirán entrar por las puertas abiertas delante de nosotros.
El hombre que honestamente evalúa su fortaleza y aprende a depender en el gran poder de Dios, y quien se sumerge en la Palabra de Dios y atesora esa Palabra en su corazón, jamás negará el nombre de Jesús. Una vez que conocemos la verdad, no la podemos desaprender. No importa lo que digamos con nuestros labios, nuestros corazones sabrán que Dios es real y que Él vive.
Una vez que conocemos a Jesús, de hecho podemos enfriarnos y ser indiferentes, pero la verdad siempre estará esperando ser subida a la superfi cie de nuestras vidas y silenciosamente dándole forma a nuestro carácter para que sea como el carácter de Cristo.
Jesús también usará su poder para abrir y cerrar puertas para que los enemigos de una iglesia la respeten y abiertamente reconozcan la bendición de Dios. Leemos la frase: “sinagoga de Satanás” (Ap. 2:9) en la carta a Esmirna. Estos así llamados judíos se oponían a la obra de las iglesias del Señor. Lo asombroso es que aún estos incrédulos reconocieron la bendición de Dios sobre la iglesia de Filadelfi a. Cuando realmente mostramos el amor de Cristo y predicamos y vivimos la verdad, podemos comunicarnos con cualquiera que esté en cualquier parte, y ellos nos respetarán por lo que decimos. Esto no es por nuestro carácter; se debe al poder de Dios que fluye a través de nosotros.
III. Las promesas a la iglesia
Apocalipsis 3:10-13
10. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.
11. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
12. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
13. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias El poder para abrir y cerrar también será usado en el futuro.
Aquí están las asombrosas promesas de nuestro Señor a esta iglesia. Los santos en Filadelfi a habían sido pacientes así como Jesús. Él había estado esperando por siglos que sus enemigos fueran el estrado de sus pies. La paciencia es la clave para ser guardados por Dios en la hora de la tentación. Cuando cedemos a la tentación, nos estamos vendiendo. Nos estamos vendiendo a nosotros mismos a precio regalado. Estamos tomando un pedazo de dulce en lugar de recibir un premio eterno. La hora de la tentación le llega a todos. Quienes comprenden la Palabra y reconocen el poder de Dios en sus vidas no se entregarán a un momento de placer cuando esto signifi que perder la bendición eterna.
A esta iglesia fi el se le prometió específi camente liberación de la hora de tentación. Esto no sólo se refi ere a la tentación en sí misma, también se refi ere al momento, o la hora de la prueba. Ésta es una de las promesas más claras de la Biblia: las iglesias del Señor no soportarán la Gran Tribulación. Esta es una promesa reconfortante porque la venida del Señor está más cerca hoy que lo que haya estado jamás.
Jesús dio la hermosa promesa de que Él vendrá pronto. Esto puede confundirnos porque ya han pasado unos dos mil años desde que estas palabras fueron escritas. Tenemos que entender esta promesa en su contexto. Esta promesa fue dada desde el cielo a la tierra. En términos eternos, mil años es sólo un momento. La forma en que nosotros lo entendemos, el tiempo puede parecer que se nos alarga, pero en realidad está moviéndose rápidamente y llevándonos a la pronta y segura venida de Jesús a la tierra.
Jesús también alentó a los miembros de esta iglesia, y nos alienta a nosotros, a sostenernos en lo que tenemos para que nadie tome nuestra corona. No debemos permitir que el deseo por las cosas del mundo venga a ser el centro de nuestro pensamiento.
Esto no es una referencia a la pérdida de nuestra salvación; se refi ere a una pérdida de nuestro premio. Nuestra recompensa por servicio bien hecho es una oportunidad mayor por servicio.
La recompensa se construye en el servicio mismo, y si dejamos de servir a Dios, también dejamos de ser recompensados con oportunidades mayores de servicio.
A los santos fieles en Filadelfi a se les dan dos promesas.
Primero, vendrían a ser pilares. Éste es un símbolo de permanencia y fortaleza. En Gálatas, Pablo se refiere a Pedro, a Esteban y a Juan como pilares de las iglesias. En un sentido estos tres hombres, aún mucho tiempo después de su muerte, siguen dando dirección, fortaleza, conocimiento y apoyo a los cristianos.
Cuando vemos las ruinas antiguas, a menudo observamos que lo único que queda son los pilares. Cuando trabajamos para el Señor, nos hacemos cada vez más permanentes. Si Pablo, Pedro, Esteban y Juan hubieran seguido a cualquier otro aparte de Jesús, jamás los hubiéramos oído; pero porque ellos les entregaron sus vidas a Jesús, han bendecido a millones a través de los siglos, incluyéndonos a usted y a mí.
Jesús les prometió a los miembros de esta iglesia que ellos no saldrían más. Ésta bien puede ser una referencia a las frecuentes evacuaciones ocasionadas por las réplicas del gran terremoto en Filadelfi a. El nuevo nombre puede referirse al hecho que a menudo a la ciudad se le cambiaba el nombre. Ambos hablan de permanencia y fortaleza en una situación que está en un cambio.
Jesús mencionó tres nombres. Primero fue el nombre de mi Dios. Esto significa que seremos hechos a imagen de Dios, o piadosos.
La piedad literalmente es semejanza de Dios. Conforme un hijo de Dios madura y crece en gracia y conocimiento, él o ella deben asumir el carácter de Dios. Nosotros debemos venir a ser más compasivos, más comprensibles, y más maduros en nuestro juicio.
Segundo, Jesús dijo que Él escribiría en ellos el nombre de la ciudad de Dios. Ésta es la Nueva Jerusalén que vívidamente se describe en los últimos dos capítulos de Apocalipsis. Ésta es una ciudad que baja del cielo como una novia ataviada para su marido. Éste es un cuadro de la intimidad amorosa. Aquellos que se mantienen fi rmes en medio de un mundo decadente conocerán el amor de Jesús como el amor íntimo que un hombre le tiene a su novia cuando se casan. Ésta es una promesa de provisión y cuidado sin importar cuáles puedan ser las circunstancias que lleguen.
Luego Jesús dijo que Él escribiría en ellos su propio nombre nuevo. Se nos dice en Apocalipsis 19:12 que no sabemos ese nuevo nombre. Antes que Jesús naciera, un ángel se le apareció a María y le dijo que ella daría a luz un hijo y que se llamaría Jesús porque Él salvaría a su pueblo de sus pecados. El nombre Jesús, describe la obra redentora de nuestro Señor. Cuando su obra redentora se complete en los cielos nuevos y la tierra nueva, se le dará un nuevo nombre. Nadie conoce ese nombre, pero Jesús prometió compartirlo con quienes le sean fi eles aquí en esta vida.
Qué maravillosa promesa. Compartiremos su nueva obra y su nuevo nombre a través de la eternidad.
UNA PALABRA FINAL
Una vez más, Jesús terminó con una amonestación a detenerse, mirar y escuchar lo que Espíritu Santo está diciéndole a su corazón. Estas palabras revelan nuestro futuro y nosotros debemos entenderlas y aplicarlas a nuestros corazones todos los días.
Cuando Dios nos abre una puerta de oportunidades debemos atravesarla rápidamente. Él estará con nosotros y nos dará el poder para hacer lo que tengamos que hacer. Podemos ser fieles a su Palabra y a su nombre conforme lo hacemos.
Y también, cuando Dios cierra una puerta, jamás debemos quedarnos ahí deseando que se abra de nuevo. A menudo nos encontramos tocando puertas cerradas, pidiéndole a Dios que las abra y de pie, paralizados en asombro, cuando de pronto una puerta que no veíamos se nos abrió.
Cuando comprendemos el simple hecho que Dios está en control de nuestras vidas, nuestras vidas cambiarán para siempre. La verdad de Efesios 2:10 cambiará su vida para siempre si usted la cree. Nosotros somos obra de Dios. Él nos hizo con un propósito.
Él nos ha creado para buenas obras y ha puesto a trabajar un plan que nos permitirá servirle. Él le está abriendo puertas ahora mismo, y Él está cerrando puertas por las cuales usted no debe entrar. Nuestro reto es estar de acuerdo con Jesús en cuanto a lo que está abierto, lo que está cerrado, y luego seguirle dondequiera nos guíe.
PARA DISCUSIÓN
1. Considere y hable sobre cuáles puertas de oportunidades están abiertas para su iglesia hoy.
2. ¿Qué obstáculos acompañarían esas oportunidades?
3. ¿Qué puede hacer para mantenerse fi rme en lo que usted tiene mientras sigue sirviendo a Jesucristo?
4. ¿Qué signifi can para usted las palabras de Jesús: “He aquí, yo vengo pronto” (Ap. 3:11)? ¿Podría Él venir hoy?
Devocionales diarios
D. — Oportunidades y obstáculos van de la mano, 1 Corintios 16:9.
L. — Amaos los unos a los otros, 1 Pedro 1:22, 23.
M. — La llave de David, Isaías 22:20-25.
M. — ¡Permaneced en Él! 2:28.
J. — La corona incorruptible, 1 Corintios 9:25.
V. — Doble rodilla y confi ese, Isaías 45:23-25.
S. — Daremos cuenta a Dios, Romanos 14:10-12.
excelente,
exelentes palabras…… soy nueva en esto aunque siempre me acuerdo de dios nunca le habia prestado tanta atencion a todo lo que dice. pero yo se que el esta feliz de que yo este mas pendiente y me este integrando en esto…..